Rey negro, reina blanca
Sergei jugaba con las blancas y Antonov, con las negras. Ganaba Antonov, pero al final perdió.
—¿Por qué perdió la partida? —le preguntaron los periodistas.
Antonov, absorto, repetía:
—No pude. Él no me dejó.
—¿Él...? ¿A quién se refiere? —insistieron.
—Mi rey negro… Se había enamorado de la reina blanca.
—¿Por qué perdió la partida? —le preguntaron los periodistas.
Antonov, absorto, repetía:
—No pude. Él no me dejó.
—¿Él...? ¿A quién se refiere? —insistieron.
—Mi rey negro… Se había enamorado de la reina blanca.
El amor, que no entiende de bandos ni colores. Ojalá fuera así, también, en la vida "real". Enhorabuena y suerte. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Jesús. Sí, la vida sería mucho mejor sin bandos. Saludos.
EliminarLuis que alegría encontrarte de nuevo por aquí y encontrar tus letras.
ResponderEliminarEstá claro que el amor no conoce de colores, ni de bandos.
Buen relato Luis, me ha gustado.
Un abrazo.
Muchas gracias, Javier. Me alegra que te guste. Un saludo.
EliminarHola, Luis, los tíos siempre somos tan débiles frente al amor...nos desarma. Una reina, y hay tantas, que concite en sí belleza y fragilidad al mismo tiempo, nos puede.
ResponderEliminarMe gusta mucho del relato la concepción del amor como un tablero de ajedrez donde se dirime el ejercicio esencial de nuestra vida. De amor versa el estar vivo.
Enhorabuena. Saludos.
Muchas gracias, Manuel. Es que la vida, en el fondo, es una partida de ajedrez, donde nuestras decisiones nos marcan el rumbo; ojalá todos tendiéramos puentes y no levantáramos muros. Saludos.
EliminarEl ajedrez es una magnífica herramienta para aprender a resolver problemas usando la estrategia. Por eso me parece un relato precioso en el que el destino y el amor son capaces de vencer a las reglas del juego.
ResponderEliminarUn aplauso grande, Luis. Y no tardes tanto en volver.
Un abrazo.
Muchas gracias, Patricia, por tu inspirada reflexión y tus palabras de ánimo. Einstein dijo que Dios no juega a los dados, pero al ajedrez... no sé yo; y como Dios es amor, pues eso..., en el fondo es el amor el que controla las reglas de juego de la vida.
EliminarYo también espero no tardar tanto en volver por aquí, jajaja...
Besos.
El ajedrez no se limita a ser un simple juego; también es, entre otras cosas, una recreación de la guerra, y en ella ya se sabe que no es recomendable confraternizar con el enemigo. El mundo del tablero resulta un campo fascinante, donde la literatura tiene un terreno abonado, como bien muestra tu relato.
ResponderEliminarUn saludo, Luis
Muchas gracias, Ángel. El problema es que, muchas veces, las guerras se producen, precisamente, porque no hay intención por parte de los dos contrincantes de conocerse, de confraternizar. Tienes razón, el ajedrez tiene mucho que aportar a la literatura. Un saludo.
EliminarEl amor siempre ejecuta los mejores movimientos.
ResponderEliminarJaque mate.
Muy bueno, Luis.
Saludos.
Muchas gracias, Vicente. Es cierto, si nos guiáramos siempre por el amor no cometeríamos tantos errores. Un saludo.
EliminarDice una hermosa definición que el ajedrez es una batalla incruenta entre dos ejércitos imaginarios para conquistar un reino imaginario; en esa tierra donde la madre Rusia regó de tantos talentos magistrales aparecen estos Sergei y Antonov incapaces de restablecer el orden: parece que la partida no puede acabar en la paz de la cajita donde duermen las piezas, ¿se llevará el rey negro a la Dama blanca a su harén en medio del desierto? Un abrazo Luis.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pepe. Es cierto, el ajedrez, como nos enseñó Lewis Carrol con su segunda "Alicia", puede esconder mundos maravillosos repletos de aventuras, donde el enfrentamiento entre dos ejércitos es sólo una parte de ellos. Desconozco dónde se irán el rey y la reina; puede que vivan grandes aventuras o corran peligros aterradores, en todo caso dependerá de nuestra imaginación. Un abrazo.
EliminarLuis, un bello relato en el que triunfa el amor, que no sabe de bandos ni colores.
ResponderEliminarMe alegro mucho de leerte por aquí.
Suerte y un gran abrazo.
Muchas gracias, Carmen. Tienes razón, el amor es siempre la mejor estrategia en la vida. Siempre me ha gustado, cuando juego al ajedrez, imaginar que tras las inmóviles piezas se esconde un maravilloso mundo de aventuras y desafíos, y que cada movimiento o cada enroque o jaque, ocultan increíbles sucesos; y la literatura permite explorar esos mundos de cuentos de hadas que existen tras el tablero de ajedrez. Besos.
EliminarNo es la primera batalla que se pierde por amor, lo cual no es un consuelo, claro. Además, parece que la reina no tuvo compasión. Tengo la sensación de que no lucharon con las mismas armas. En la próxima partida tendrían que vendarles los ojos a las piezas del ajedrez.
ResponderEliminarUn saludo, Luis
Muchas gracias, Margarita. Sí, es posible que la reina utilizara sus armas de seducción para conseguir la victoria; ya se sabe que en el amor y en la guerra todo vale; en eso los hombres tenemos las de perder. También es posible que fuera realmente un amor verdadero y, como en los cuentos de hadas, esos en los que el bien siempre vence al mal, ambos bandos se reconciliaran y construyeran un nuevo mundo sin guerras y en paz. En todo caso, todo depende de nuestra imaginación. Besos.
EliminarAh, el amor es ciego, dicen. Pero la muerte por amor es la menos vana de las muertes. Y, además, siempre queda la revancha.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Luis.
Muchas gracias, Carles. Vivir es como jugar al ajedrez, y viceversa, y el amor es el condimento indispensable. Por eso, escribir sobre el mundo que se oculta tras un tablero de ajedrez, al igual que en "Alicia tras el espejo", nos permite transportarnos a lugares y situaciones increíbles. Un saludo.
EliminarEl amor es el sentimiento que mueve el mundo y cuando jugamos, unas veces ganamos y otras perdemos, solo hay que saber encajarlo. Me gusta el símil entre la vida y el ajedrez.
ResponderEliminarEnhorabuena, Luis.
Un beso.
Malu.
Muchas gracias, Malu. Arquímedes dijo: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo». Sin embargo nada importa si no hay amor. Y en la vida como en el ajedrez, ¿de qué sirve ganar si no sabes ganar con amor? Besos.
EliminarUn relato con muchas tablas. Lleno de inspiración y suspiros. Bueno, muy bueno. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias, Luis. A veces se escribe gracias a la inspiración y otras veces se escribe lo que se quisiera que pudiera suceder; todo gracias a la imaginación. Un saludo.
EliminarLuís, me encanta leerte en este espacio en el que tan poco te prodigas.
ResponderEliminarEl relato me encanta. Sabes que soy una sentimental y saber que el amor vence a la lógica sobre el tablero de ajedrez, es un gran triunfo.
Muy buen relato, me gusta cuando sale tu alma de poeta...
Besos
Muchas gracias, Pilar. Ya sabes que el ajedrez es como la vida, y viceversa, y que el amor lo puede todo, así que es bueno jugar con ello en un relato: imaginar jugar al ajedrez y, como en "Alicia a través del espejo", atravesar el tablero y contemplar un mundo mágico donde vivir aventuras sin fin; y es que todo depende de la imaginación... o del alma del poeta, jajaja... Besos.
EliminarEl amor es puro arte de la estrategia de la seducción. Haces muy bien, Luis, en usar el ajedrez para representarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, María José. En el fondo el ajedrez es una metáfora de la vida. Un saludo.
Eliminar¿Y quién no es capaz de dejarse hacer un jaque mate por la mujer de sus sueños?
ResponderEliminarMuy ocurrente, sí señor.
Saludos, Luis.
Muchas gracias, Pablo. Y es que la seducción es también un arma. Un saludo.
EliminarMe ha encantado tu microrrelato, Luis. El título nos da la primera pista de por donde va el relato pero hasta que llegas al sorprendente final no terminas de entenderlo del todo.
ResponderEliminarYo también prefiero que gane el amor aunque se pierda una batalla.
Un saludo
Muchas gracias, Alma. En el fondo, si gana el amor (el de verdad) no pierde nadie. Un saludo.
EliminarIngenio, maestría y belleza para construir un relato de altura.
ResponderEliminarEnhorabuena, Luis.
Saludos.
Muchas gracias, Enrique, por tus amables palabras. Me alegra que te guste mi relato. Un saludo.
Eliminar