Poetisa de posguerra
Escribir poesía representaba para mí una irreverencia, sobre todo tras tener la suerte de ser liberada de Ravensbruck. Todo optimismo utópico había quedado neutralizado. Habíamos dejado que nos manosearan las entrañas.
Mi ventana al mundo quedó tapiada con el muro, pero en esa pared real e imaginaria decidí escribir poesía.
Mi ventana al mundo quedó tapiada con el muro, pero en esa pared real e imaginaria decidí escribir poesía.
Olga nos cuentas la historia de una superviviente de un campo de concentración, y que parece que la poesía ha sido lo único que la ha enganchado a la vida, aunque parece que lo diga con resentimiento, como que no tuviese derecho a escribir poesía despues de todo lo pasado por ella y los demás.
ResponderEliminarBuen relato Olga.
Un abrazo.
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EliminarMuchas veces te cuesta manifestar alegría y entusiasmo por algo que has conseguido, debido a los sentimientos de los que están a tu alrededor. En este caso la libertad.
EliminarMuchas gracias, Javier.
Una experiencia como la de tu protagonista ha de dejar marcada a una persona para siempre, de ahí esa "pared real e imaginaria". La poesía puede ser una vía de escape para digerir el horror acumulado, para mostrarlo al mundo, para sentirse viva. La literatura es una forma de reconstrucción, individual y colectiva, tras cualquier guerra.
ResponderEliminarUn abrazo, Olga
El muro real, es el de Berlín, donde tanta ente expresó su arte. El imaginario es tu propia alma.
EliminarMuchas gracias, Angel. Besos.
En ese campo de concentración se realizaron atrocidades espantosas a miles de mujeres por el hecho de serlo. No puedo siquiera imaginar el horror vital al que quedaron condenadas de por vida las supervivientes. Por eso tu relato, Olga, me parece precioso. Lo considero el grito que necesita la protagonista para no salir al mundo que, impasible, fue testigo ciego de los crímenes nazis. ¡Ravensbruck estaba sólo a 80 Km. de Berlín! Dentro de la burbuja en la que quiere vivir ha encontrado el consuelo de la poesía. Dejemos que vuele.
ResponderEliminarEnhorabuena, Olga.
Si, he leído mucho sobre ello. Es mejor no rememorarlo.
EliminarMuchas gracias, Patricia. Besos.
La poesía como ventana al mundo interior, como vía de escape, como sublimación del sufrimiento, como rebeldía y resistencia frente a los aniquiladores. El verso como testimonio y como razón para vivir. Emocionante.
ResponderEliminarSaludos, Olga.
Muchas gracias, Manuel. Muchos besos.
EliminarMe apropio del magnífico comentario de Manuel Bocanegra (con su permiso). Lo mismo pienso yo y me parece un gran tema para un micro. Enhorabuena, Olga.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, María José. Muchos besos.
EliminarTu historia, como tantas otras, es realista y necesaria. La poesía puede ser bálsamo, esperanza, pero también resistencia y rebeldía, como apunta Manuel. Es un modo de mantenerse viva en medio del horror.
ResponderEliminarBesos, Olga.
Surgió una corriente artística muy poderosa con el muro. Es por eso que todos decís: A veces la desesperación y la desesperanza te empuja al arte.
EliminarMuchas gracias por comentar. Besos
El filósofo Theodor Adorno dijo que escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie, esta es una frase que he visto muchas veces citada, aunque, si la memoria no me engaña –y la memoria suele engañarnos-, creo haber leído que luego se retractó de dicha frase, al parecer, tras conocer la obra del poeta Paul Celan, quien perdió a sus padres en los campos de exterminio nazis. Él mismo estuvo preso en otros campos de trabajo.
ResponderEliminarPaul Celan no pasó por esos campos como la protagonista de tu microcuento, pero sí le tocó muy de cerca ese superlativo espanto, y, siendo como era un grandísimo poeta, escribió sobre ese tema, su poema más famoso al respecto es Fuga de la muerte –puede leerse buscándolo en Google-, luego, como muchos otros sobrevivientes de lo que se ha dado en llamar Holocausto con mayúscula, se suicidó.
Espero que a tu poetisa de posguerra no le ocurriese eso y que, como el Premio Nobel de Literatura Imre Kertész, se salvara a través de la escritura.
Como apunte final, decir que en el campo de concentración de Ravensbrück murió Milena Jesenská, traductora al checo de los primeros escritos de Franz Kafka, con el cual mantuvo una emotiva correspondencia. Ella no era judía, pero se rebeló y luchó contra los nazis y, ya presa en el campo de concentración, mostró gran valentía y solidaridad en sus labores de enfermera.
Gran microcuento, Olga, sobre ese agujero negro de la historia de la humanidad tan cercano aún a nosotros, mi reconocimiento por ello.
Un abrazo.
Estas muy bien informado de todos estos temas. Me alegra mucho.
EliminarYo quería hacer un relato más o menos sobre las corrientes artísticas que surgieron tras la II Guerra Mundial.
Muchas gracias por tu comentario tan ilustrativo. Mil besos, Enrique
Por forma y contenido, tu relato me ha parecido una obra maestra, Olga. La poesía, a la vez delicada y trasgresora, capaz de armarse de palabras y mostrarse irreverente incluso ante sí misma. La poesía como última frontera de la palabra.
ResponderEliminarUn relato soberbio. Enhorabuena.
Un abrazo.
Con la "irreverencia", quise hacer ver que que a la poetisa le costaba escribir poesía porque le parecía una falta de respeto por todas la mujeres que murieron en ese campo.
EliminarMuchas gracias, Antonio. Besotes.
Después de esa experiencia terrible, una vida sin lugar para el optimismo, en la que tu protagonista se refugia en la poesía.
ResponderEliminarTema duro y bien llevado. En especial me encantó tu frase final.
Un beso, Olga
Quise poner al principio y al final de mi relato fueran iguales: "Escribir poésia".
EliminarMuchas gracias, Georges. Besotes.
Olga, maravilloso relato, en el que la protagonista, superviviente de un campo de concentración, decide rebelarse al sufrimiento y transformarlo en poesía.
ResponderEliminarPrecioso!Enhorabuena!
Besos
Muchísimas gracias, Pilar. Mil besos.
EliminarMe parece maravilloso tu micro, Olga, poesía para curar las heridas con ventana real o imaginaria, una genialidad.
ResponderEliminarEnhorabuena, un beso.
Malu.
Muchísimas gracias, Malú.
EliminarSiento no poder comentar todos los relatos. Es por falta de tiempo y también porque tengo el brazo derecho un poco "chungo". Pero leer leo.
Muchos besos
Sin lugar a dudas, cuando nos arrebatan hasta el aliento, ese es el mejor acto de irreverencia y de rebeldía, escribir poesía. Felicidades por este micro, Olga, es fantástico. Un beso enorme.
ResponderEliminarMis respetos ante quien presta su voz para reivindicar la memoria de quien sufrió las atrocidades que narras, Olga.
ResponderEliminarY mi admiración por tu narrativa.
Saludos cordiales.