Genio y figura de un amante burlón
Mientras el sentenciado por inducción al adulterio oscilaba bajo la trampilla del cadalso, el verdugo sonreía socarronamente recordando su último deseo; deseo que arrancó discretos suspiros a numerosas damas asistentes a la ejecución, halagadas ante la póstuma despedida que les estaba brindando con tan generoso abultamiento bajo sus pantalones suspendidos.
Un hombre coherente de principio a fin, cuyas andanzas han tenido mucho que ver con los atributos de los que fue dotado por la naturaleza, incluido su final; de ahí que, en un alarde de generosidad hacia el público que asiste a su ejecución, haya tenido un último deseo peculiar.
ResponderEliminarSiempre es de agradecer el buen humor, y más cuando se viste con un lenguaje de cronista de época, aparte de la originalidad que se respira en todo el relato.
Un abrazo fuerte, Antonio
Ciertamente disfrutó de la vida, y por ello tuvo el detalle de agradecérselo a todas esas señoras con una despedida que pudieran reconocer sin comprometerlas.
EliminarGracias por tus palabras y tu valoración, Ángel. Es un placer recibirte siempre al pie de mis relatos.
Un fuerte abrazo.
Antonio después de leer tu relato veo lo acertado del título, además que es un perfecto resumen. Ahora bien, menudo tío, que en su hora final antes de ser ejecutado aún es capaz de tener esa reacción.
ResponderEliminarAntonio buen relato, con un grado de ironía y humor que me ha gustado.
Un abrazo.
Hombre, ya que todos fueron a ver la ejecución, qué menos que dar espectáculo.
EliminarGracias Javier, me alegro mucho de que te haya gustado.
Un abrazo.
Jajajaja, como Víctor Noir, quien también murió bien "armado" después de un duelo.
ResponderEliminarGracias por compartirlo, Antonio.
Salut.
Cierto, ambos comparten potencia post-mortem, aunque dudo que a éste le hagan una estatua de bronce.
EliminarGracias por comentar, Dipandra.
Salut (y força al canut)
Antonio, este amante burlón, como dice tu título "Genio y figura..." y ha debido de pensar en el buen recuerdo que dejaba en las damas y la inevitable comparación que dejaba en los caballeros. Es como decir "Va por todos ustedes".
ResponderEliminarUn relato con mucha ironía y sentido del humor. Muy bueno.
Enhorabuena!
Besos
Pilar, genial ese 'va por ustedes'. Es justo la esencia de la idea burlesca del relato; como una peineta de entrepierna para ellos y un guiño cómplice para ellas.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, campeona.
Un beso.
Nos traes a la mente, de modo harto delicado, la gloriosa canción de Siniestro Total, dejando, además algunas dudas por ahí, colgando: quién, cómo, dónde y alguna que otra. Muy bueno. Suerte y saludos.
ResponderEliminarNo importa quién, ¿cuántos 'picha-brava' habrá conocido la historia que habrán pensado, 'que me quiten lo bailao' cuando les han parado los pies?
EliminarYo me imagino el dónde en una plaza pública del medievo después de que se le aplicará algún antecedente de nuestros juicios rápidos promovido por algún ofendido marido de la alta sociedad.
Por imaginar...
Muchas gracias por comentar, Jesús.
Un saludo.
Para una mujer, es de difícil de entender la reacción de la naturaleza, en situaciones como la que cuentas. Me ha gustado la ironía que empleas en el micro, acorde con tu gran estilo.
ResponderEliminarFelicidades, Antonio.
Un abrazo.
Dicen que la naturaleza es sabía. Seguro que muchos maridos se merecían la ofensa y las mujeres la dedicatoria.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, María José.
Un abrazo.
Ja, ja, ja... Lo siento estaba escuchando esta canción ahora mismo y me he imaginado a los "denunciantes" pagando a una orquestina para que, sobre el estrado, toquen esta melodía con la que sacar a bailar a las "pecadoras" mientras el finado se mece al ritmo de la música, ofrenciendo su saludo final.
ResponderEliminarPa ti: https://www.youtube.com/watch?v=53jZ96CVsGc
Que bueno, Patricia. La estoy escuchando mientras escribo esto y le va al pelo. Yo me la imagino como una escena cinematográfica que empieza con el balanceo del ajusticiado y, en un plano secuencia, la cámara empieza a recorrer el público que abarrota la plaza mostrando la cara de disgusto de ellos y el apenas apreciable contoneo de ellas al son de la música.
EliminarGracias por tu imaginación y por ponerle banda sonora al relato.
Un besazo.
Por cierto, tú eres la culpable de que el disco 'mujeres' de Coque Malla esté en el número uno de la lista mp3 de mi coche por el enlace musical que dejaste en un comentario, de cuyo relato no puedo acordarme.
Así que, otro beso.
Oh... No me acuerdo... Pero es que Coque, es mi amor platónico y ese disco, una joya.
EliminarBeso con abrazo, Antonio.
Algo me dice que esos mismos'tamaños' han sido los que lo han llevado al cadalso. «Genio y figura, hasta la sepultura», dice la sabiduría popular. El condenado ha tenido para los presentes un último 'gesto' de humanidad.
ResponderEliminarHumor negro de altos vuelos, Antonio.
Abrazo.
Más que humanidad, yo diría que un gesto de humana chulería. El refrán que mencionas fue el primer título que me vino a la cabeza, pero la palabra sepultura le privaba del tono jocoso que pretendía reflejar.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Vicente.
Un abrazo.
Este ingenio indecoroso, debió ser a partes iguales galán y diablo, y por lo que el relato nos subraya, bien dotado. Algo de exhibicionista advierto en su deseo póstumo, que ya se sabe que el ahorcamiento hincha las partes pudendas y hasta presta un orgasmo último al que así se despide de este mundo cruel.
ResponderEliminarEl tono del relato dice mucho del ejecutor (verdugo de palabras y micros elevados en estas mismas páginas) que cambiando el registro, nos sorprende con la pícara ironía del que sabe tomar el tempo y lugar a cada jalón narrativo.
Jugoso, jocoso, y si me apuras, rijoso (para según quien lea). Fabuloso, micro, Antonio. Un abrazo.
Como bien dices, fue galán y diablo. Vivió para el placer y murió rindiendo un homenaje a quienes se lo propiciaron.
EliminarGracias Manuel, por tu afilado análisis y por llenar este comentario de tanta consideración hacia mi relato.
Te lo agradezco mucho.
Un abrazo
No es tan caprichoso el deseo del reo como pudiera parecer en un primer momento. Se despide de esta vida mostrando lo mejor de sí mismo, un homenaje a su pasado y a las damas que asisten a la ejecución.
ResponderEliminarGran micro de humor negro. Un abrazo, Antonio.
Vivió para ello y murió por ello. Pudiera ser que, hasta la propia muerte, celosa cuando vivía, hubiera provocado tal disposición física al saberlo por fin suyo. Quién sabe.
EliminarGracias Carmen, te agradezco mucho que te hayas parado a comentar.
Un abrazo.
Hay un dicho que dice: "Los ahorcados mueren empalmados", pero tú, estimado Antonio, lo has dicho infinita, sutil, poética y sublimemente mejor.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Y bajo ese enunciado que mencionas se cobijó mi inspiración hasta hacer brotar lo que has leído.
EliminarMuchas gracias, Carles, por colgarle al relato tales piropos.
Un abrazo.
Me has hecho reír amigo Antonio. Y buena falta que me hacía. Con vosotros todo es sencillo, historias que dan al mundo un sentido. Me gusta tu estilo de contar, la forma tan sencilla con la que montas una historia. Abrazos.
ResponderEliminarPues no sabes cuánto me alegro, Carmen. Sólo por esa risa, ha merecido la pena. Créeme.
EliminarMe alegra que te haya gustado y mil gracias por decírmelo.
Un beso abrazado.
Buena burla final del condenado, que oscilando sus encantos queda admirado por tan sonrojado y agradecido público femenino.
ResponderEliminarUn 50 con un toque de humor, de genio y figura, esa tuya, que siempre sorprende a quien te lee.
Sabes tocar todos los estilos y a demás de manera certera.
Un abrazo enorme Antonio,
y tan agradecido, según se desprende de esos suspiros que seguramente rememoraban tan buenos ratos.
EliminarGracias Mª Belén por dejarme tu comentario.
Un fuerte abrazo.
La verdad que de una escena tétrica has conseguido al final una sonrisa, al menos a mí.
ResponderEliminarMuy bueno
Besicos
Pues, ¡Ole! por esa sonrisa.
EliminarGracias por tu comentario.
Un beso.
Antonio, que escribes de una manera sublime, no es un secreto, que además de una escena de otros tiempos seas capaz sacar una sonrisa, unas sátira ante los juicios rápidos promovidos por los nobles, una fotografía tan bien lograda a base de palabras, de las que ninguna son malsonantes, en la que el ahorcado dedica su última reverencia a sus damas con aquello que más quería, es de una maestría fuera de lo común.
ResponderEliminarNo dejas de sorprenderme.
Ya le estoy diciendo a un tal Mochón que debe plantearse lo de hacer un libro de MicroMochones. Abro otra propuesta: Un libro de MicroBolantes, ya. Y en el tuyo que venga también adornado con los BolantComentarios, porque esos, también los bordas.
Un abrazo.
¡Uff!, Pablo. Pues que no sé que decir. Me has dejado KO con esa colosal propuesta y con tu perfecta interpretación del relato y con todas esas cosas que me dices y con... Bueno, con lo del libro te has 'pasao', aunque me siento realmente halagado por situarme a la altura del estratosférico Enrique.
EliminarPablo, atesoras una exquisita sensibilidad y un enorme talento, y que me transmitas todo eso, desde luego es para sentirse orgulloso.
Gracias, compañero.
Un pedazo de abrazo.
Genial, simpático al fín y al cabo, no tengo ni idea de cómo lo has hecho pero me gusta.
ResponderEliminarMuy bueno y... visto desde el punto de vista de ellas: una pena.
jejeje
Pues a mí no me preguntes, que a veces, en mi caso, las musas van por libre. Y no sientas pena por ellas, Mujer. ¡Qué les quiten lo 'bailao'!
EliminarGracias por tu comentario, Luisa.
Un abrazo
Desde luego que sí, Antonio, genio y figura hasta la sepultura o minutos antes de ser sepultado. Deja esta vida dándolo todo, en teoría, lo mejor que sabe hacer.
ResponderEliminarMe sorprendes siempre, este mes has cambiado completamente de registro y lo has hecho con tal maestría que hasta algo que puede parecer vulgar lo conviertes en poesía. Enhorabuena.
Un besazo.
Malu.
Pues sí, Malu. La verdad es que, por su afición, lo dio todo.
EliminarSi he conseguido sorprenderte, para mí es una gran recompensa, querida compañera.
Gracias por todas las cosas buenas que transmites.
Un besazo para ti también.
Y ahí nos dejas, clavada en la mente y balanceándose, la imagen del burlón amante junto a buena parte de su figura y encantos, para deleite de unas y envidia de otros. Una escena nada sutil ni delicada, pero a la que tú consigues dar hasta cierto señorío. :) Toda una sorpresa este micro, felicidades, Antonio. Un beso gande.
ResponderEliminarGracias Inma, tu sorpresa es mi alegría.
EliminarUn besazo.
Inma???
EliminarLo primero que llama mi atención en el relato es el nombre del delito por el que ha acabado pagando con su vida. Parece hecho a medida para castigarlo a él solamente y no a ellas, aunque no creo que haya que buscar culpables en tales casos (de hacerlo, muchas veces lo serían los propios maridos). También me ha sorprendido el tema tratado, aunque no creas que mucho, pues siempre he intuido en tus historias y comentarios un profundo sentido del humor. Enhorabuena, en fin, por este gran relato que llena de frescura (y calor) el panorama de Cincuenta. Por cierto que gracias por tu mención en tu charla con Pablo, aunque te has pasado unas cuantas galaxias.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Antonio.
Cuando lo escribí, pensaba en la época de Casanova, en la que se temía más por la deshonra social del marido burlado que por la propia infidelidad propiciada por desaprensivos amantes capaces de embaucar a sus castas esposas.
EliminarGracias Enrique por tus comentarios, siempre es un placer recibirlos.
Un abrazo.
P.D.
...y no me pasé nada ;-)
Un divertido y gráfico micro que bien me imagino en una teleserie brasilera...
ResponderEliminarMis felicitaciones Antonio por otra de tus genialidades.
Un abrazo.
Muchas gracias Jean.
EliminarPues mira que yo me dibujé la escena entre máscaras y canales venecianos. Aunque con una imaginación como la tuya, cabe dejarse sorprender por cualquier cosa.
Un abrazo.
Ya veo que el protagonista desempeñó su papel de "halagador de señoras" hasta el último instante. Eso es ser un buen profesional, sí señor. Muy bien conseguido el efecto tragicómico. Muy ingenioso y divertido, Antonio.
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