Hasta el próximo domingo
Mi lengua se desliza ávida entre tu boca, recorre los antiguos caminos, intenta revivir las ardientes emociones, las palabras que se quedaron congeladas en el pasado.
Pero hoy, como siempre, es inútil, así que acomodo tu amado cuerpo en el sarcófago y me despido de ti hasta el próximo domingo.
Pero hoy, como siempre, es inútil, así que acomodo tu amado cuerpo en el sarcófago y me despido de ti hasta el próximo domingo.
Pues sí que parece díficil revivir esas ardientes emociones. A pesar de la dentera que me produce la lectura de tu espeluznante relato, me ha gustado mucho. Saludos.
ResponderEliminarDaniel un relato con dos partes claramente diferenciadas, una primera romántica, poética, y una segunda que me ha dejado helado y que me ha hecho imaginar la primera parte con el cadaver entre sus brazos.
ResponderEliminarDaniel buen relato, me ha gustsdo, y el título genial, completa el relato.
Un abrazo.
¡Qué repelús,Daniel! Este impulso necrófilo del protagonista es también, supongo, un hacernos ver que es imposible revivir lo muerto, sean personas, sean pasiones. Ni la insistencia semanal levantará el pálpito de lo que dejó de ser y respirar.
ResponderEliminarUn relato que por su contenido no te deja indiferente y amplia el espectro infinito de las pulsiones humanas.
Saludos, Daniel.
A tu protagonista se le pueden achacar varias cosas, no precisamente muy populares, relacionadas con una conducta psicológica un tanto preocupante, aunque no se le puede negar la virtud de ser fiel como nadie. Otra cosa es la pretensión imposible de lograr revivir las sensaciones físicas del pasado con quien ya no existe.
ResponderEliminarMe alegra leerte por aquí, Daniel.
Un abrazo
Dicen que la necrofilia es una perversión. A mí me da gracia.
ResponderEliminarSaluditos.
El hecho de que se hable de un sarcófago, y no de un simple ataúd, me hace suponer que la difunta es algún personaje notable, basado en uno real o completamente ficticio. Guardando las distancias, si el emperador Sha Jahan erigió el Taj Mahal para el descanso eterno de su esposa favorita, el necrófilo de esta historia ofrece su lealtad como regalo.
ResponderEliminarBuen micro, Daniel.
Saludos.
Fidelidad y obsesión... No parece que hagan buena pareja pero dicen que son las características principales en un necnecrófilo. Las has perfilado muy bien, Daniel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buen retrato de un necrófilo. Ni la muerte impide su obsesión por revivir el pasado. Da bastante repelús, pero está bien contado.
ResponderEliminarUn abrazo, Daniel.
Romántico y tétrico a un mismo tiempo. Dos imagenes, dos instantes tan diferentes que logras unir con un genial final Daniel.
ResponderEliminarHay amores que son para siempre y no entienden de finales, ni de muertes.
Un abrazo.
Genial relato, sin duda un texto de amor, pleno de fantasía e ironía, un remate rotundo.
ResponderEliminarUn saludo Daniel.
Alejandra González O.
¡Madre mía, Daniel! Me has dejado pasmada. Comienzas el relato con toques románticos para acabar con un muerto en un sarcófago. El amor puede estar donde menos lo esperas, pero así no me lo esperaba. Te felicito. Conseguiste sorprenderme con un buen microrrelato y un buen final.
ResponderEliminarUn saludo.
Daniel, inicias tu relato haciéndonos creer que se trata de una escena amorosa, para terminar descubriendo que su amada está muerta. Nos has sorprendido con un necrófilo por amar más allá de la muerte. Estoy de acuerdo con Vicente que al utilizar la palabra "sarcófago" debe de ser alguién importante y estar en un recinto, un panteón, donde puede llevar a cabo semanalmenete su ritual.
ResponderEliminarBuen micro. Enhorabuena!
Besos
¡Oh, necrofilia! Con lo bien que iba la primera parte y luego nos das una sacudida con la realidad de ese amor-obsesión.
ResponderEliminarMuy bien contado, un beso.
Malu.
Macabra historia que "profundiza" en los recovecos de un amor arrebatado por la vida. Ese "como siempre" resulta divertido, por más que muestre una negrísima frustración.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Daniel