La dueña de la pensión
Entra, sale, y se dirige a su habitación. Hace poco ruido. A veces saluda. Si te asomas lo ves con los auriculares puestos. Articula algún sonido, se ríe. Sin embargo cuando sale a caminar por la calle, compruebas que su éxito social es grandilocuente. Asombrada me tiene este buen hombre.
Este hombre que parece tímido y retraído asombra a la dueña de la pensión, tendrá que investigar un poco más, a lo mejor desde su habitación se dedica a hacer un programa de radio por internet y por eso su éxito social.
ResponderEliminarComo verás Carmen me has hecho imaginar lo que hay detrás de tu relato, has activado mi imaginación, y creo que cuando escribimos queremos que el lector vaya más allá, y tu lo has conseguido.
Buen relato Carmen.
Besos.
Muchas gracias, siempre tan atento Javier. Me alegro que hayas imaginado otra historia a partir de esta.
EliminarBesicos
Asombrado me tienes a mí de tu narrativa y de la amplia gama de argumentos que nos traes para nuestro disfrute.
ResponderEliminarPor todo ello, muchas gracias, Carmen.
Ohhh, a mí también me asombra viniendo de un gran escritor de pequeñas y grandes narraciones.
EliminarMuchísimas gracias Pablo
Besicos
La perspectiva que nos ofreces desde el puesto de observación privilegiado del personaje de la dueña de la pensión es excelente. Dibujas un personaje rico y matizado que, a su vez, nos presenta al coprotagonista, tan diferente a ella, y que queda reflejado en el relato igualmente con un perfil claro y atractivo.
ResponderEliminarManeras de vivir, que diría la canción. Un sugerente flash tu relato sobre la diversidad de vidas y sus formas de manifestarse. Interesante, interesante. Saludos, Carmen.
Me encanta tu comentario Manuel, muchas gracias.
EliminarPara mi es ese hombre taciturno y reservado en su interior; al contrario que socialmente se manifiesta.
Besicos
No hay nada mejor que estar en la cabeza de una dueña de una pensión cotilla. Jajaja Da muchísimo juego.
ResponderEliminarUn abrazo Carmen guapa,
Sí, Raquel...Toda la razón las porterías, los hoteles o las terrazas dan mucho de sí a la hora de contar, relatar o escribir en 50 palabras.
ResponderEliminarMuchas gracias
Besicos
Pues yo me quedo con que el pensionista es uno de esos youtubers de fama exagerada e inmerecida y la pobre mujer desde la atalaya de su encierro no se entera de la misa la media. Saludos y suerte.
ResponderEliminarJesús creo que queda abierta la veda para un micro-macro sobre la actitud del "pensionista" y la mujer de la atalaya...
EliminarGracias
Besicos
Internet permite crear mundos y actividades sin moverse de una habitación, que una persona llegue a ser conocida desde cualquier parte del mundo, con un número de seguidores casi inimaginable. Se trata de una vida nueva, muy diferente a la que la dueña de la pensión ha conocido, de ahí su asombro. Todos habitamos en el mismo mundo, pero dentro de él hay miles de universos de los que a veces ni siquiera somos conscientes.
ResponderEliminarUn relato original y actual, lleno de contrastes.
Un abrazo fuerte, Carmen
Las redes nos enredan amigo Ángel, de qué manera.
EliminarPero la calle y la charla amistosa nos favorece más, mucho más.
Gracias por tus piropos
Besicos
Pues has dado con un filón, querida Carmen. La sagaz mente de la dueña de la pensión merece una serie de relatos sobre sus huéspedes,
ResponderEliminarAbracicos.
Sí, Patricia el tema da para un monográfico je,je,je...
EliminarLas ocurrencias de una pensión y sus "pensionistas" me apasionan, sobre todo, después de algún que otro viajecico.
Besicos
Carmen, decía Andy Warhol que «En el futuro todo el mundo será famoso durante quince minutos». Al leer tu relato nos damos cuenta de que ese futuro ya está aquí.
ResponderEliminarGran contenido.
Un abrazo.
Je,je,je, Vicente cuánta razón tenía. Muchas gracias por tu piropo cincuentero.
EliminarBesicos
Algún huésped "piadoso"que le enseñe a esta mujer las ventajas que tendría su pensión si se anunciase por Internet ;)
ResponderEliminarSaludos, Carmen.
Parece según se ha intuido, que al menos tiene wifi, jejeje.
EliminarGracias Margarita
Besicos
Si es que hoy en día no hace falta salir de casa para ser el rey del mundo. Saludos.
ResponderEliminarEn fin, la calle siempre da más relación, lo demás se queda sólo en las redes, aunque estés perfectamente comunicado.
EliminarGracias José Ramón
Besicos
Qué interesante el contraste entre la dueña de la pensión, que recuerda a los personajes galdosianos, y el huésped, una exitosa figura de la actual tecnología.
ResponderEliminarBuen micro, Carmen. Un abrazo.
Muchísimas gracias Carmen, tocaya, por esa comparación extraordinaria.
EliminarBesicos
Aunque el ser cotilla lleve aparejado, casi siempre, un matiz negativo, nadie puede negar que tiene un papel muy creativo...
ResponderEliminarFelicidades, Carmen.
Un abrazo.
María José
Así es, María José, da mucho de sí el tema. Muchas gracias por el comentario
ResponderEliminarBesicos
Hay personas que dentro de cuatro paredes se empequeñecen y actúan de manera huidiza y solitaria, sin embargo, en cuanto salen a la calle, parece que recobran el ímpetu y la sociabilidad. Supongo que por eso la dueña de la pensión está hecha un lío con ese hombre. Un beso, Cabopá.
ResponderEliminarUna interpretación muy acertada Matrioska, efectivamente la dueña no entiende mucho el por qué del comportamiento de este hombre solitario.
EliminarBesicos
No sé yo si la dueña de la pensión está solamente asombrada con su huésped o tiene algún interés más en él... je, je, je...
ResponderEliminarConfieso que cuando viajo, a veces me fijo en las personas que entran y salen de los ascensores, que comen solas en los restaurantes o que van en grupo y son peculiares. Esto es un filón Carmen.
Un beso fuerte.
Malu.
A mi me pasa lo mismo lo he dicho en un comentario anterior, y sí, es posible que tenga algún interés muy particular esta mujer je,je...
EliminarBesicos, Malu
La de historias que se puede imaginar la dueña de la pensión... Claro que no siempre acertará, la gente está llena de sopresas.
ResponderEliminarUn beso
A veces la soledad y el silencio es buscado por quienes al asomar su vida afuera es demasiado popular para ellos.
ResponderEliminarBuena historia de casera, buena escritora de 50 y buenos abrazos que deseo te lleguen.
Bien, son distintas caras de una misma persona que compagina ambas facetas (la reserva y la sociabilidad) en perfecto equilibrio, ni tan raro diría yo.
ResponderEliminarBien expresada esa dualidad a través de un personaje cotidiano como la casera, que también podría ser nuestra vecina si cabe...
Buen micro. Un saludo.
A mí lo que me produce asombro es tu relato, Carmen. Le encuentro una lectura directa muy simpática, y cuyo principal encanto está en el estupor que produce en la dueña de la pensión lo que observa en la vida de su huésped. Pero luego ofrece otras muchas posibilidades y todas ellas interesantes y enigmáticas.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carmen.
Un abrazo.
Confieso que andaba un poco despistado con tu relato, Carmen, pero los compañeros me han ayudado a ver la luz y creo que en el fondo estamos hablando de apariencias y prejuicios. A ver si escuchamos más reflexiones de la dueña de la pensión.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Siento no haber podido contestar a todos...
ResponderEliminarValga este comentario para agradeceros vuestra lectura MCarmen Marí, Belén Mateos, Manoli Vicente, Enrique Mochón y Carles Quílez
Besicos a repartir.