Cuando sea mayor
Caminaba yo, canturreando y absorta en contemplar los vivos colores de los escaparates de la calle, cuando apareció, de repente, con su brío característico, para empujarme. Yo me encaré a él, pero no conseguí evitar que me tirara fácilmente al suelo. "¡Cuando sea mayor, verás!", dije, furiosa, al insolente viento.
Qué energía tan hermosa y vivaz tiene esta joven protagonista, qué bien se despliega su actitud vitalista y despreocupada por el relato y con qué valentía encara la insolencia del viento. Toda una declaración de carácter y personalidad.
ResponderEliminarMe parece un hallazgo la personalización del viento como personaje en conflicto, agrandando la visión del mundo infantil, su egotismo ingenuo y maravilloso.
¡Pa celebrarlo, Mª José! Un abrazo.
Muchas gracias, Manuel. He de admitir que sueles dejar comentarios (a mí y a otros) que causan admiración, por lo que dices y por cómo lo dices. Por todo ello, siempre es placentero ser objeto de tus amables palabras.
Eliminar¡Lo celebramos cuando quieras!:)Otro abrazo para ti, de vuelta.
Caray, María José, tú que ibas tan contenta paseando y viene ese insolente a meterse contigo. Pues, que espere esos añitos y a ver quien lleva las de ganar. Muy bueno y simpático tu relato. Enhorabuena y suerte. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, querido Jesús. Ya se sabe, tiempo al tiempo... la niña protagonista apunta maneras, ¿verdad?
EliminarUn fuerte abrazo.
María José, me gusta tu relato ya que hasta el final desconocemos la personalidad de ese insolente que empuja y tira a tu protagonista.
ResponderEliminarCreo que siempre será una lucha desigual, ya que por muy mayor que se haga siempre tendrá las de ganar el viento.
Buen relato María José.
Besos.
Desde luego, amigo Javier, la dimensión del viento frente a la de cualquiera de nosotros, no tiene parangón. Pero es bueno enfrentarnos a su fuerza porque eso nos hace mejores, más valientes, aunque acabemos en el suelo...
EliminarUn gran abrazo.
Me encanta!!!! Súpervivo, muy fresco.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirlo, María José.
Salut.
Gracias, Dipandra. Me encanta que te encante :).
EliminarMucha salud y alegría para ti.
Un abrazote.
Que bien plasmada, gracias a esa última frase, la rebeldía infantil ante el que tiene la fuerza bruta. Ya llegará momento de enfrentarse al viento cara a cara, si no pierde esa imaginación que si logramos mantenerla, nos convierte en niños eternos.
ResponderEliminarUn besote, María José.
Pablo.
Gracias, amigo Pablo. Con esta sencilla historia he querido, en cierto modo, simbolizar la lucha diaria de tantos y tantas que han de enfrentarse al Enemigo, con mayúsculas, con precariedad de medios, pero rebosando valentía y ganas. Quizás soy demasiado pretenciosa, pero pensaba en todo esto al hacer este sencillo micro, de mensaje tan claro.
EliminarDos besotes para ti, Pablo.
Ja, ja, aquí querría verte, cara a cara con nuestro cierzo.
ResponderEliminarUn abrazo mañico.
Con todos mis respetos a tu indomable cierzo, querida Patricia, por aquí, a mi ciudad se la denomina "la ventosa" y ya supones por qué... He de admitir que el sufrir, a menudo, los embates del viento racheado me ha influido a la hora de escribir este micro.
EliminarUn abrazo agarimoso.
Hermoso relato el que nos presentas, lleno de frescura contagiosa, y luego aparece ese perturbador insolente que hasta la última palabra no nos enteramos quién es.
ResponderEliminarMuy bueno, Maria José. Felicidades y un abrazo.
Muchas gracias, Georges. Me encanta que veas frescura en mi micro. Para mí es un gran halago.
EliminarOtro abrazo fuerte para ti.
Creativo, bien por el(la) protagonista, que sueña con algún día encarar y vencer fuerzas insolentes que lo dominan en su debilidad actual.
ResponderEliminar@CoraznAtrevido
Efectivamente, mi personaje es como tú: un Corazón Atrevido. No es capaz de calibrar, de momento, su fuerza ante el viento, pero se imagina a sí mismo, de mayor, con el poder suficiente para doblegarlo.
EliminarUn abrazo.
Se palpa la candidez e ingenuidad de tu prota, en esta simpática historia de viento.
ResponderEliminarBesito virtual, María José
He buscado, María Jesús, ese efecto de candidez y me alegro que lo hayas percibido. Es una historia de viento pero también de superación, de valentía... aunque esas ideas no aparezcan a simple vista.
EliminarGracias y besitos virtuales de vuelta.
M. José, un relato en el que no nos descubres hasta la última frase la edad de la protagonista y hasta la última palabra desconocemos quién la empuja.
ResponderEliminarMuy fresco y vital, enhorabuena!
Besos
Muchas gracias, Pilar. Veo que la frescura del texto os seduce a la mayoría y me encanta. He dejado hasta el final sin aclarar el responsable de los empujones porque bien podría ser un compañero de colegio, de esos tan antipáticos y peleones que siempre han existido, por desgracia...
EliminarBesos.
Suele decirse que a las palabras se las lleva el viento. En este caso da un empellón a los lectores de este magnífico relato.
ResponderEliminarA diario nos enfrentamos a circunstancias más poderosas que nosotros y, como la protagonista de esta historia, soñamos con algún día tener la fuerza suficiente para derrotarlas.
Un abrazo, María José.
Vicente
Gracias, amigo Vicente. Has entendido lo que pretendía mostrar, a través de un vocabulario sencillo y claro. Cuando tenemos que enfrentarnos a situaciones que nos sobrepasan, desearíamos ser superhéroes (o superheroínas) y eliminarlas de un plumazo...
EliminarAbrazos para ti, de vuelta, Vicente.
Siempre hay un viento de cara, que aparece de improviso tras cualquier esquina cuando más tranquilos estamos, dispuesto a derribarnos el muy ladino. Pero que se fastidie, pues tantas veces como nos dé revolcones tantas nos pondremos en pie, y además plantándole cara, así hasta que se aburra. La niña de tu relato promete y mucho, tiene la actitud adecuada, la del que no se rinde, todo un ejemplo.
ResponderEliminarUn abrazo, María José
Sí, querido Ángel, mi protagonista es admirable porque no se rinde, desde luego. Si se le quisiera dar una lectura feminista (yo no lo soy) podríamos ponerla de ejemplo de una luchadora por sus derechos, por el de querer estar de pie, ante tantos que la quieren derrotar y tirar al suelo...
EliminarAbrazos para ti, Ángel.
Mi padre siempre decía que los días de viento teníamos que ponernos piedras en los bolsillos...
ResponderEliminarAl viento, siempre de cara y desafiando María José.
Un beso grande.
Malu.
Sí, querida Malu. Al viento,no darle nunca la espalda, pues es muy traicionero. Podrá empujarnos pero seremos capaces de sortearlo, tras varias caídas de prueba, y saldremos victoriosos. ¡Claro que sí!
EliminarUn beso más grande, de vuelta, Malu.
Elegiste un gran tono narrativo y lograste un muy buen final. Me gustó.
ResponderEliminarUn beso, María.
Muchas gracias, Lu. Una frase muy halagadora. Un placer para mí, que te haya gustado el micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esta niña apunta maneras, no se arredra ante nada. Será capaz de manejarse por sí misma muy pronto.
ResponderEliminarUn micro aleccionador, María José. Besos.
Muchas gracias, Carmen, por pasarte. Efectivamente, la niña es valiente y se enfrenta a la realidad, no se esconde. Puede que salga mal parada, ahora, pero yo también le auguro un gran futuro...
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta la pureza de estos dos personajes, enfrentados en una lucha desigual, por el momento, así como el modo en que nos has contado la escena, que aunque parezca que basa su efecto en las dos sorpresas finales, a mí entender su valor reside en ese sano y fuerte carácter de la niña, que se nos queda dentro.
ResponderEliminarEnhorabuena, María José.
Un abrazo
Muchas gracias, Enrique. Precisamente yo quería que sobresaliera ese carácter fuerte de la niña por encima de la anécdota. Me encanta que lo hayas percibido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una bonita historia con moraleja. Siempre hay vientos que empujan desde los cuatro puntos cardinales, pero no importa tanto que que te tiren al suelo como que luego te vuelvas a levantar.
ResponderEliminarUn relato bien contado que deja una agradable brisa. Enhorabuena, María José.
Un abrazo.
Muchas gracias, Antonio. Me alegro de que te haya envuelto en una agradable brisa con mi micro. Un placer.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti.
Me ha gustado el relato en su sentido literal, pero también en el sentido metafórico que yo me he imaginado. A veces, la vida nos azota y nos hace cimbrear como si fuéramos juncos.
ResponderEliminarSaludos, María jesús.
Un placer que te hayas pasado por aquí, Carles. Soy una gran admiradora tuya y me alegra saber que te gusta mi micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
María José y no María jesús. Disculpa.
EliminarJajaja, estoy acostumbradísima a que confundan mi nombre. Nada que disculpar, Carles.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Simpático tu relato en el que la niña desafía al pertinaz viento, pero dejándolo para mañana, para cuando sea mayor... Una sabia decisión, me recuerda a aquella de la zorra y las uvas.
ResponderEliminarEnhorabuena, María José. Saludos.
Gracias, Mª Jesús. Desde luego, la niña es inteligente y sabe que, con el paso de los años, será más fuerte.
ResponderEliminarUn abrazo.