Malos tratos I
—No intentes escabullirte, maldito gato —susurró el niño, mientras avanzaba cojeando penosamente.
Cazó al peluche de una oreja, lo sacudió y lo azotó impiadoso con su cinturón. Por suerte para el minino, sólo pudo utilizar la mano izquierda, que era la menos hábil, pero la única que le quedaba sana.
Cazó al peluche de una oreja, lo sacudió y lo azotó impiadoso con su cinturón. Por suerte para el minino, sólo pudo utilizar la mano izquierda, que era la menos hábil, pero la única que le quedaba sana.
Silvina intuyo al leerte que el niño proyecta sobre el peluche los malos tratos que él sufre, repite la rabia contenida que tiene sobre el único "ser" más débil que él.
ResponderEliminarSilvina buen relato, me ha gustado, sobre todo el último párrafo que es muy fotográfico de la situación que nos quieres contar.
Un abrazo.
La violencia genera más violencia, en la mayoría de los casos. Has puesto el dedo en la llaga, Silvina. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Que bien has descrito una situación tan grave para los malos tratos. Y lo peor es que además de recibirlos, este niño está aprendiendo a impartirlos demasiado pronto.
ResponderEliminarUna de las grandes enfermedades de la sociedad.
Un beso, Silvina.
Pablo.
Dónde las dan las toman, no tenía ste aire tan siniestro y desolador cuando lo escuchaba de pequeña. Qué cantidad de dolor, angustia y miedo en tan poco espacio
ResponderEliminarEducado en una violencia extrema, el niño aprende a ser mayor jugando con su peluche. Triste realidad de la víctima que puede convertirse en agresor en un futuro.
ResponderEliminarMuy buena reflexión, Silvina. Un beso.
Doloroso y certero.
ResponderEliminarUffffff. La piel de gallina. Los niños no deberían sufrir NUNCA. Doloroso y real. Abrazos
ResponderEliminarSilvina, terrible más si cabe, cuando los malos tratos los sufre un niño!
ResponderEliminarEnhorabuena!
Besos
La mímesis del niño sobre el peluche nos muestra la terrible situación que vive a manos, probablemente, de sus progenitores. Evidencias una realidad más frecuente de lo que pensamos en nuestra sociedad.
ResponderEliminarA través del juego del niño conduces el relato con pericia hasta estamparnos de bruces con un final aterrador.
Enhorabuena por lo bien logrado. Saludos, Silvina.
¡Caray, Silvina! Quieres darnos que pensar para empezar la semana. Me da la impresión de que a una gran parte de los casos de malos tratos infantiles es muy difícil ponerle remedio,debido a que se producen en la intimidad y, como vemos en tu relato, los que los sufren, en ocasiones lo viven como algo normal, de ahí que, a su vez, reproduzcan esa forma de actuar con otros más débiles. Acongojante. Y muy bueno tu texto. Suerte y saludos.
ResponderEliminarEs un relato excelente, Silvina. No hace falta más explicación para comprender que el niño repite el comportamiento que vive como "normal". Relatos como este lo que nos deberían enseñar a todos es a estar atentos a lo que pasa a nuestro alrededor, las reacciones de los niños, por ejemplo, para detectar situaciones que no se deben consentir.
ResponderEliminarMagnífico. Y abrazo.
Un mundo cruel engendra seres que también lo son. Hoy es un peluche, mañana, una persona. Cuando un niño eleva a la categoría de juego aquello que ve, es porque se produce de forma cotidiana. No se trata de un pequeño azote (que también sería cuestionable), en tu relato se habla de cojera y de una mano que no está sana, de que hay personas que no deberían tener hijos.
ResponderEliminarUn abrazo, Silvina
El consentimiento tácito de la violencia ha convertido a nuestra sociedad en caldo de cultivo para la aparición de conductas agresivas. La influencia de la familia es determinante en el comportamiento de los niños. Por tanto, conductas hostiles como la que retrata esta historia forman parte de un círculo vicioso.
ResponderEliminarPara reflexionar, Silvina. Gran micro.
Un abrazo.
Tienen tanta fuerza tus palabras que duelen.
ResponderEliminarBravo, Silvina
Un beso
Muy bueno Silvina.
ResponderEliminarSaludos.
Brrrr... cojeando, la única mano sana... Silvina dime donde vive ese niño que hemos de hacer algo para arreglarlo pero ya.
ResponderEliminarRelato duro, que cuenta mucho sin contar nada.
Un abrazo.
Bueno los niños por desgracia imitan lo que ven en los adultos. Que trágico y brutal tu relato. A nivel literario es exquisito, pero me ha parecido tan duro...
ResponderEliminarUn saludo,
El mundo a veces puede ser un lugar terrible y repugnante, en el que hay víctimas inocentes que, a su vez, devienen monstruos involuntarios.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Silvina.
Sensacional relato, Silvina, es como una fuerte bofetada. Eres muy buena. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarTerrible historia, Silvina, y más que por lo que cuentas por lo que dejas sin contar.
ResponderEliminarEl lenguaje utilizado contribuye enormemente a lograr el efecto deseado de esa violencia producto de la violencia.
Enhorabuena y u den abrazo
Queridos compañeros cincuentistas, ante todo me disculpo por no contestar individualmente y no haber podido hacerlo antes. Me siento honrada y feliz de recibir todas estas devoluciones de tantos autores talentosos, se los agradezco, y también al jurado que este mes dejó a mi relato a un pasito de la final. Realmente es un placer estar aquí y de más está decir que coincido con todas sus apreciaciones respecto del relato. Me quedo con la frase final de Angel, que me parece que todo lo resume: "...que hay personas que no deberían tener hijos".
ResponderEliminarLes mando un abrazo afectuoso a todos.