Daño colateral
No era mal chico, pero sentía aversión por el estudio. Los encantos de la voluntariosa madre, una cita privada con el director y el curso aprobado. Un día el marido lo supo. "Todo sea por un hijo", repetía ella mientras se secaba las lágrimas, tras recibir los papeles del divorcio.
Ángel, esta claro que por un hijo se hace lo que sea, pero esa madre ha hecho mucho y más, hasta perder su matrimonio. Lo peor de toDo es que con esa educación que le está dando a su hijo lo más seguro es que este cuando sea mayor no la trate correctamente, ejemplos hay muchos.
ResponderEliminarUn relato que aunque ficción creo que seguro que puede darse en la realidad.
Ángel en 50 palabras has escrito una novela, me ha gustado.
Un abrazo enorme.
Todo tiene un límite, hasta el amor y la entrega de una madre. Como bien dices, seguro que, pese a tanto esfuerzo, no la tratará correctamente cuando llegue a la edad adulta, como él tampoco será capaz de apreciar la necesidad y los valores que derivan de obtener las metas con el propio esfuerzo.
EliminarMuchas gracias, Javier. Otro abrazo enorme para ti
Hola, Ángel.
ResponderEliminarEs increíble el egoísmo de algunos padres que no están dispuestos a ser generosos y a compartir lo que sea por la felicidad de sus hijos, Jeje. Pero dado el carácter voluntarioso de la abnegada señora, pienso que las lágrimas no durarán mucho.
Gran micro, Ángel.
Un abrazo
Estoy de acuerdo contigo. La obcecación con su hijo y el carácter de esa señora harán que ese "daño colateral" de quedarse sin pareja lo dé por bien pagado. Las cosas llevadas a los extremos llegan a ser enfermizas.
EliminarGracias por tu comentario Georges. Un abrazo
Los sacrificios a los que puede llegar una mujer por ayudar a su hijo son ilimitados. Si pedimos a una mujer con hijos que haga un orden de prioridades en su vida, siempre irán estos por encima del marido o pareja. Es un vínculo tan intenso y fuerte que todo lo demás importa poco. Por otra parte, Ángel, no dejas muy bien al sistema educativo... Así pues, en 50 palabras, nos hablas de un hijo consentido, una madre que hace lo que no debe por él, y de un director de instituto (o colegio) que pide sexo a la madre (o se ofrece ella, no se sabe). ¡Genial, Maestro!
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Has delimitado muy bien el triángulo de conductas erróneas que encierran estas cincuenta palabras. Por un lado, la madre cree que hace un bien, cuando es todo lo contrario. El director es corrupto y algún calificativo más que se le podría aplicar (fruto de la ficción, en ningún caso extrapolable a los profesionales del sistema educativo). Por último, el muchacho se deja querer, que es lo más fácil. Al padre le salvamos, lo mejor que podía hacer el hombre era huir de allí.
EliminarMil gracias por tus amables palabras, Maria José. Otro abrazo fuerte de vuelta
Tanto en tan pocas palabras!!! Enhorabuena porque en unas líneas resumes una vida. Besos
ResponderEliminarEl formato en el que nos movemos nos obliga a ello, a mí me parece un hermoso reto. Otro distinto sería, a partir de estas cincuenta palabras, como de otras muchas, hacer algo más extenso.
EliminarMuchas gracias, Carmen, me alegro de que te haya gustado.
Besos
Una madre hace lo que sea por el bien de sus hijos, por sacarlos adelante en esta complicada vida, aunque a veces traiga consecuencias como la que nos muestras de manera magnífica en tan solo 50 palabras.
ResponderEliminarUn gusto leerte en cada historia que creas.
Tu imaginación es un pozo sin fondo y un mar de buenos relatos.
Un besoabrazo Ángel.
El problema de esta madre, sin duda abnegada, es que ella un día faltará, y ese muchacho quizá no habrá aprendido a salir adelante por sí mismo. Como se suele decir, los hijos vienen sin manual de instrucciones, madres y padres hacemos lo que podemos, con más acierto o con menos, sin separar el componente emocional.
EliminarImaginación y buenas letras las que tu tan generosamente compartes.
"Besoabrazo" es una palabra de lo más afortunada. Yo te mando otro
Estupenda visión que ironiza sobre los extremados cuidados maternales. La señora en cuestión no ha dudado en someterse a la tiranía del sexo extramatrimonial por el bien académico de su hijo. Como premio, un divorcio, que según qué condiciones, puede ser la matrícula cum laude de su curso intensivo de infidelidad.
ResponderEliminarIngenioso y afilado tu micro de este mes. un abrazo, Ángel.
O no llegamos, o nos pasamos. Los extremos nunca conducen a nada bueno. Un amor, sea del tipo que sea, ha de rozar lo irracional para ser auténtico, pero todo dentro de unos parámetros, de lo contrario se producen consecuencias indeseadas, como las derivadas de los celos.
EliminarAgradezco mucho tu visita y tu atinada interpretación, Manuel. Un abrazo
"Una cita privada con el director y el curso aprobado..." Un tópico erróneo. Ahora, para aprobar, basta con visitar la Delegación de Educación.
ResponderEliminarSi te soy sincero, l escribir este relato no había pensado en criticar el sistema educativo, pero todas las lecturas son válidas, Plácido, somos así, semejantes pero diferentes, si no, sería aburrido.
EliminarGracias por pasarte y un saludo
Ángel, de nuevo sacas una historia de un mundo aparentemente normal, con mucha chicha y un título espléndido.
ResponderEliminarMe pregunto qué hubiera pasado si en vez de director hubiera sido directora y en vez de madre, padre. Seguro que le mujer (directora) hubiera salido más parada en esta sociedad machista que vivimos.
Un abrazo, amigo.
Como cada mes, un buen relato.
Pablo.
Resulta muy meritorio crear situaciones en escenarios hipotéticos, a partir de la pura imaginación, otra cosa es que sea necesario, pues como alguien dijo una vez, existen otros mundos, pero están en éste; no hace falta irse muy lejos. Tu aportación es muy significativa (por qué será que no me extraña). Si el director hubiera sido directora a alguien le habría faltado tiempo para recoger firmas, poner una denuncia y darlo a conocer a los medios, luego habría declaraciones de algún político adoctrinando. Otra historia de nuestro mundo, sin duda.
EliminarMuchas gracias por tus palabras y un abrazo, amigo Pablo
Incluso el amor es nocivo si se encamina mal. Debe procurarse siempre el bien de los hijos, por eso mismo debe preparárseles para asumir las consecuencias de sus actos. Lamentablemente, en ocasiones las circunstancias llevan a este tipo de sacrificios, ¿recuerdas a la madre de Forrest Gump y el director del colegio?
ResponderEliminarUn tema que da para mucho, como todos los que tú eliges.
Excelente título además.
Un fuerte abrazo.
Vicente
La frase "quien bien te quiere te hará llorar" implica que entre padres e hijos no todo pueden ser risas y comodidad entre terciopelos. Negar a una criatura la evidencia de que la vida implica lucha y sacrificio sólo puede ser nocivo. Sí que recuerdo a la madre de Forrest Gump, un caso más comprensible, pues no tenía marido y sólo pretendía que su hijo fuese admitido en un colegio para niños normales. Lo de la madre de mi relato es peor.
EliminarMuy agradecido, Vicente. Otro abrazo fuerte para ti
Dónde quedó aquello tan simpático del escarnecido jamón. Reconozco que suena a otros tiempos felizmente alejados, pero cuántas alegrías dio a recibidores y oferentes. Muy bueno tu relato, Ángel. Saludos.
ResponderEliminarLlevas razón. Un jamón se ha quedado muy corto, lo que hace la protagonista de mi relato también. Ahora se estilan otro tipo de prebendas. No hay más que ver las corrupciones políticas en los informativos.
EliminarMuchas gracias, Jesús. Saludos
Como la vida misma.
ResponderEliminarExcelente.
Se trata de una ficción, pero podría ser perfectamente real. Episodios más inverosímiles se producen cada día.
EliminarGracias, Lu. Un abrazo
En nuestro país no es nada extraordinaria la situación que presentas en el microcuento. Pues creo que, en líneas generales, no somos muy dados a reconocer los méritos, a dejar que sean quienes lo merezcan quienes ocupen los cargos, sino que usamos el enchufe, la recomendación, el engaño, la corrupción para conseguir nuestros fines.
ResponderEliminarSólo hay que oír a mucha gente cómo justifica todas esas prácticas, cómo se aprovechan y las utilizan cuando la ocasión les es favorable, cómo se burlan de la gente honrada y les consideran poco menos que tontos; por no hablar de su fidelidad en el voto a quienes saben que les están engañando y robando.
Justificar todo lo anterior, como hacen algunos tertulianos que se pasan el día en las emisoras de radio y televisión, diciendo que, aun así, somos un gran país y que están mucho peor en no sé cuántos otros sitios, me parece el colmo del cinismo.
Así que esa madre, pensado que el fin justifica los medios, que lo importante es que su criatura siga adelante aunque no lo merezca, no ha sentido ningún escrúpulo a la hora de utilizar sus armas de mujer para que su hijo apruebe.
Pero, en su caso, y en muchos otros, ese mal hacer se vuelve contra ella misma, primero, cuando su marido decide separarse –marido del que, por otra parte, también habría mucho que decir-, y luego, porque es de suponer que, con el correr del tiempo, ese hijo le dará más disgustos que alegrías, y que a los daños colaterales se sumarán otros frontales que la alcanzarán de lleno.
Como siempre, con una gran sabiduría, planteas un tema poliédrico que no se queda en sí mismo, sino que se extiende como una mancha de aceite por el complejo tema de la ética y las relaciones humanas.
Mi enhorabuena y un fuerte abrazo.
Parece que nos hemos puesto de acuerdo, Enrique. Casualidad o no, justamente acabo de escuchar a unos tertulianos en la radio, diciendo que existe más corrupción en otros países, que los juicios que estos días se están produciendo son consecuencia de circunstancias de hace años, hoy superadas, ya que la justicia es eficaz (lo decían ellos), pero lenta, y que ahora la situación es otra, pues se han tomado medidas para que no se repitan esas prácticas. Después han reconocido que tenemos algunos problemas, pero no más que otros países avanzados de nuestro entorno.
EliminarCombo bien señalas, este muchacho del relato, que supera etapas escolares sin esfuerzo, y sin importarle que su madre incurra en ciertas prácticas para que él permanezca en un privilegiado limbo, no sólo no será un ser agradecido, sino que va camino de convertirse en una bomba de relojería, para sí mismo y para los demás, en especial, para su madre, que ha alimentado su peor pólvora en lugar de mojársela.
No sabes cuánto disfruto con tus comentarios, si además vienen como consecuencia de cincuenta palabras de mi autoría, el disfrute se vuelva satisfacción.
Soy mucho más de escribir que de hablar, pero creo que si tuviéramos la ocasión de encontrarnos, sin prisas ni cortapisas, podríamos estar conversando y "arreglando" el mundo durante horas, aunque, obviamente, sería yo quien aprendiese de ti. Nunca llegaré a sabio, pero creo que sí sé impregnarme y apreciar a quien rebosa saber y fina ironía, como es tu caso, por ver si se me pega algo.
Últimamente echaba de menos tus comentarios, pero eso agradezco doblemente tu visita y tus palabras, siempre generosas, doctas y amables.
Muchas gracias y un abrazo fuerte, Enrique
Daño colateral como consecuencia de la mala educación que recibe este niño o adolescente consentido. La madre se excede en su instinto protector y falta a las más elementales normas de la ética. El director tampoco es un ejemplo a seguir. Menos mal que aderezas con fina ironía esta historia de personajes tan poco ejemplares.
ResponderEliminarOtro de tus cincuenta que pone el dedo en la llaga. Un abrazo.
Tú conoces muy bien, Carmen, la importancia de la educación. Cuando ésta se tambalea parece que todo lo hace, produciendo daños colaterales que sólo pueden ir a más. El director, desde luego, no es mejor que la madre; ella, aunque muy equivocada, cree tener un fundamento noble en lo que hace. Lo del responsable del colegio carece hasta de la más remota excusa o fundamento.
EliminarGracias por tu análisis y por tu visita, siempre bien recibida.
Un abrazo
Enhorabuena Ángel por tu micro. Esa madre siente un amor equivocado que hará de su hijo un perfecto incapaz para vivir. Un abrazo de los dos,
ResponderEliminarEl amor nunca es malo en sí mismo, las cosas sacadas de quicio en su nombre es algo diferente. El afán materno por crear un ambiente perfecto para su hijo hará de él un inadaptado.
EliminarMuchas gracias por pasarte y un abrazo, ya sabes, doble.
Hola, Ángel. Es admirable cómo retratas algo que parece un pequeño desliz pícaro y sin importancia, pero que causa unas heridas profundas y consecuencias graves para toda la familia. Es un micro muy inteligente y, como todos los tuyos, con mucho más de lo que puede encontrarse en una primera lectura. Un gran abrazo.
ResponderEliminarLa prueba de que esa madre se halla bajo el influjo malsano de un amor ciego hacia su hijo, es que ni siquiera se paró a pensar que esa acción, que ella quizá consideró trivial, podría ser más grave de lo que parecía.
EliminarMe alegro mucho de que te guste Belén, y te confieso, con la confianza que nos tenemos, que siempre pienso que todo lo que escribo lo podría haber hecho mejor, pero palabras como las tuyas me animan a seguir, para seguir pensando lo mismo, claro.
Un abrazo grande
De esa madre abnegada podrán decirse muchas cosas, pero hay una verdad que nadie ha mencionado. No se necesita prueba de ADN para saber que el niño es hijo de su padre porque presenta la misma tontez congénita. Señora, firme los papeles, dele a él la custodia del lumbrera y viva un poco, para variar.
ResponderEliminarGran relato sarcástico, con el sello de la casa Saiz.
Abracicos post fiesta hasta la del día 5.
Resulta difícil decir si en esta familia se salva alguien. La madre es abnegada, desde luego, eso no se le puede negar, sus métodos de entrega filial son los que dejan un poco que desear. El muchacho, incapaz de tomar las riendas de su vida, deja que otros asuman responsabilidades que le son propias. El padre, igual de pasivo, reacciona de forma drástica y a destiempo, sin dejar espacio al diálogo o la comprensión. Una familia ejemplar, sí.
Eliminar2016 va a ser un año para conservar en la memoria, coincidir dos veces es un lujazo
Abrazos hasta entonces
Una densa historia condensada magistralmente. ¿Lo de la madre era amor o era necesidad afectiva que de paso le hacía un flaco favor al niño pero conseguía la tranquilidad para ella? Parece, además, que esa mujer temía más ser mala madre que esposa ¿volcarse tanto con su hijo provocó el alejamiento de su pareja para disfrute del director?
ResponderEliminarComo digo, densa y muy bien hilada historia, Ángel. Marca de la casa.
Un abrazo.
Nada más comprensible y necesario que el amor de una madre, la forma de aplicarlo es lo que chirría en este caso. En lugar de apoyar a su hijo en los estudios, buscarle un profesor particular, quizá un psicólogo, optó por la vía fácil, sin verdadero provecho para nadie. Los resultados son importantes, pero no menos la manera de conseguirlos. Al poner todo el peso de la balanza en el hijo, es lógico que se desequilibrase el lado del padre. El director ha dejado en entredicho toda su profesionalidad. El muchacho ha recibido el peor de los ejemplos. Como muy bien apuntas, hay densidad de sobra para todos, los daños colaterales son muchos y variados.
EliminarMil gracias por tu atenta lectura y un abrazo, Antonio
Aquí, aunque parezca todo lo contrario, el mayor daño que veo es hacia el propio hijo. Citas a puerta cerrada, pero también sobres rebosantes de billetes… en fin, que la mujer tenía otras opciones, aunque lo que parece es que tampoco le hacía ascos a ese director. :) Buena historia, Ángel, y como siempre, narrada estupendamente. Un beso.
ResponderEliminarTodos los personajes han perdido algo como consecuencia de la acción errónea de esa mujer, pero como siempre ocurre, los más perjudicados son los más débiles; por eso el muchacho, supuesto beneficiario, es quien más pierde, tanto en ese momento como, sobre todo, a largo plazo. A ver quién es capaz de inculcarle ahora la cultura del esfuerzo.
EliminarAgradezco mucho tus palabras, Matrioska. Otro beso para ti
Buen relato Ángel, para mi, además de las lecturas que le dan los demás,esta la de la estúpida educación que solo potencia ciertos rasgos de cierto tipo de personas, dejando desamparadas a otras u obligandolas a adaptarse a un ritmo que no es el natural en ellos o bien usando malas artimañas para poder pasar.
ResponderEliminarSaludos y enhorabuena.
Puede parecer una frase hecha, pero no es así. La educación es la base de todo, si ésta es mala, o estúpida, como bien dices, sólo puede generar pequeños monstruitos. El problema es que luego algunos se rasgan por ello las vestiduras, como si no lo comprendiesen.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Jean. Siempre bienvenido. Saludos también para ti
Ángel, a veces los padres consienten en exceso a sus hijos, sacándoles de todas las dificultades. Es un error. Hay que acompañarles en sus esfuerzos para superar los problemas y enseñarles que tienen que hacerlo por sí mismos. Solo así sabrán valorar las cosas y lo que cuesta conseguirlas.
ResponderEliminarDe no ser así, es cuando se producen los "daños colaterales" todo acto tiene sus consecuencias,
Buen micro, nos estás malacostumbrando...
Besos
Tan negativa es la carencia de protección como el exceso. Parece muy pasado de moda aquello de "quien bien te quiere te hará llorar"; tampoco era eso, pero tendemos a pasar de un lado de la balanza a otro, según dicten los tiempos, en lugar de buscar el deseado equilibrio.
EliminarMuchas gracias, Pilar. Tú sí que estás que te sales.
Besos
El hijo, la madre, el director, el marido... aquí hay mucha "chicha" Ángel, todos tienen lo suyo, aunque la madre se lleva las de ganar. No dudo que la historia que tuvo con el director fuera por ayudar a su hijo, pero creo que esconde algo más...
ResponderEliminarAl marido le veo muy dispuesto al divorcio, vamos, que le ha faltado tiempo para enterarse y sacar los papeles, ja, ja, ja...
El director, un listo de primera y el hijo, un "hiperprotegido" por una madre "hiperprotectora".
Una historia que bien puede ser real y muy bien contada, con la maestría a la que nos tienes acostumbrados.
Un beso grande, nos vemos muy pronto.
Malu.
En el corto espacio que permiten nuestras queridas cincuenta palabras no es posible recrearse en muchos detalles, pero me alegra ver que cada personaje parece haber quedado reflejado con su propia personalidad y circunstancias, para llegar a la conclusión de que no se salva ninguno, todos presentan motivaciones dudosas, unas evidentes y otras que nos imaginamos.
EliminarMuchas gracias por tus amables palabras, otro beso enorme para ti y encantado de que volvamos a coincidir.
Una vez más (cuántas van) nos sorprendes con tu extraordinaria capacidad para crear situaciones interesantes y con tu no menos excepcional don para sintetizarlas, incluso cuando, como en este caso, podrían servir de argumento para una novela. La que nos traes en esta ocasión expone perfectamente ese rasgo tan habitual en los padres de ahora de darlo absolutamente todo por los hijos, aunque a la larga este intento de hacerles bien traiga resultados totalmente opuestos.
ResponderEliminarTe mando mi enhorabuena, amigo Ángel, y con ella un fuerte abrazo virtual preludio de uno, muy pronto, de los de verdad.
Hay padres que tienen hijos como quien tiene un ficus, frente a otros que pecan de sobreprotección. El equilibrio nunca es fácil, aunque en el caso que nos ocupa, la buena señora ha traspasado todos los límites. La separación del marido sólo ha sido la primera consecuencia, algo nos dice que se producirán más a largo plazo y no serán menores.
EliminarTú eres el que me sorprende siempre a mí, como a todos, con unos textos, los tuyos, que son garantía de calidad, acompañados de un bagaje humano poco corriente.
Será un placer volver a verte en persona, Enrique. Hasta entonces, ahí te mando también, vía digital, un fuerte abrazo de palabras.
Coincido con el resto de compañeros en el error que impera en muchos padres actuales, capaces de cualquier cosa por ahorrarle sufrimientos a los hijos. Esta madre ha ido demasiado lejos en el camino de la sobreprotección, como has narrado con tanta maestría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un vínculo madre-hijo puede ser muy fuerte y está bien que así sea, de hecho, cuando sucede lo contrario, que también se da, todo se altera, pero algunas personas no parecen comprender que el cordón umbilical, tanto el físico como el intangible, alguna vez debe ser cortado.
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario, Asun
Otro abrazo para ti
Me dejas sin palabras, Angel. Me ha encantado la historia. ¡Cuántas novelas me he tragado, que tienen menos argumento que el que tú nos has expuesto con solo 50 palabras!
ResponderEliminarAunque la verdad, es muy frecuente en tu literatura. Deberías plantearte hacerte guionista de cine de Hollywood (que lo pagan bien)
No tengo sombrero para quitármelo, pero te mando dos abrazacos.
Primero tendría que aprender algo más de inglés, pero no lo descarto si tú te vienes conmigo y hacemos equipo. Es fácil que acabasen echándonos, pero seguro que por lo menos nos reiríamos un poco.
EliminarMuchas gracias Isidro y otros dos abrazacos para ti
Esta mujer ha llegado al límite en la superprotección de su hijo. Escenas y situaciones similares, seguro que las hay, aunque parezcan exageradas. La realidad es más atrevida que la ficción.
ResponderEliminarEnhorabuena, Ángel, por tus extraordinarios relatos. Un abrazo.
A veces no es fácil distinguir entre el cariño natural, por profundo que sea, y la fe ciega, que impide ver la realidad completa con sus consecuencias, tanto es así que de querer hacer el bien se pasa por la vía de los hechos a todo lo contrario. Como bien dices, no es en nada descartable que exista alguien así, o al menos, capaz de ello si se le ocurriera o se diesen las circunstancias.
EliminarMuchas gracias por tus amables palabras y también por tus relatos.
Otro abrazo para ti, María Jesús
Y ahí estás de nuevo, Ángel, enfrascando la esencia de la humanidad en un microrrelato, esta vez en la forma de la abnegación maternal.
ResponderEliminar¡Grande!
Abrazos.
Tú sí que eres grande, Carles, como tu relato seleccionado este mes, con todo mérito.
EliminarAbrazos. Nos vemos pronto