La decisión
—¡Lánzalo, tíralo ya! ¡Date prisa!
Los dos hombres, a duras penas, consiguen hacerlo. Finalmente, lo arrojan por el precipicio.
Tal vez deberían haber hecho las paces con él, antes de llegar a tan extrema decisión. Solo queda lamentarse y asumir todo lo que les viene encima. La suerte está echada.
Los dos hombres, a duras penas, consiguen hacerlo. Finalmente, lo arrojan por el precipicio.
Tal vez deberían haber hecho las paces con él, antes de llegar a tan extrema decisión. Solo queda lamentarse y asumir todo lo que les viene encima. La suerte está echada.
Muy bueno, María José. Parece que esas ¿personas? tardaron demasiado en dudar sobre si su forma de actuar sería la correcta. Ahora, tendrán que atenerse a las consecuencias. O tratar de escabullirse del más que posible castigo. Enhorabuena y suerte. Saludos.
ResponderEliminarEs probable que no se queden sin castigo, aunque tal como está la justicia... nunca se sabe. Lo peor será, creo, llevar tan pesada carga en la conciencia.
EliminarUn abrazo muy fuerte, Jesús.
María José
A veces un segundo de furia es suficiente para cambiarnos la vida. Mejor hubiera sido mantener la cordura.
ResponderEliminarBuen micro, María José.
Un saludo afectuoso.
Los arrebatos violentos arruinan a las personas, sin duda. Algunos no son capaces de controlarlos, pero para eso está la educación adquirida durante años.
EliminarMuchas gracias, Vicente.
Otro cariñoso saludo para tí.
María José
Si es que hay que vivir mientras se está vivo y hacer las cosas cuando hay que hacerlas, que luego es tarde. Y sangre fría, sobre todo sangre fría.
ResponderEliminar¡Saludos!
Tienes razón, José Ramón. Nadie puede vivir la vida por nosotros, con lo cual, o la vivimos plenamente o estamos abocados a desaparecer.
EliminarUn abrazo.
María José
Como tu muy bien titulas "la decisión" está tomada y ahora solo queda atenerse a las consecuencias. Tal vez más que haber hecho las paces con él, debían haber tomado una decisión menos extrema.
ResponderEliminarBuen relato MJose.
Besos.
Sí, es cierto, Javier. A veces es muy dificil llevarse bien con ciertas personas, pero si intentamos convivir sin atacarnos ferozmente, lo más seguro es que nos sintamos mejor.
EliminarBesos para tí, también.
María José
El filo que separa el antes y el después es muy fino, pero de importancia vital en decisiones de esta índole. La reflexión que no presentas recapacita sobre la cordura y el sentido común, del equilibrio al conducir nuestros actos, que no es precisamente lo que distingue a los protagonistas del micro. Probablemente, un solo individuo sopesaría con mayor rigor pros y contras, pero al actuar en grupo, el sujeto se inhibe en favor del pensamiento colectivo, se anula el criterio personal y prevalece la acción instintiva, o inconsciente.
ResponderEliminarLas consecuencias, están por ver; de momento, disfruto con la lectura y el desarrollo de tu relato. Saludos, Mª José.
Se dice que lo que decid el grupo es más democrático que lo que puede opinar un individuo. Yo no estoy de acuerdo. Somos la suma de individualidades y es muy dificil que las decisiones que se tomen en grupo sean del gusto de todos y cada uno de sus miembros. Muchas gracias, Manuel.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Señores del jurado, nada indica en este relato qué tiraron mis clientes por el precipicio. ¿Y si no fue un ser vivo? Pudo ser un objeto sin alma y, más allá de imponerles una multa por contaminación del medio ambiente, sería un acto de extrema injusticia. Si hubiera sido una tele de plasma y ellos, periodistas hartos por no poder hacer su trabajo, ¿serían delincuentes o héroes? Solicitó la absolución para esta autora, cuyo único crimen ha sido juntar 50 palabras en una página en la que el que no es beodo, te mete en un congelador antes de convertirte en mascota de extraterrestres.
ResponderEliminarSuerte, M.José.
Unos periodistas que no pueden hacer su trabajo con una tele de plasma?? - jajaja
EliminarVaya, vaya, Patricia. Te sacas un microrrelato continuador de mi historia, en un santiamén y, encima... ¡muy bueno! Por algo has ganado en Aragón Radio. Te felicito por ello y me siento orgullosa de haber estado en la final, codeándome contigo y con Jesús Garabato. Un verdadero honor.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
El honor ha sido mío, María José, que el listón estaba altísimo. Me hizo mucha ilusión coincidir con vosotros dos, que ya os conocía de la Cuenta 140, donde era Glinda. Pero escribía muy poco.
EliminarUn beso grande.
Patricia, eres un encanto. Mi etapa de Cuenta 140 fue muy bonita y te confieso que dudo poder obtener tan buenos resultados en cualquier otro concurso y no me refiero a los premios, precisamente. Emocionalmente, coincidió con una pérdida muy dolorosa. La literatura me está dando ánimo y satisfacción. Besos.
EliminarMe encanta tu forma de escribir, María José, y los argumentos de tus micros. También los títulos. Este no iba a ser menos y me imagino a dos tipos aspirantes a gangsters rematar un asunto sin tener eh cuenta que solo les queda la escapatoria de la huida, ocultarse, y por que deja entrever tu relato, hipotecar su futuro en la cárcel.
ResponderEliminarMe ha encantado como todo lo que escribes sea donde sea.
Me encanta también el comentario de Patricia, otra grande.
Un beso.
Pablo.
Nunca te agradeceré lo suficiente,amigo Pablo, el cariño y la generosidad con la que te diriges a mí. Sé que eres así con todo el mundo y eso te honra como persona. Si añadimos a esa gran cualidad, tu enorme valía como escritor, ya no hay nada más que se pueda añadir.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
María José
Se nota que he escrito desde el móvil el comentario por el 'eh' en vez de 'en' y el 'por que deja entrever' en vez de 'por lo que deja entrever'. Yo siempre le hecho le culpa al autocorrector, la forma fácil de eximir mi parte de culpa por no leer los comentarios antes de enviarlo.
EliminarMaría José, desde que te leí por primera vez te admiro. Con tus escritos es fácil ser generoso: te lo mereces.
Otro beso.
Pablo.
Seguro que si pudieran dar marcha atrás al reloj, con el consiguiente retroceso en el tiempo, su proceder sería otro. Pero la vida rara vez ofrece segundas oportunidades. Dicen que aprendemos de los errores, aunque los que incluyen consecuencias fatales pueden marcar no una, sino varias existencias de individuos distintos. Estos maleantes han demostrado tener algo de conciencia, pero eso ya no importa. Ahora sólo queda decir: "A lo hecho, pecho".
ResponderEliminarMe estoy acostumbrando a leerte en diferentes espacios, y siempre me alegro por ello.
Un abrazo, María José
Muchas gracias, Ángel. Eres conocedor de la gran admiración que siento por ti y por tu brillante labor de analista. Tienes la habilidad de descomponer un texto para luego reunir sus partes y hacer que los que los escribimos nos sintamos orgullosos de nuestros modestos microrrelatos.
EliminarUn abrazo muy fuerte, Ángel.
María José
Tomar una decisión y asumir las consecuencias no es frecuente; lo normal es que, junto con la decisión, tomemos un par de rehenes o tres para cargarles todas las culpas. Eso sí, solo si sale mal.
ResponderEliminarPor cierto, qué será lo que habrán tirado estos dos antes de reconciliarse. La imaginación al poder.
Un beso, María José
Muchas gracias, Margarita. Lo de no asumir las consecuencias es algo habitual en la mayoría de las personas, sean delincuentes o no. Y ahí vendría lo de "cargar el muerto" a otro...
EliminarUn abrazo.
María José
Parece una decisión precipitada y claro, ha acabado en el precipicio.
ResponderEliminarComo al principio les cuesta arrojarlo, nos creas la duda de qué lanzan por el barranco, pero al decir que deberían haber hecho las paces y que asumirán las consecuencias la duda es la motivación que los ha llevado a ello.
Un beso.
Muchas gracias, M Carme, por dejar tu amable comentario.
EliminarUn abrazo.
María José
Relato con un tono fatalista muy bien conseguido, como el de las tragedias griegas, pero en pequeñito.
ResponderEliminarSaludos cordiales, María José.
Y tan pequeñito...Me ha gustado tu interpretación, Carles, aunque me venga grande. Muchas gracias.
EliminarUn abrazo.
María José
Menuda decisión. Ala, al precipicio!!! Buenísimo María José. Besitos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Me encanta saber que te gusta.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Buen relato para reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos. Los personajes se han precipitado en su decisión. No sabemos qué o a quién han tirado, pero no les será fácil olvdiario.
ResponderEliminarUn abrazo, María José.
Gracias por tu reflexión, Carmen. La memoria, salvo cuando está enferma, nos trae todo aquello que queremos olvidar. Es así de implacable.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Por qué será que las ejecuciones sumarias nos traen reminiscencias bíblicas, tuvo ayuda Caín para deshacerse de su hermano? Me recuerda un poco el romance machadiano de la laguna negra, y la fórmula de Dostoyevski en los endemoniados: 5-1 hacen 4 unidos. Un abrazo Mª José.
ResponderEliminarLa tierra de Alvargonzález, de Machado, al que haces referencia, me llamó mucho la atención. Sobretodo, la leyenda en que se basa, de la existencia de una fuerza que devora todo lo que cae a la laguna. Te agradezco que compartas tu cultura y que mi humilde texto te haya hecho evocar esos hechos. Gracias, Pepe.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Uno nunca piensa que se va a ver en una situación así, pero las cosas a veces vienen rodadas y es difícil detenerlas... Estos dos tipos al menos pueden repartirse la carga.
ResponderEliminarAhora en serio, creo que nos planteas un crimen en el que sus autores muestran su lado vulnerable, por lo que es muy fácil conectar con ellos.
Me ha gustado, María José.
Un abrazo
Todos sabemos que hasta el peor criminal puede tener remordimientos y un lado "bueno". Gracias, Enrique, por tu apreciación.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti.
María José
Un poco tarde pensaron tus protagonistas en hacer las paces. Cuántas veces deseamos volver al momento anterior, justo antes del accidente o de recibir aquella noticia, pero por más que queramos ya no hay marcha atrás, y me imagino lo que debe ser después de un asesinato.
ResponderEliminarMuy buen historia y muy bien contada, María José.
Un abrazo
Muchas gracias, Georges. Todos conocemos a personas que se están lamentando, continuamente, de lo que fue y pudo haber sido. Yo no soy esa clase de personas. Opino, más bien, que lo hecho, hecho está, haya sido, o no, lo correcto. En lo referente a asesinos, la cuestión es más delicada...
ResponderEliminarOtro abrazo para ti.
María José
M. José, nos dejas un micro cargado de razones para la reflexión. Tomar una decisión tan drástrica nunca puede ser bueno.
ResponderEliminarBien contado.
Besos
Muchas gracias, Pilar, por tu amable comentario.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
¡Qué drásticos! Miedo da juntarse con esa gente. ¡Luego me dices a mí (en mi relato) que con quién me codeo! jejeje. Creo que me ganas Mariajo.
ResponderEliminarTu relato nos hace reflexionar sobre la desconocida condición humana.
Suerte. Besos.
Es que las malas compañías proliferan, jajaja. Gracias por pasarte, Isidro.
ResponderEliminarUn abrazote.
María José
Hay ciertas decisiones que deben ser muy meditadas, que luego no tienen marcha atrás. Y sí, la suerte está echada, el premio que les corresponde es la desgracia.
ResponderEliminarNos dejas a la vista la condición del ser humano en cuanto a decisiones tomadas, queda reflexión y diálogo abierto, da para mucho.
Un beso María José.
Malu.
Muchas gracias, Malu, por tu reflexión.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José
No siempre se toma la decisión adecuada, y en este caso me temo que tus protagonistas se van a lamentar el resto de sus vidas. Muy conseguido ese instante de urgencia a la hora de tomar la decisión. Felicidades y un beso, María José.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matrioska. Un placer que te hayas pasado por aquí.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Contundente relato, María José, lleno de adrenalina y testosterona. Con tres golpes de párrafo, conduces la historia a un final abierto con muy mala pinta para los protagonistas.
ResponderEliminarBuen relato, enhorabuena.
Un abrazo.
Muchas gracias, Antonio. Te confieso que no "creía" demasiado en este texto, pero me estoy dando cuenta de que ha gustado bastante y eso me da mucha alegría.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José