Y líbranos del mal
Me había adormilado en el sofá. Al pasar por el pasillo vi luz en su habitación.
—Hugo, apaga la luz y duérmete ya. —Ni se inmutó—. ¿Cariño, me estás escuchando? Mírame cuando...
¡Tininín! Saqué el móvil: "Mamá, soy Hugo, estoy en el armario. Socorro. Hay un monstruo en mi cama".
—Hugo, apaga la luz y duérmete ya. —Ni se inmutó—. ¿Cariño, me estás escuchando? Mírame cuando...
¡Tininín! Saqué el móvil: "Mamá, soy Hugo, estoy en el armario. Socorro. Hay un monstruo en mi cama".
Miedos nocturnos y madres salvadoras, como muy bien has titulado "Y líbranos del mal".
ResponderEliminarOriginal relato Raquel, me ha gustado.
Besos.
Me alegro que te haya gustado Javier.
EliminarUn abrazo,
Los monstruos habitan la noche inquieta de los niños (y no tan niños). Buen relato, Raquel.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Gracias guapa.
EliminarUn saludo,
Jopé, que yuyu da leer tu relato. Casi que no apetece meterse en la cama, por lo menos durante una temporadita. Suerte y saludos.
ResponderEliminar¡Me encanta que de yuyu! Es ek mejor comentario que me podías hacer jiji:)
EliminarUn abrazo Jesús,
Pues sí, da mucho miedito tu relato, Raquel.
ResponderEliminarQué bueno.
Gracias Patricia. A los que nos flipa el misterio y el miedo, nos gusta por esas sensación de desconcierto que te deja. Esa puerta a lo desconocido, y ese morbillo que da. Eso era lo que quería conseguir, no sé si lo he conseguido... pero que de miedito es buena señal. Me quedo contenta.
EliminarGracias por comentar. Deseando leerte este mes.
Un beso,
Este giro de tuerca a la existencia de los monstruos nocturnos, lejos de ser retorcido, deja sobre la mesa un fresco matiz terrorífico con vibrante acento narrativo...me pone en aquel de "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"...¡Genial!
ResponderEliminarGuau, gracias Bocanegra por la comparación. Me hace muy feliz tu comentario.
EliminarUn abrazo,
Los miedos nocturnos, además de la imaginación infantil que produce monstruos, están muy bien hilados en este relato, con una madre que pasa de la sorpresa a la comprensión, pues seguro que también experimentó lo mismo de niña. Esos padres y madres con capacidad ilimitada para librar de todo mal a sus hijos, al menos hasta que llegan a la adolescencia, luego las percepciones cambian.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel
Otro abrazo para ti Ángel. :-D
EliminarAtrapa la historia y el modo de contarla, como una realidad capturada entre el adormilamiento de la madre y el mundo onírico del niño. O quizás no sea un sueño, y el miedo se hizo corpóreo en el templo del descanso y pasara de la clandestinidad del fondo de un armario a un descarado desafío a plena luz.
ResponderEliminarPues sí, sí da miedito.
Muy buen relato, Raquel. Enhorabuena.
Un abrazo.
Gracias Antonio, si lo de estar adormilada era para que no sepas si es realidad o puede que un sueño. Has acertado con eso. Me encanta que de "miedito".
EliminarUn abrazo
Al estilo de Stephen King, con frases cortas pero suficientes, nos pintas una escena cotidiana donde lo que menos se espera es el zarpazo final, Raquel.
ResponderEliminarMe ha encantado desde el título. Me recuerda a las oraciones nocturnas que los padres enseñan a los niños y que suelen pronunciarse antes de ir a la cama.
Un abrazo.
Vicente
Gracias Vicente, valoro mucho tu opinión. El título es por la oración de antes de dormir, y para darle un toque de ente maligno al relato.
EliminarUn abrazo muy fuerte,
El hijo sufre terrores nocturnos, pero la madre -y el lector- también se lleva un buen susto. Qué miedo.
ResponderEliminarUn buen micro. Un abrazo, Raquel.
Gracias Carmen
EliminarUn abrazo,
Raquel, nos presentas una escena muy cotidiana que de repente da un giro y nos hace dar un respingo.
ResponderEliminarA mi me parece que hay alguien en esa cama... porque el niño está en el armario...
Intrigante micro.
Besos
Exacto Pilar, de hecho pensé poner hay un extraño en mi cama. Un extraño que es exactamente igual que su hijo ¿un demonio? ¿Un extraterrestre que usurpa la imagen del niño como en la famosa película de terror antigua? pero me decidí por un monstruo por el mundo infantil, y para enlazarlo con el armario.
EliminarGracias por tu comentario.
Un beso,
¡Es muy bueno!
ResponderEliminarPlacer de leerte Raquel, no te conocía
Besicos
El placer en todo caso es mio.
EliminarBesos para ti también.
Un saludo.
¡Qué inquietante! Un impostor ocupando la cama de tu hijo. Y después qué, ¿cómo sigue la historia? Nos dejas en ascuas, Raquel. Malvada.
ResponderEliminarBesos.
Jajaja XD
EliminarBesos Carles.
¡Ríete tú de la escena de la niña del Exorcista subiendo las escaleras! La imagen que nos dejas con tu micro es escalofriante. Los monstruos que siempre han habitado en los armarios, ahora se apoderan de las camas. Muy bueno, Raquel, enhorabuena, espero que tu micro llegue muy lejos este mes, lo has bordado. Un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias Matrioska.
ResponderEliminarBesos,
¡Encantador el relato! Tierno y con ese puntito de nuevas-tecnologías-que-todo-lo-copan. M'ancantao, Raquel. Lo mismo entran ganas de abrazar a Hugo que quitarle el móvil y esconderlo debajo de la cama... Bueno, ahí no que pueden haber monstruos ;)
ResponderEliminarSalut!
Gracias Dipandra por tu enfoque. Mi intención es que diera "yuyu". Pero la relación entre madre e hijo, si puede parecer tierna. Para mi próximo relato de suspense mi reto será "acojonarte" jajaja ¡que bruta soy! Bueno intentaré darte miedito a ti también Dipandra jajaja
ResponderEliminarUn saludo guapa,
Me gustó mucho tu relato, Raquel. Me quedo con las ganas de acercarme a la cama, ver qué cara tiene el “bello durmiente” y sacudirlo para ver su reacción. Es que yo en la ficción soy muy valiente. Jaja.
ResponderEliminarTe comprendo, a mi me pasa lo mismo.
EliminarUn saludo Georges,
Miedos, monstruos, camas y armarios, la combinación perfecta!!! Y el teléfono que moderniza la escena jeejje.Me ha encantado tu micro. Enhorabuena. Besitos
ResponderEliminarGracias Carmen
EliminarBesitos,
Perfectamente preparado ese golpe de encontrarse con una realidad inesperada y aterradora. Y ese monstruo, al que imaginamos vuelto de espaldas y ocultando su rostro...
ResponderEliminarTerrorífico y simpático a partes iguales.
Un abrazo, Raquel
Gracias Enrique.
EliminarUn abrazo,
Tiene mucho ritmo tu micro, Raquel. No aburre en absoluto.
ResponderEliminarMucha suerte con los votos.
Besito virtual.
Gracias María Jesús.
EliminarBesos virtuales a ti también.
Voy a tener que dejar de leer esta página a estas horas porque miedo me da irme a la cama.
ResponderEliminarSolo una objeción, Raquel, con tu permiso y con todos los respetos: yo hubiera puesto el "socorro" al principio de la frase del niño para enfatizar más el susto, pero bueno, solo es una apreciación.
Un abrazo
Pues tienes toda la razón, al principio queda más terrorífico.
ResponderEliminarBuenas noches Margarita y que sueñes con los "angelitos" Jijiji
Un abrazo
Imagino la situación y con lo miedica que soy me da un jamacuco. Muy logrado, Raquel. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Juana :)
EliminarMuy bueno Raquel... un miedo clásico reinventado de forma magistral...
ResponderEliminarUn abrazo y me voy asustado con Margarita.
Saludos!!!
Gracias Jean :)
ResponderEliminarUn abrazo,
Un relato que recuerda esos temores enjendrados en nuestra infancia a base de imaginación. Muy bien contado. Ojalá esa imaginación siga viva para que , cuando sea mayor, cuente historias como esta.
ResponderEliminarBesos, Raquel.
Pablo.
Que bonito Pablo, muchas gracias.
EliminarUn abrazo,
¿Y no tendrá ese móvil ninguna aplicación espanta-monstruos? ¡Qué bien le vendría! :) Saludos.
ResponderEliminarSi le vendría muy bien ahora. Se me ocurre que le puede hacer una foto y ahuyentarlo con el flash, o encerrarlo en el móvil en un gift terrorífico, que se haga viral e infecte por Internet a todo el mundo hasta que no quede un solo niño humano... JAJAJA XD
ResponderEliminarGracias por tu comentario José Ramón.
Un abrazo,
¡Amén! ¡Qué miedo Raquel!
ResponderEliminarPues a la madre no le queda otra que entrar y sacar al niño del armario y luego salir corriendo.
Besos.
Malu.
Gracias Malu.
EliminarBesos,