Un hombre de provecho
Acudió a visitar a su hijo en la UCI hastiado de decepciones. Hubiera preferido que hiciera Derecho y se dejara de tanto gimnasio. Lo único que reconoció sobre la almohada fueron sus pestañas quemadas. "No será de estudiar", le recriminó. Fingía no ver, en la mesilla, el casco de bombero.
Creo intuir que el pobre chaval se presentó, o lo presentaron, voluntario para unas prácticas demasiado reales. Muy bueno. Suerte y saludos.
ResponderEliminarEstoy segura de que en tu casa están muy orgullosos de ti, Belén, porque anda que no cuentas cosas de esta familia con solo 50 palabras.
ResponderEliminarMe encanta.
Un beso
Parece ser que este padre no ha aceptado nunca que su hijo se hiciese bombero, ni aún viéndolo en la UCI herido por salvar vidas.un hombre de provecho menos para su padre.
ResponderEliminarBuen relato Belen logras trasmitir muy bien esa tensión y desprecio del padre.
Besos.
Jope con el padre, para eso casi que no vaya. Y ser bombero no esta mal, aparte de lo bien que están y que cocinan
ResponderEliminarParece increíble que hasta para ser «Un hombre de provecho» algunos padres pongan trabas a sus hijos. Orgulloso debería estar este señor.
ResponderEliminarMuy bueno, Belén. Te felicito.
Esos padres que desean que sus hijos estudien lo que quizá ellos no pudieron, que no se sienten orgullosos de la labor heróica que realizan. Un visita que desprende una falta de aprecio por quien seguro que arriesgó su vida por salvar otra.
ResponderEliminarUn 50 bien llevado, desde el título hasta ese casco obviado que reposa en la mesilla.
Muy bueno Belén. Siempre con historias cercanas que te hacen sentir.
Un beso enorme bonita.
Recalcitrante ese padre cegado por voluntad propia con tal de negar la voluntad de su hijo. La contenida narración del micro potencia ese empecinamiento final que nos transmite. Realmente conseguido. Suerte.
ResponderEliminarBelen, hay padres que en lo único que ven un futuro de provecho, es en estudiar en la universidad y todo lo que esté por debajo de eso, para ellos no es de provecho.
ResponderEliminarEste padre jamás ha entendido ni ha respetado los deseos de su hijo, solo ha visto los suyos e infravalora la profesión elegida como bombero, a pesar de que su hijo está gravemente herido tras intentar apagar el fuego para salvar a otros.
Me ha gustado como lo cuentas, dejandonos ver al final ese casco de bombero sobre la mesilla...
Enhorabuena!
Besos apretados.
Hay padres que no aceptan la profesión de sus hijos, empeñados en que sigan la suya o, lo que es peor, su frustración profesional. Es el caso del padre del bombero, que arriesga su vida para salvar a otros.
ResponderEliminarMuy bien contado, Belén. Un abrazo.
Los padres que quieren que sus hijos sean réplicas de ellos mismos o, también, que logren lo que ellos no pudieron conseguir en su juventud, hace que muchas familias se conviertan en desestructuradas y que se forme una brecha invisible entre sus miembros, insalvable.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Belén.
Un abrazo.
Hay que pensar que los padres siempre tienen buena intención y quieren lo mejor para sus hijos, el problema es cuando se vuelven obsesivos e insensibles a los deseos ajenos. A eso se le llama falta de respeto. No todo el mundo puede ni debe ser abogado, médico o ingeniero y todas las profesiones son dignas. El detalle de las pestañas quemadas y su doble lectura es una aportación significativa.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Belén
Veo un fondo Maquiavélico en tu historia tan bien construida.
ResponderEliminarBesito virtual
¿Ese padre no tiene corazón?Realmente descorazonador, la verdad. Tu micro me deja devastada, creo que odio a tu protagonista.
ResponderEliminarUn saludo,
Muy buena historia, Belén. Describes magistralmente esa frialdad de un padre estricto y despreciativo, que pese a ver que su hijo se debate entre la vida y la muerte por hacer uno de los trabajos más valorados por la sociedad, todavía sigue empeñado en menospreciarlo. Me ha encanto este micro, felicidades. Un beso grande.
ResponderEliminarEstupendo relato Belén, hasta me imagino a la madre: estirada, de nariz respingona y viendo a todos con una mirada de "y este tipejo que se cree?".
ResponderEliminarFelicitaciones y un beso.
¡Caramba, Belén, vaya manera de llevarnos a compartir tu reflexión sobre la actitud de algunos padres hacia sus hijos!
ResponderEliminarEres una narradora muy hábil.
Besos.
Muy bien contado, Belén. Tiene un héroe y no lo ha visto nunca, obcecado en que sea un hombre 'de provecho'.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Un beso.
Pablo.
La intensidad de las decepciones suele depender de la altura de las expectativas, y en este relato, dibujas perfectamente el empeño en dirigir la vida de otros, frecuentemente nuestros hijos, para suplir las carencias de la propia.
ResponderEliminarAlguien debería decir a ese padre que la vida de un abogado también puede ser muy peligrosa.
No es fácil encerrar tantas impresiones en tan poco espacio, Belén. Enhorabuena por conseguirlo.
Un abrazo.
ResponderEliminarQué bien lo has contado, Belén; esa extrema terquedad de algunos padres que tan infelices hace a sus hijos. Tienes una sutileza envidiable para escoger entre lo que se cuenta y lo que no.
Enhorabuena y un abrazo.
¡Ay, los padres! Hay algunos que quieren dirigir la vida de sus hijos, otros que les dejan decidir libremente. Sea como sea es bien difícil para los progenitores aceptar lo que no nos gusta de los hijos, sea en el terreno profesional o en cualquier faceta de sus vidas.
ResponderEliminarTu micro nos lleva a una gran reflexión, querida Belén, enhorabuena. (Y perdón por mi retraso, este mes estoy tardona).
Beso grande.
Malu.
Belén, qué buen relato para hacernos pensar sobre este tema: las expectativas de los padres y su proyección en los hijos. Una cosa es orientales, con mejor o peor criterio, pero luego se les ha de apoyar, que para eso estamos! No me imagino la de dificultades que ha tenido que afrontar el hijo sin soporte moral hasta conseguir el empleo (dudas, pruebas iniciales, formación, exámenes,..)
ResponderEliminarUn beso, no, mejor dos, que este mes voy con retraso en comentar ;-)
Carme.