La perfección del violinista
Le dijeron que no parara de tocar, o todos los allí presentes fallecerían; empezó a llorar, la gente creía que era por la emoción de la melodía, aplaudían. Cuando llegó al final de la partitura falló, la gente lo notó; decepcionado dejó caer el violín al suelo y todo estalló.
Más que perfección pienso que bajo esa presión es imposible que salga bien cualquier interpretación, aunque también me da la impresión que él sabía que al final iba a cometer ese error.
ResponderEliminarUn relato explosivo Rubén.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario Javier. Saludos
EliminarMisión imposible. Solo los superhéroes están a la altura de semejante situación. Según se mire, pudo haber sido el concierto de su vida.
ResponderEliminarSaludos, Rubén.
La verdad es que sí. Gracias por tu comentario Manuel. Saludos.
EliminarMe ha gustado mucho, tanto el título, como el relato. Buen remate final, no cabía otro, a no ser que el violín hubiese tomado vida... pero esa sería otra historia.
ResponderEliminarEnhorabuena. Muy buen relato.
Pablo.
Muchas gracias por tu comentario Pablo. Saludos.
EliminarLa perfección no existe, es una quimera a la que con talento y tesón algunos logran acercarse. Quizá quien amenazó a tu protagonista con la destrucción si fallaba pensó que la presión sería el ingrediente que le faltaba para alcanzar la divinidad artística, pero el final sin concesiones de tu relato demuestra que esa teoría extrema tampoco funciona.
ResponderEliminarUn saludo, Rubén
Tienes mucha razón en tus palabras. Muchas gracias por tu comentario Angel. Saludos.
EliminarActuar o trabajar bajo presión es algo que sirve para pocos. Dicen que puede ser útil para perfeccionarse pero, como dice Ángel, no existe dicha cualidad, en su grado sumo. Me ha gustado tu relato, Rubén.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por tu comentario María José. Saludos
EliminarRubén, los músicos suelen ser muy perfeccionistas, y al violinista le ha podido más la decepción por haber fallado que las consecuencias de dejar de tocar, pese a las amenazas.
ResponderEliminarBuena historia.
Besos
Muchas gracias por tu comentario Pilar. Saludos.
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