Cuentan en mi barrio
Seis puñaladas saldaron las cuentas que dejaron cinco años de condena en la prisión de Cuatro Caminos.
Tres colegas atracaron la joyería del barrio, pero sólo dos pisaron la cárcel. El otro había declarado ante el juez, con una mancha de orín en los pantalones.
Ahora ya no cuenta nada.
Tres colegas atracaron la joyería del barrio, pero sólo dos pisaron la cárcel. El otro había declarado ante el juez, con una mancha de orín en los pantalones.
Ahora ya no cuenta nada.
Los mejores colegas le quitaron la vida al soplon, buen relato, de corte cinematografico. Me gusta el estilo, y lo apabullante de las escenas. Perdon por la falta de acentos. No me van en el teclado. Besos Carlos.
ResponderEliminarHola, Carmen,
EliminarSi se hiciera un película de este relato, sin duda sería de "corto" presupuesto.
Gracias por comentar y un beso.
En la ley no escrita de los ladrones el chivato la paga, y así ha sido.
ResponderEliminarEsa imagen con la mancha en los pantalones ya define que el soplon sabía que iba a morir.
Buen relato Carles, me ha gustado esta breve pero intensa novela negra.
Un abrazo.
Ley de leyes, que dirían en el barrio del cuento.
EliminarGracias por tu comentario, Javier.
Un abrazo.
Pues sí que es cinematográfico, sí. Me los imagino por las callejuelas del barrio gótico, una sombra al acecho y gemidos de sorpresa.
ResponderEliminarQué bueno, Carles.
Y, de fondo, si te fijas, se escucha una canción de estopa.
EliminarMe alegro de que te haya gustado, Patricia. Besos.
Sí, lo has contado magistralmente, amigo Carles. En tan pocas palabras es un "micro oscuro de barrio"
ResponderEliminarMe gusta mucho, mucha suerte
Besicos
Muchas gracias por tus amabls palabras y por tus buenos deseos, Carmen.
EliminarBesos.
Un relato que desde el seis nos lleva al cero, siete números racionales que al final parecen el conjunto de los números imaginarios.
ResponderEliminarEs un relato de mucha categoría, con una estupenda historia desgranada con una cuenta atrás que en cierto modo es circular, porque acaba donde empieza, con el cero de la muerte.
Denso relato descrito con oficio y destreza. Uno de esos pocos que sólo cabe disfrutar de ellos.
Magistral, Carles. Enhorabuena
Un abrazo.
Como siempre, Antonio, te ha salido un comentario superlativo.
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
No le arriendo la ganancia al pobre chivato. Esos años aguardando la certeza han debido de ser terroríficos. Algunos pensarían que disfrutaría de una mejor vida en la cárcel, sin remordimientos. Muy bueno, Carles. Saludos y suerte.
ResponderEliminarEn su pecado llevaba la penitencia el muchacho, sí. Y si algún día hubiera logrado olvidarse del asunto, me imagino que los familiares de los delatados allí estarían para volver a recordárselo.
EliminarSaludos cordiales, Jesús.
Desde el título hasta la última frase me parece una maravilla. De lo mejor que he leído en cincuenta en mucho tiempo. Título acertadísimo, ritmo perfecto, gran argumento, final muy bien rematado y la forma de escribirlo, insuperable. Tío, eres un genio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
¡Ah! Este va a mi libreta de cabeza.
Amigo Pablo, eres un exagerado, pero no sufras, que te quiero así tal cual.
EliminarAbrazo.
La venganza siempre es terrible y de consecuencias imprevisibles, pero cuando es fría, es espeluznante. Hay alguien aferrado a una idea fija durante años hasta que toma revancha en la vida de otro.
ResponderEliminarMagníficamente creado el ambiente a través de esa voz que nos cuenta las cuentas pendientes del barrio.
Saludos, Carles.
La historia puede verse desde dos perspectivas: la del soplón y la de los traicionados. Tú pones el acento en estos últimos y enriqueces el relato. Muchas gracias, Manuel.
EliminarSaludos cordiales.
Una cuenta atrás para narrar de manera fabulosa una historia de barrio.
ResponderEliminarLos soplones siempre terminan con una mancha de orín y otra de sangre.
Un 50 estupendo Carles, como se nota que dominas los números y las letras.
Un beso grande.
Es curioso, pero el soplón siempre es visto como una mala persona y genera "anti-empatía".
EliminarEn cambio, mi querida Belén, tú siempre resultas adorable.
Besos.
Qué tal, Carles,
ResponderEliminarAl más puro estilo de Edward Bunker has escrito una historia que atrapa más que los barrottes de cualquier prisión.
Genial.
Un abrazo.
Vicente
Agradezco especialmente tu comentario, Vicente, porque ignoraba quién era Edward Bunker. A ver si lo remedio y encuentro algo suyo para leer.
EliminarUn abrazo.
Las cosas que se dicen en un barrio suelen tener visos de verosimilitud. Una cuenta atrás que, lejos de llevar a un buen despegue, sólo conduce a un final anunciado y cierto, esos números no llevaban una buena trayectoria, al contrario de este relato, con una trama potente y una estructura original, acorde con el título. Muy buen relato, Carles.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Lo que es indudablemente cierto, mi querido Ángel, es que eres un comentarista de excepción.
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
Dicen que "Tres podrían guardar un secreto si dos estuvieran muertos" en este caso quedan dos pero como ya han pasado por la cárcel pues todo resuelto... Un micro bien contado.
ResponderEliminarSaludos, Carles.
Los cementerios están llenos de muertos...y de secretos.
EliminarGracias por comentar, Manoli.
Ingeniosa cuenta atrás que acompaña el desarrollo de un micro de factura impecable.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carles, por otra de tus demostraciones de imaginación y oficio.
Un saludo
Caramba, Georges, eres muy amable.
EliminarMuchas gracias.
He estado viendo una fantástica película de ladrones, venganzas y barrios donde las paredes hablan. Enhorabuena Carles. Me ha encantado.
ResponderEliminarAh, como decía más arriba, sin duda se trata de una película de serie Z, rodada con una sola cámara de dieciséis milímetros.
EliminarCon todo, te invito a las palomitas.
Gracias, Carmen.
Un ajuste de cuentas entre ladrones de barrio. Interesante propuesta, Carles. Oímos hablar mucho, desgraciadamente, de los ajustes de cuentas entre mafias de la droga. Este caso que cuentas, nos toca aún más de cerca. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Así es, María José, un ajuste de cuentas en escala micro, como corresponde a este lugar.
EliminarGracias y un abrazo de vuelta.
Vamos, que no tenía escapatoria alguna. Confieso que me "enervan" (dicho muy elegantemente, que conste) estas situaciones que no tienen solución, que hagas lo que hagas, antes o después, bueno o malo,... no hay nada que hacer. Me ponen de los nervios así que... aquí estoy, toda nerviosita, por él; y esa mancha de orín que parece que ha llevaba en la conciencia y de por vida.
ResponderEliminarEl propio protagonista escribió su final...con ayuda de este humilde autor, eso sí.
EliminarGracias por comentar, Luisa y cuando quieras nos tomamos una infusión relajante de esas.
De seis a cero en cincuenta palabras, con un atraco, tres implicados, condenas de por medio y un asesinato. Lo que cuentan en el barrio, ¡casi nada! Magistral, querido Notinc, como diría Miss. Richmond, es de podio.
ResponderEliminarEste mes estás por encima de los mortales, enhorabuena.
Un beso grande.
Malu.
Bueno, bueno, que me voy a sonrojar.
EliminarMe alegro mucho de que te haya gustado mi propuesta, Malu.
Otro beso grande, grande para ti.
Nos vemos bien pronto.
Genial esta historia explicada sobre una cuenta atrás.
ResponderEliminarSeis aplausos, cinco vítores, cuatro reverencias, tres abrazos, dos besos y un saludo.
Carme.
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete...novecientas noventa y ocho, novecientas noventa y nueve y mil....gracias.
EliminarPetó, Carme.
Me gusta mucho el final "ya no cuenta nada". Es un contar muy inteligente.
ResponderEliminarSaludos virtuales, Carles
Tal y como tú lo cuentas, suena mejor.
EliminarGracias, María Jesús. Saludos.
Una genial historia de barrio, con cuenta atrás perfectamente estructurada. Lástima que se acaben los números (y las palabras).
ResponderEliminarSuerte y un abrazo, Carles. ;)
No te preocupes, Mª Jesús. Siempre habrá números e historias que contar.
EliminarUn beso.
Una vez más me sorprende la capacidad que tenéis algunos para, en cincuenta palabras, contar toda una historia. Un atraco en la joyería del barrio, tres detenciones, un traidor, dos condenados a cinco años, un ajuste de cuentas satisfecho con seis puñaladas y... nada más que contar. Enhorabuena, Noting, me ha encantado tu micro. Besacos.
ResponderEliminar¡Vaya quién habló de contar historia en cincuenta palabras!
EliminarDe todos modos, muchas gracias, Matri.
Un besazo para ti.
Carles, nos narras la historia con una cuenta atrás que nos lleva al 0 donde ocurre el desenlace final. Muerte del soplón, al más puro estilo noir.
ResponderEliminarMue ha gustado esa forma original de contarlo.
Enhorabuena!
Besos
Las posibilidades de mezclar las palabras son infinitas. Las probabilidades del soplón de sobrevivir en nuesto universo literario eran nulas.
EliminarUn beso, Pilar.
Excelente gradación numérica del seis al cero para contar una historia de pendencias. Un relato lleno de acción muy bien tramado.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carles. Un abrazo.
Muchas gracias por tu análisis, Carmen, tan conciso y generoso.
EliminarAbrazos.
Cuando leí hace semanas este relato, lo encontré una genialidad, desde el titulo hasta la cuenta regresiva y desenlace.
ResponderEliminarNo podía no comentar, aunque sea un poco tarde.
Felicitaciones Carles!!!!
Muy agradecido por tu comentario, Jean. Como ves, mi respuesta también viene con un poco de demora.
EliminarSaludos cordiales.
Eres un mago, Carles. A mí, relatos como este, por lo que cuenta y el modo en que lo hace, me reafirman en la ilusionante idea de que se pueden hacer grandes cosas con este formato. Muchas gracias por el estímulo que ello supone y por hacernos disfrutar con esta genialidad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y ¡hasta pronto!
Es verdad que entre las infinitas combinaciones que se pueden llegar a realizar con cincuenta palabras y un poco de imaginación, se puede hacer cualquier cosa.
EliminarUn abrazo, Enrique. Tengo muchísimas ganas de que llegue el sábado.
Qué hábilmente nos has llevado de la mano en esta cuenta atrás de un ajuste de cuentas entre compinches, y qué buen uso has hecho de la polisemia del verbo contar.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carles. Un beso.
Mil gracias, mi querida Asun, y otro beso para ti.
EliminarMe encanta cómo has jugado con los números para contarnos tanto con tan pocos. Genial idea y desarrollo, Carles. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarJugar, esa es la clave, sí señora. Y disfrutar jugando.
EliminarBesos, Juana.
Impecable. Se me había pasado. Me gustó mucho.
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado, Lu. Muchas gracias por comentar.
EliminarSaludos cordiales.