Agustín
Los chicos no lloran. Se lo grabó su padre a fuego. Aguanta sin pestañear los golpes y, cuando se cansan, se levanta con la mirada desafiante y les ve marchar. Se arregla el pelo, vuelve a ponerse brillo en los labios y guarda los cañones. Mañana volverán y él... resistirá.
Patricia la historia que cuentas es tan real, tan del día a día, hay tanta homofobia aún en nuesta sociedad. Hay tantos como Agustín que cada día tienen que luchar, incluso en su propia familia por ser lo que se sienten.
ResponderEliminarPatricia lo has contado de forma maravillosa y me has emocionado, y me encanta esa mirada desafiante de Agustín.
Me ha gustado mucho.
Besos de los buenos.
Ah!y los hombres lloran y yo soy un llorón.Todo mi apoyo a cada Agustín que hay en nuestra vida.
Todos llevamos un Agustín dentro, ¿verdad? Desde pequeños nos enseñan a ser como los demás, a no destacar fuera de lo correcto, y, al final, es lo más cómodo. Conformarse, renunciar a los sueños, a los sentimientos. Por eso, ahora, escribiendo, soñando, viviendo, debemos recordar que lo impensable es posible para los valientes. Aunque lloren.
EliminarMuchas gracias, Javier. Me ha gustado mucho tu comenario. ¡Hasta el 5 de noviembre!
¿Es, Agustín, un transexual castigado por serlo?, ¿acepta semejante trato por dinero?, ¿paga, Agustín, por el disfrute de prácticas masoquistas?, ¿es su padre el que lo maltrata por no seguir sus preceptos? ¿es un niño y le pegan en el cole?... Me gusta mucho, Patricia. Y nos da para pensar. Enhorabuena y suerte. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Jesús. ¿Qué más da lo que sea Agustín? Es una persona que respira, que sueña cuando duerme y que no quiere hacer a nadie el daño que le hacen a él.
EliminarUn abrazo de los de no me importa cómo seas.
Y un beso.
Agustín, guarda los cañones y espera la próxima embestida. Tal que la legendaria Agustina de Aragón esperaría el embate de las tropas francesas resistiendo en el sitio de Zaragoza.
ResponderEliminarMucho de encarnizada resistencia hay en la valiente actitud de los colectivos que sufren persecución y acoso por parte de los fundamentalistas intolerantes de cada sociedad.
El relato emociona por la actitud digna y serena que el protagonista defiende frente a los acosadores, por su convicción de seguir siendo él a pesar de los otros. Me encanta la manera en que Agustín enarbola la bandera de su dignidad:dándose brillo en los labios. Preciosa imagen que sobrevuela el texto y le confiere dimensión de emblema.
Bestialmente humano. Yo diría como tú sueles decir, Patricia: de podio.
Enhorabuena. Un abrazo.
¡Me has puesto colorada! Efectivamente, este niño no se llama así por casualidad. Los medios de comunicación están llenos de historias tristes sobre este tema. Qué pocas historias de superación y fortalece consiguen destacar entre el morbo. Historias de personas tolerantes, dignas, fuertes, orgullosas de ser como son porque no se comparan con nadie. Son, ni más, ni menos.
EliminarMuchas gracias, Sr. Bocanegra por su excelente reflexión, que me ha emocionado muchísimo.
Un abrazo grande.
Patricia, qué bonito lo sabes hacer, aún saliendo de tu lado oscuro... Nos presentas a Agustín, acostumbrado a aguantar los golpes desde su infancia maltratado por su padre. Ahora los homófobos son los que le pegan y él sigue resistiendo dentro de su fortaleza...
ResponderEliminarMe ha encantado como lo cuentas, una verdadera maravilla Patricia.
Yo no tengo sombrero pero si un gran aplauso!
Besos desde el corazón, señora vidente...!
Pues me ha costado salir de mi zona de confort, no creas. Ahora hay padres más comprensivos y que ayudan a sus hijos a aceptarse como son. ¿Qué mayor tesoro tenemos que conservar nuestros sentimientos? Sobre todo en la edad de la inocencia, en la que, a veces, es tan difícil ser aceptado por unos iguales que, a su vez, tienen miedo de poder ser juzgados y rechazados si no son como los borregos de su entorno.
EliminarCuidemos a Agustín, porque él, somos todos.
¡Hasta el día 5!
Muy buena, Patricia, la idea de contar la historia del acoso a un muchacho homsexual con la épica con la que Agustina de Aragón llevó a cabo la defensa de la ciudad de Zaragoza. Espero poder escuchar algún día desde Sabadell el cañonazo definitivo de Agustín.
ResponderEliminarun reguero de besos, Patricia.
Y lo oirás, Carles. Porque espero que Agustín haya encontrado una familia en esta casa nuestra, en la que pueda sentirse orgulloso de ser diferente y de aceptar, él mismo, a los que no son como él. Vamos a cuidarlo para que siga creciendo tan fuerte como un apache.
EliminarBesicos muchos.
Por cierto... ¡este es el relato 3.000!
ResponderEliminarFelecidades a tod@s por esos 3000 relatos, cada uno hemos puesto nuestro granito de arena.
EliminarFelicidades Alex por tener esta gran idea al crear esta página.
3000 abrazos.
¡Hala, qué honor! Me hace mucha ilusión y mi Agustín acaba de lanzar un cañonazo para celebrarlo con todos y cada uno de los autores de los 2999 relatos precedentes. ¡A por los 4000!
EliminarFelicidades a todos por estos 3000 micros en Cincuenta palabras, y muy especialmente a Álex, el padre de la criatura.
EliminarFelicidades Alex y a toda la familia! Estos 3000 relatos demuestran la buena salud de la que goza la gran idéa que un día iluminó a Alex. Gracias por ello y a tod@s por hacerlo posible día a día, mes tras mes.
EliminarSigamos creando y compartiendo...
Besos
Las felicitaciones os corresponden a todos. Mis relatos apenas han supuesto un 2% ;-) ¡Abrazo colectivo!
Eliminar¡Increíble! Tres mis relatos, tres mil sueños dirigidos, diría Borges.
EliminarQué felicidad.
Gracias, compañeros. Gracias, Álex.
Abrazos.
Patri. ¡Qué bueno!, Agustín/a carga los cañones para esperar a los cuervos que pretenderán desgarrar y alimentarse de su doble carne.
ResponderEliminarBesitos para la travesía del desierto
¿Lo ves, tocaya mía? Si es que están por todas partes. Me alegro de que, al fin, los hayas descubierto y te sugiero que te resguardes, que ya viene el invierno.
EliminarTe mandaré un cuervo desde el desierto.
Besazos.
Querida Patricia, me encanta que seas tú la que prenda la vela de los 3.000. Y ya puestos, sigue con la llama encendida y dirígete al cañón de Agustín, enciende la mecha, allí estaré yo y uno a uno sacaremos los cañones, encenderemos las mechas y dispararemos.
ResponderEliminarUn mundo mejor es posible, Agustín, los chicos ríen y lloran, se colocan el pelo, se cuidan y aman libremente. Mañana no hay que resistir, hay que vivir.
Un besazo Patricia, nos vemos pronto, ¡qué ganas!
Malu.
Dejemos que sea nuestro capitán Garaizar el que encienda la primera mecha. Detrás iremos los demás y lanzaremos una salva de cañonazos, cargados de palabras. Exactamente, 150.000, todas las reunidas en estos 3.000 relatos.
Eliminar¡Deseando que llegue el día 5!
Abrazo fuerte.
Lo importante siempre es saber resistir y no dejar que los "invasores" nos sometan, y tu Agustín, aun sabiendo que volverá a recibir, no se doblega y les hará frente cada vez a cañonazos como ya hiciera la heroína con los franceses. Muy buena esa imagen de tu valiente protagonista echándose brillo en los labios mientras clava su mirada retadora a sus agresores. Felicidades y un beso grande,Patricia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Matri. Lo malo de luchar tanto para resistir es que te obliga a perder un tiempo precioso que estaría mejor gastado en vivir simplemente, intentando ser feliz, que ya es bastante difícil de conseguir.
EliminarVamos a ponernos también nosotras brillo en los labios para reclamar a gritos "el derecho de vivir en paz".
Besicos y ¡hasta el día 5!
"Y él... resistirá", una frase en la que se resume el coraje y la dignidad, aunque le cosan a golpes los intransigentes, comenzando por su propio padre. Agustín tiene la grandeza de no responder a las agresiones injustificadas, pero también la de no doblegarse ante ellas, con el brillo en los labios como bandera de rebeldía.
ResponderEliminarSi alguien merece llevar a gala el simbólico número 3.000 eres tú, por muchos motivos, entre otros que por ti conocí Cincuenta Palabras, no te digo más. Espero que sea posible y ser testigo de que te toque a ti también el número 6.000.
Un abrazo de esos que merecen la pena
Ay, mi Ángel, todos los abrazos contigo merecen la pena. ¿Sabemos nosotros seguir siendo rebeldes? Pues claro que sí, imaginando mundos mejores, animando con nuestros relatos a la reflexión, a aceptarnos unos a otros con nuestras diferencias, nuestras manías y rarezas.
EliminarGracias por seguir siendo amigo de esta estrafalaria con sombrero de plumas y una gallina en la cabeza. Por cierto, que Malu no se la ha comido y la he resucitado.
¡Nuestros huesos volverán a crujir el día 5!
"los chicos no lloran... Las chicas no deben.... Los hombres no... Las mujeres no..." Esa tradición de dar consejos, pero sin sentarse a escuchar al otro. Una tradición que en ocasiones sabe a traición. Ya va siendo hora de respetar. De respetar a cada persona por cómo siente y por cómo se siente. Quizá ese día ya no hagan falta cañones. Quizá para ese día aún falta un poco más de cordura en todos y cada uno de nosotros.
ResponderEliminarEnhorabuena Patricia.Feliz día. :)
Exactamente, Juan, así debería ser, pero aún falta mucho para que esta sociedad cobarde aprenda a educar en la diferencia. ¿Cuándo aprenderemos que lo distinto puede encerrar la más pura belleza? Siendo todos iguales, consintiendo que nos digan lo que está bien y lo que está mal, les damos el poder a los que tienen miedo de que les perdamos el respeto que no merecen por su intolerancia.
EliminarFeliz día para ti también, Juan.
Un relato muy bueno, Patricia, muy potente. Y es que ya se sabe que el que resiste gana. Enhorabuena. Besos.
ResponderEliminarSí, Luis. Siempre gana, aunque flaquee, sobre todo cuando no hace daño a nadie.
EliminarMuchas gracias por tu valoración.
Un beso grande.
Enhorabuena por el relato y por ese número redondo Patricia. Mi abrazo para Agustín y para tí. Me emocionó leerlo. Besitos
ResponderEliminarGracias, Carmen. Lo del número no tiene mérito, que podía haber sido cualquier otro relato. Pero me hace muchísima ilusión, no lo voy a negar.
EliminarIntento aprender de la sensibilidad que se respira por aquí, como la tuya.
Un besote.
Qué vida dura, Patricia. En nuestras sociedades sigue habiendo jaurías de gentes primitivas que no aceptan al diferente y que desahogan sus bajos instintos y sus frustraciones en quienes saben que no han de defenderse. Qué forma estupenda la tuya de trasmitir esta historia y hacernos empatizar con Agustín y su forma de no darse por vencido, aunque lamentablemente eso sólo funcione en la ficción, porque en la realidad, los violentos lo serán cada día más en su afán de doblegar al otro.
ResponderEliminarEnhorabuena. Excelente relato.
Un abrazo
Sí, Georges, soy consciente de la ficción del relato. ¿Pero a que libera mucho poder transmitir el hartazgo de soportar a los controladores oficiales? Y seguro que también existen Agustines, curtidos por el viento y las mareas, que han aprendido a resistir para no hundirse en el fango pantanoso de las miserables vidas que se les ofrece para sobrevivir. ¿Puede haber algo que produzca más orgullo que luchar contra la injusticia, aunque nos espere el fracaso? Al menos hay que seguir intentándolo y no venderse al enemigo.
EliminarQué trágica me estoy poniendo.
¡Al abordaje!
Me gusta mucho tu micro, Patricia. Tocas un tema que todavía, actualmente, remueve ideas y sentimientos. Has sido delicada y contundente. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Muchas gracias, María José. Me temo que nos falta mucho para que deje de estar de actualidad. ¡Con lo fácil que es vivir en paz y no fijarse en lo que hacen los demás!
EliminarUn besote grande.
Patricia, que aparezca el relato número tres mil en este rincón de las letras de ocasión es suficiente motivo para celebrar. Si además es una historia que te saca las ganas de luchar por tu identidad y tus sueños, las razones son dobles.
ResponderEliminarSeamos pues como Agustín, resistamos con fiereza.
¡Enhorabuena!
Un abrazo.
Sí, Vicente, hagamos de este rincón de letras una trinchera para resistir escribiendo y aceptándonos con nuestras diferencias y sueños compartidos. De momento, nos han llevado hasta el relato 3.000. ¿Hasta dónde llegaremos?
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Patricia, cómo emociona la entereza y la defensa de la propia identidad en Agustín. Nuestra sociedad se resiste a respetar a los diferentes, pero hay muchos Agustines que han sabido ganarse a cañonazos su derecho a vivir libremente.
ResponderEliminarFelicidades por el relato y por redondear los 3000 de esta familia.
Hasta noviembre. Besos.
Sí, Carmen. Hay pocos, porque es muy difícil mantenerse firme ante la incomprensión y la intolerancia, pero Agustines hay más de los que creemos.
EliminarUn abrazo de agradecimiento que espero darte de verdad el día 5.
Y besos.
Patricia has llegado a mi corazón con tu relato. La identidad de un ser humano está en la mente y no en los genes que determinan el sexo. Sufro de pensar lo que sienten al verse frente al espejo, y si encima, los que debieran amarte no te apoyan... luchar en dos bandos es muy duro. Me ha impresionado, un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Escribirlo es más fácil que vivirlo. Por eso he querido envolver, sobre todo, de dignidad a mi Agustín, como homenaje a quienes se atreven a luchar cada día en cualquier batalla de la vida. No siempre se gana, se pueden recibir palizas de muchos tipos, es verdad. Pero la mirada desafiante no nos la pueden quitar y después de cada traspiés hay que apoyarse en el cañón y gritar al destino ¡te vas a enterar! A mí una vez alguien que me quería me dijo que la adversidad me fortalecería y me hundí porque no era capaz ni de mirar al cañón. Años después, sé que es cierto y que, pase lo que pase, hay alguien a quien no se debe traicionar, a ti misma.
EliminarUn abrazo muy fuerte de Agustín. Y otro mío que me gustaría darte en persona el 5 de noviembre.
Ante todo felicidades por ese nímero tan mágico y redondo, encantada que tu tengas este honor.
ResponderEliminarNos dejas un relato lleno de fuerza, que se condensa en esa palabra final "Resistirá". Cuando la sociedad no es permisiva con quienes considera diferentes y a golpes los quieren hacer desaparecer o cambiar. Menos mal que vamos evolucionando y que a veces incluso es bonito ver llorar a un hombre.
Como siempre impactan tus letras. Buen 50, que hoy se viste de 3000.
Besos enormes Patricia.
Gracias, M.Belén. Yo admiro y aprendo de las personas que no se doblegan y que son las que consiguen que el mundo evolucione y mejore. Por eso hay que cuidarlos mucho. Y emocionarte cuando los ves llorar y nos recuerdan que la vida cuesta.
EliminarBesos sin rubores para ti.
Patricia ¡Qué maravilla, te aplaudo de pie! Me ha impactado esa contradicción que vive Agustín entre la obediencia al mandato paterno de no llorar, y por otro lado la defensa valerosa y digna de lo que en realidad quiere ser (que, adivino, se opone de lleno a aquel mandato). Impresionante. Un beso enorme!
ResponderEliminarAsí es, Silvina. Se lo han grabado tan adentro que es incapaz de llorar por lo que da sentido a su vida. Ha aprendido a valorar lo que tiene y sabe lo que quiere. Jamás dejará de defenderlo y de luchar por ello. Pero no llorará.
EliminarCantemos por él.
Un beso para ti.
¡Tre magnifique!
ResponderEliminarQuerida Patricia, escribes muy, muy bien...Voy a ver si te leo más en este otoño propicio.
Me ha encantado, mucha suerte.
Besicos
Mándame Carmen! Vous êtes très gentille.
ResponderEliminarYo releo tu plaquette con mucha devoción.
Un beso fuerte.
Agustín nació fuerte, por eso fue capaz de aprender de la mala educación sin abandonar su pundonor, sin renunciar a su naturaleza. Aquellos que golpean con los prejuicios cerrados jamás entenderán su debilidad respecto a su víctima.
ResponderEliminarY para fuerza e intensidad la exposición de tus dos últimos párrafos, perfectamente apoyados por un comienzo absolutamente magistral.
Una gran historia repleta de épica y dignidad, propia de Patricia de Aragón.
Extraordinario, Compañera. Enhorabuena.
Un abrazo.
Pues no, no soy Patricia de Aragón. Soy Patricia, la cobardica. Pero sacando brillo a los cañones y ayudando a cargar las balas se aprende mucho y un día de estos, dispararé y acertaré en la diana con los ojos cerrados.
EliminarGracias por tu bonito comentario, compañero.
Abrazo con baile.
Desde pequeño luchando. Agustín es un valiente forjado de hierro y miel. Inquebrantable y sensible. Auténtico. Héroe. Víctima inocente de una sociedad enferma. Digno ejemplo de un ser humano que nunca se rendirá ante lo inexplicable, la idiotez.
ResponderEliminarBravo por él.
Y por ti, Patricia, que no pudiste buscar mejor nombre, aunque claro, siendo aragonesa, ¿cuál iba a ser si no?
Un beso.
Me gusta mucho lo de valiente forjado de hierro y miel. Estamos rodeados de héroes gigantes que nos ayudan a dar sentido a este bobo mundo, ¿verdad?
EliminarPor favor, te esperamos el día 5. No nos falles.
Hola Patricia, me quedé con ganas de comentar cuando salió tu relato, precisamente el día Mundial sobre la No Violencia. A ese Agustín que resiste y al que le tatuaron a fuego en el alma que los chicos no lloran, y que sabe que volverán al día siguiente, tiene la fuerza que tú le das. Un beso muy fuerte, Patricia, aunque no pueda acudir a la cita de noviembre allí estaré de corazón.
ResponderEliminarGracias, Pepe. Lo del día fue una preciosa casualidad, como lo fue también que le tocara ser el 3.000.
EliminarQué penita que no puedas venir. Tendré que darle a otro el abrazo que había guardado para ti. Que no, allá va.
Y besos.
No apunto nada Patricia, porque está todo dicho, pero no quería dejar de comentar tu ingenio y tu delicadeza al tratar el tema. Una pregunta ¿tú crees, como yo, que Agustina Zaragoza se afeitaba el bigote?
ResponderEliminarPues no sé qué decirte, paisana. Por un lado, la sabiduría popular da por cosa cierta que "los" tenía bien puestos y eso parecería confirmar la sospecha de que no era simple pelusilla lo que cubría su enérgico rostro. Pero, por otro lado, sabido es también que las aragonesas somos de armas tomar y dicha teoría podría ser una maldad de los cobardicas soldados franceses que salieron escaldados tras toparse con tan delicada flor.
EliminarEn cualquier caso, no revelemos los secretos patrios y dejemos que los foranos descubran por sí mismos el secreto de la belleza de sus descendientes.
Besicos.
Pocas cosas nos hacen más fuertes que creer en nosotros mismos y en aquello por lo que luchamos. En el caso de Agustín ambas cosas coinciden, proporcionándole el valor necesario para mantenerse en su "sitio".
ResponderEliminarGran relato, Patricia, retomando uno de tus registros más comprometidos, y contado con esa enorme calidad que posees.
Un abrazo. Espero poder darte uno de verdad en Madrid.
Muchas gracias, Enrique. Yo sigo rezando para que no se te tuerzan las cosas... Aunque Pati Detective ha visto a una chica contestando la encuesta en cuyo avatar aparece un guapetón que se parece algo a ti. ¿Vienes? Anda, dinos ya que sí, que se me están pelando las rodillas de tanto rezar.
EliminarAbrazote doble.
Aunque hay una pequeña posibilidad de que no pueda ir yo estoy bastante confiado en que sí, así que he preferido dejar de hacerme el interesante y apuntarme como asistente. Ya se lo he dicho a Álex. Total, si no puedo ir yo le pido al guapetón que vaya por mí y arreglado, jajaja. Gracias por tus rezos y un beso.
Eliminar¡Bien!!! Pero que venga también la guapetona, eh.
EliminarLo de la guapetona es otra historia. Mirando la encuesta votó sin querer y al parecer el programa permite cambiar la opción pero no eliminarla. El caso es que ella no viene.
EliminarHola Patricia, ya veo que tu micro es el N° 3000, es como cuando sale el mensaje de "Usted es el visitante 1.000.000" y te dan un supuesto premio haciendo click en el botón. Y cual sería el premio? pues tus relatos Patricia... Bien merecido lo de ser el numero tres mil, que eres de las pocas personas uno asocia a 50 Palabras.
ResponderEliminarUn abrazo por ti y otro por tu relato, que, yendo un poco más allá, representa la lucha por el sueño y el valor de enfrentar los obstáculos.
Un beso.
Qué bonito, Jean. Muchas gracias por este comentario tan halagador y motivador. Todos merecíamos haber sido tocados por la varita del azar. Me eligió el destino y me hizo muy feliz, pero no tanto como seguir participando con mis relatos indescifrables y comentando los vuestros. Ojalá pudieras venir a la quedada. Tal vez, algún día pueda ser posible, que está vida es muy rara, te lo digo yo.
EliminarUn abrazo extra fuerte.
Muchas gracias Patricia, esta entre mis sueños viajar un día a España (y a Isla de Pascua, y a Egipto, y a Tikal, y a...). Ya se me antojan divertidas las quedadas, bueno este año no alcance, ya tengo un poco más de un año para encontrar una lampara maravillosa o una pata de mono...).
EliminarUn beso y un abrazo en la distancia, lleno de melancolía y añoranza por viajar físicamente a lugares donde el corazón ya lo ha hecho.
El micro nº 3000 no podía ser cualquier cosa; así que me alegro que lo haya protagonizado tu valiente y ejemplar "Agustín", Patricia. Me encanta la imagen del brillo en los labios reafirmándose en lo que es. Un relato estupendo. Enhorabuena y un beso.
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana. La verdad es que ha sido un honor tan grande y fantástico (por lo casual) que me siento como si hubiera recibido el Putlizer de manos de Hillary Clinton.
EliminarUn abrazo grande.