¡Danzad, danzad!

Tenían escrito mi nombre, me eligieron aunque yo no les hubiera seguido ni en mis sueños más remotos. Supieron adaptarse a mis necesidades, pero este idilio ya me está matando, y por mucho que me pese, acabo descalza cuando bailando en la pista soy incapaz de seguir sus malditos pasos.
Escrito por Malu

36 comentarios :

  1. Sorprendente, Malu. Parece ser esta la historia de unos zapatos poseídos por un espíritu maligno y danzarín.
    ¡Qué miedo! Sobre todo para los que tenemos dos pies izquierdos, je, je, je.
    Te mando un abrazo.
    Vicente

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    1. Zapatos poseídos, que quieren cumplir su voluntad, Vicente, mucho miedo, claro que sí.
      Un beso grande, mil gracias siempre por pasar.
      Malu.

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  2. Qué fácil, para mí, hacer este comentario: suscribo, punto por punto, lo dicho por Vicente Varas, incluso lo de los dos pies izquierdos. Enhorabuena y suerte. Un saludo.

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    1. Ja, ja, ja... aunque se tengan dos pies izquierdos es muy chungo calzarse unos zapatos malignos, Jesús.
      Un beso y gracias por comentar.
      Malu.

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  3. A mí me gustarìa mucho que me eligieran en adopción unos zapatos como los de tu relato. Vicente ha dicho que él tiene los dos pies izquierdos, pero lo mío es peor, yo soy un hombre palo o poste. Aún así o quizá por ello, me he apuntado a bailes de salón (no es broma, llevo dos clases), e iual que tu protagonista, me veo incapaz de seguir los pasos, pero confío en que algo parecido a la magia que impregna tu relato me salve.
    Un abrazo grande y virtual, que pronto será real

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    1. ¿Estás seguro Ángel? Mira que cuando se ponen en plan "chungo" no hay quien pueda con ellos.
      Me alegra enormemente que te hayas apuntado a bailes de salón, quizá el día 5 podemos "echar un baile", ya le pondremos un poquito de magia y a danzar.
      Un beso fuerte, hasta el 5.
      Malu.

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  4. Malu a esos zapatos les ponemos el apelativo de malditos y junto con tu título tenemos la película "Danzad, danzad, malditos" y eso parece ser que les sucede que no paran de bailar.
    Buen relato Malu.
    Besos y hasta el día 5.

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    1. Claro que sí, Javier, me apoyé en el título de la película, soy así de copiota... lo único es que bailan solo al son que quieren ellos y eso, ya no es tan bueno.
      Un beso grande, nos vemos el 5.
      Malu.

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  5. ¡Unos zapatos bailarines! No seas vagoneta, Malu. ¡A bailar! Te imagino como una Ginger Rogers, con un vestido blanco de vuelo y un nardo en el coco, en busca de su Fred Astaire. Déjales que sigan bailando y que te lleven hasta la meta.
    Abrazos bailarines.

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    1. ¡Miss Richmond, no me eches la bronca, que no soy vagoneta! Mira que voy dos veces por semana al gym a clases de Sh'bam y sudo lo mío... lo único es que llevo zapatillas deportivas y claro, no es lo mismo.
      Un besazo, ganas de verte el 5 y hacerte una reverencia, con o sin sombrero.
      Malu.

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  6. Qué difícil es en ocasiones subirse a otros zapatos cuando tenemos nuestros propios pasos aún por dar. Así que quizá, mejor bailar descalzos y ser dueños de las huellas que vamos dejando. :)

    Muy bueno. Me ha encantado. ¡¡Un beso!!

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    1. Así es Juan, muy difícil seguir unos zapatos que llevan un ritmo diferente al que nosotros queremos. Mucho mejor descalzarse y ser dueños de nuestras huellas, para bien o para mal.
      Tu interpretación es magnífica, enriquece mucho el micro, te doy mil gracias por comentar y dar tu opinión.
      Un beso fuerte.
      Malu.

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  7. Entiendo que se refiere a los zapatos y que estos van por libre. Difícil seguirlos ja, ja. Muy original relato Malu. Un beso.

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    1. De zapatos se trata, tocaya, van por libre o al son que les manda alguien que no es el propietario, así no hay quien los siga.
      Un beso, mil gracias. Creo que nos vemos el 5, ¿verdad?
      Malu.

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  8. Original Malu, me encantan esos zapatos ¿rojos?, ¿dónde los compraste?
    Esta tarde estuve de tiendas y no encontré lo que buscaba, quizá era porque no sabía que eran para bailar. Un beso muy fuerte.

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    1. Los zapatos eran ideales a simple vista Pepe, pero luego resultaron ser de lo peor.
      Un beso fuerte para ti. Gracias por pasar.
      Malu.

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  9. Una genialidad, Malu. Una victoria llena de fantasía, de buen humor y de maestría.
    Cualquiera querría ser tus zapatos, y tu pluma.
    ¡Bravo, madrina!
    Un beso.
    Pablo.

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    1. Cualquiera querría poder ponerse unos zapatos que le sentaran como un guantes y que no le impusieran normas.
      Un beso grande ahijado, nos vemos prontito.
      Malu.

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  10. Me has recordado el cuento de Las zapatillas rojas, que me hizo pasar mucho miedo de pequeña, a lo mejor por eso soy tan patosa con el baile. Una reverencia yun beso para ti, Malu.

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  11. Qué original historia, Malu, de desencuentro entre esos fantásticos zapatos y sus propietarios. A veces es mayor nuestro empeño que la destreza que poseemos, como en este caso. Pero siempre hay que intentarlo, aunque fracasemos.
    Un beso enorme y mucha suerte. ¡¡Nos vemos muy pronto!!

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  12. ¡Qué buena historia! Malu. Esos zapatos me parecen fantásticos y veo que tu protagonista, aunque hable de “malditos pasos”, también dice que supieron adaptarse a sus necesidades, habla de idilio y que le pesa acabar descalza. Creo que debe disfrutarlos, sólo requiere un poco de entrenamiento. Como te dijo Patricia “que no sea vagoneta” ¡Cuántas hubiesen querido ser elegidas en su lugar! Jaja.

    Enhorabuena y besos.

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  13. Eligen por nosotros, nos adaptamos y continuamos, día tras día, bailando al ritmo que nos imponen. Liberarse, soltar las ataduras es descalzarse, dejar que las obligaciones vayan por su camino y nosotros por el nuestro. Bailar a nuestro aire el maravilloso son de la libertad.
    Como tú, y creo que como casi todos, yo he tenido zapatos que llevaban mi nombre y, sin duda, prefiero bailar descalzo.
    Siempre sorprendente, Malu. Un abrazo.

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    1. ¡BINGO! Manuel, has acertado de pleno. No has podido describirlo mejor. Bien es cierto que me he apoyado en los zapatos y en el título de la película, para hablar de esas impresiones que nos pone la vida, y que en muchos ocasiones somos incapaces de seguir y, aunque el relato por sí solo y con la interpretación que da la mayoría ya es válido, tú has sabido encontrar ese trasfondo.
      Mil gracias por tus palabras, yo me uno a ti y sigo el camino descalza.
      Un beso fuerte.
      Malu.

      Pd. Perdonad que haya contestado a Manuel primero, poco a poco os iré contestando al resto.

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  14. hay que tener mucho ritmo y ganas para bailar al son de unos zapatos bailarines, por mucho que lleven tu nombre y ellos se empeñen en que los calces.
    Es mejor dejarse llevar descalza que seguir unos pasos que van a acabar con tu compás y equilibrio.
    Un gusto leerte Malu. Original, creativa y con la música siempre en la partitura y danza de tus buenas letras.
    Besos danzarines para ti hermosa.

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  15. Malú, de nuevo nos hace pensar para descubrir de qué estás hablando, hasta descubrir que se trata de unos zapatos que tienen vida propia y que la protagonista decide descalzarse por no poder seguir sus pasos. Para mí un acto de rebeldía más que de rendición.
    Me has sorprendido una vez más.
    Enhorabuena! Muchas ganas de abrazarte el día 5.
    Besos.

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  16. Muy bueno, a mí me ha costado una segunda lectura comprender a quienes se refiere tu micro. Más de una vez he tenido yo también que descalzarme para bailar, torturada por unos zapatos tan bonitos como incómodos.
    Un beso.

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  17. No sé si al escribir tu historia has tenido en cuenta o te has inspirado en esa película de Sydney Pollack, que en España se tituló, Danzad, danzad, malditos. Aunque el título en inglés era algo así como –y mi inglés está al nivel de párvulos- A los caballos les disparan ¿no es verdad?, o, como veo en Internet, ¿Acaso no matan a los caballos?, título que parece defender la eutanasia. La película en sí era bastante dura y deprimente.
    Sea como fuere, tu microcuento no está en esa onda trágica de la película y, a pesar de que la protagonista tenga que descalzarse cuando baila, ante la imposibilidad de seguir la vivacidad que esos zapatos parecen tener para la danza, no parece que vaya a llegar la sangre al río, y quizá hasta acabe bien si la protagonista del microcuento consigue dominar a ese irreflexivo calzado que desea ir por libre.
    En fin, Malu, que rindes un gran homenaje a la imaginación, demostrando que para ella no hay cortapisas y que, en sus manos, todo puede ser de una forma y de otras mil diferentes y siempre cautivando nuestro interés.
    Mi enhorabuena y un abrazo.

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  18. He vuelto a ver la película: Danzad, danzad, malditos, hace muy poco. Me parece genial y bien se merece tu homenaje, Malu. Gracias por traérmela al recuerdo, aunque el giro que ofreces es mucho más positivo.
    Un abrazo.

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  19. Es muy acertada la metáfora de los pies encerrados en unos zapatos que conducen nuestra voluntad, renunciando a la libertad en favor de 'aquello que se supone que debemos hacer'. Nada más liberador que unos pies descalzos. Nada más constrictor que unos zapatos, sobretodo -imagino- si son de tacón.
    Estupenda atmósfera de hartazgo y agobio en un texto que al final consigue liberar la tensión, dejándome imaginar a esos socio-zapatos cómo salen disparados de los pies.
    Me ha gustado mucho, Malu.
    Un abrazo.

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  20. Todos de alguna manera llevamos o hemos llevado esos zapatos que nos obligan a tomar un camino que no es el que nosotros hubiésemos cogido. Pero muchas veces no podemos elegir. Lo importante es conseguir librarnos de ellos lo antes posible. Muy interesante para la reflexión, Malu. Un beso.

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  21. Muy original tu micro, Malu. Esos malditos zapatos obligan a la protagonista a danzar a un ritmo que no es el suyo. Felizmente se deshace de ellos y encuentra la libertad. Excelente metáfora sobre la rebeldía, como ya han apuntado más arriba.
    ¡Nos vemos pronto! Besos.

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  22. ¡Danzad danzad malditos!!!
    O ese maravilloso capítulo de los Simpson donde Lisa baila claqué jejeje :)
    pero tu Malu, nunca estas pequeña en tus zapatos.

    Un abrazo,

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  23. Muy buen trasfondo el de tu relato y que tan bien ha sabido captar Manuel Bocanegra. A mí me sugiere una canción de Silvio Rodriguez (que por cierto, ayer la canté en un certamen de música coral) que se titula "Entre el Espanto y la ternura"
    Muy buena historia.
    ¿Nos veremos pronto? Un abrazo anticipado.

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  24. Pues yo te digo desde ya que ningún par de zapatos serían capaces de hacerme cambiar el ritmo, y menos en lo que se refiere al baile. Donde estén unas buenas zapatillas de deportes... ;-) Me encanta la manera tan original que tienes de contar las cosas. Un besazo, guapura.

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  25. A veces no casamos con nuestras pertenencias incluso habiéndolas elegido nosotros. Si además somos nosotros el objeto de la elección, la cosa se pone aún más difícil. En este caso los zapatos parecen tener vida propia, por lo que ese idilio parece tener un significado bastante literal, llevándonos a lecturas paradójicamente no literales. Como es habitual en todos tus relatos, hay mucha miga en estas cincuenta palabras. Mi consejo es que no te pese cortar con esos zapatos si te hacen mataduras.
    Un fuerte abrazo, querida Malu. Y hasta dentro de un rato como quien dice.

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  26. Bueno, a pesar de que no les pueda seguir el ritmo, mejor unos zapataos encantados que unos guantes de boxeo, pongamos por caso. Imagínate si no dando momporros a diesto y siniestro todo el día.
    En cualquier caso, buen relato, Malu, con ese punto de fantasía que tan bien se te da.
    Besos y muchas gracias por tu trabajo en la organización de la quedada.

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