La vida en colores
Celeste, de tez blanca y ojos azules, estaba sentada en el verde césped junto a pequeñas florecitas amarillas y naranjas. Miraba, sollozaba, la suelta de coloridos globos en el cielo turquesa. Pero no lloraba porque había soltado su globo carmesí, sino porque no sabía cuál era el suyo.
Era daltónica.
Era daltónica.
Bello relato, utilizando toda la gama de colores para hacernos ver la vida de colores.
ResponderEliminarJuegas muy bien con la utilización de cada uno de ellos, y esa frase final le da un giro y un porque de sus lágrimas.
Buen relato Nicolás.
Un abrazo.
Pues no me extraña nada que llore. Tiene que ser triste no poder disfrutar, en todo su esplendor, de las maravillas que nos da la naturaleza. Menos mal, supongo, que le quedan otros sentidos con los que disfrutar de olores, sonidos, texturas... Enhorabuena. Saludos y suerte.
ResponderEliminarCeleste llora porque cree que es diferente, porque le es negado lo que la mayoría tiene y quizá no valora. Razón no le falta, pero también es cierto que cada persona, cuando mira, percibe una realidad distinta; el mismo individuo, a lo largo del día, no valora la misma imagen igual en unos momentos o en otros, a algunos les ciegan las obsesiones, a otros los perjuicios, o están condicionados por las circunstancias. Algún día comprenderá que todos somos diferentes, lo que de alguna forma, paradójicamente, también nos hace iguales.
ResponderEliminarUn relato lleno de sensibilidad y colorido.
Un saludo
Aunque ignoramos qué tipo de daltonismo sufre la pequeña (existen varios), su desilusión se transmite muy bien a través del texto. En principio se narra, casi se pinta, un cuadro donde se acentúa la carga simbólica de de cada color; luego se descubre que la niña no puede participar del banquete de tonalidades. No obstante, tal como ha comentado Ángel, la gama de la belleza es más amplia que la cromática.
ResponderEliminarMuy interesante, Nicolás.
Enhorabuena.
Dejas para la última frase la resolución del enigma y eso le da un mérito especial. Te felicito, Nicolás.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que en los acertados comentarios anteriores está ya dicho el acierto de tu relato. Solo añadiré que conocí un niño daltónico hace años y, precisamente, lo supe porque se negaba a dibujar, lloraba desconsolado porque no distinguía los colores. Suerte y saludos.
ResponderEliminarNicolás, bello relato pintando los colores al describir la escena y reservas para el final el motivo del llanto de la protagonista.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos
Excelente relato Nicolas, de esos que la palabra final explica y engrandece todo lo leído.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
Ser diferente siempre es motivo de angustia, nos has contado perfectamente la historia de tu protagonista.
ResponderEliminarBesos.
Malu.