Sábados de rosas
Todos los primeros sábados de mes, Juan regala a Julia una docena de rosas rojas. Ella las mima cada día, igual que a él, para que le duren el mayor tiempo posible.
Hoy Juan solo ha comprado seis rosas. Él ya sabe que en todos los jarrones no caben doce.
Hoy Juan solo ha comprado seis rosas. Él ya sabe que en todos los jarrones no caben doce.
Juana tierno y romántico relato, quiero entender que ahora es él quien se encarga de mimar las rosas, ya puede ser que ella haya fallecido, y por eso él se da cuenta de la capacidad de los jarrones. Me gusta ese juego con la cantidad de rosas para dar a entender la ausencia de ella.
ResponderEliminarBuen relato Juana, me ha gustado.
Besos.
Hoy me llevo solo media docena. Sospechoso. Esas seis rosas levantan una cortina dibujada con tu habitual elegancia, pero me temo que Juan ha hecho novillos conyugales o bien, hasta lo que se cuida se acaba estropeando, y ahora hay otra Julia en el horizonte del amor.
ResponderEliminarSugerente, delicado como el lenguaje de las flores, tu relato pone de nuevo en estas páginas quilates de sensibilidad: cincuenta hermosas rosas cada mes en nuestra página.
Un beso, Juana.
¡Demoledor!. Me ha emocionado mucho. Ternura, delicadeza y poesía. Juan, o ha muerto, o sabe que no va a llegar al próximo primer sábado de mes, y que junto a su nicho (no enterramiento de tierra), en los dos jarrones que hay a cada lado, no caben seis rosas, tres sí. Un saludo, y suerte Juana.
ResponderEliminarComo dije ayer, lo mágico es que en cincuenta bellas palabras quepan varias interpretaciones.
ResponderEliminarYo me inclino porque Juan es ahora el que compra y tiene que cuidar las rosas debido a la ausencia de quién las cuidaba y lo cuidaba.
Un beso, Juana.
Pablo.
Qué bonito, Juana. Yo también supongo que ella está ahora en un lugar donde los jarrones son pequeños. Pero él, sigue comprándole sus rosas a primero de mes.
ResponderEliminarQué preciosísimo es el amor verdadero.
Un besico para ti y ese peque que nos contaste.
Bellísimo micro, Juana.
ResponderEliminarMe gustaría pensar que sólo se trata de que el amor va perdiendo su romanticismo y ha entrado en otra fase, pero me temo que las flores, Julia ya no las puede mimar.
Es un placer leerte.
Un saludo.
Muy sensible, bonito y triste tu relato. Yo también me quedo con la interpretación de que la pobre Julia se a ido pero no, así, su recuerdo. Enhorabuena y suerte. Saludos.
ResponderEliminarMe gusta la metáfora de los jarrones como símbolo del cambio que hay que aceptar. Yo también creo que ella ya duerme el sueño de los justos. A pesar de la tragedia, el amor sigue tan fresco como una rosa de mañana.
ResponderEliminarPrecioso, Juana.
Un abrazo.
Muy bello tu relato, Juana. El tamaño de los jarrones nos cuenta el paso del tiempo y la pérdida de Julia. Pero el amor de Juan perdura y no olvida las rosas de los sábados.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu sensibilidad. Besos.
Bello micro que se presta a diversas interpretaciones. Esa última frase en la que las rosas no caben... se queda flotando en la mente del lector mientras el corazón se encoge. Buen micro.
ResponderEliminarMe uno a la opinión general, de que el jarrón de la lápida del cementerio es más reducido que el de casa. Por lo demás, la costumbre de comprar rosas los sábados permanece inalterable, como el amor que se tienen, acorde con el título
ResponderEliminarUn abrazo, Juana
Me uno a la opinión generalizada de que las seis rosas son para un jarrón específico: el del cementerio. Juana, has escrito un micro delicado y sensible, como demuestras serlo tú, siempre, a través de tus escritos. Es un gustazo leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José
Hay jarrones que adornan el frío mármol, tu le das calor con tu romántica historia. La muerte no puede separar el amor que siente y cada sábado le seguirá llenando de rosas.
ResponderEliminarun 50 que te llega al corazón.
Un beso Juana.
Con ese romanticismo que tiene un toque de nostalgia por esa ausencia, de un amor que nunca se olvida.
ResponderEliminarUn beso Juana!!
Juana, qué historia de amor tan bella nos traes, aunque con un triste final. Él mantiene la costumbre de comprar las rosas para ella, aunque ahora solo la mitad, las que caben en un jarrón del lugar donde ella ahora está.
ResponderEliminarEnhorabuena por tan tierna historia.
Besos
Con ese media docena de rosas se fue la mitad de su vida, pero conservó todo su amor en una costumbre que perdurará más allá del diámetro de un jarrón.
ResponderEliminarPrecioso relato, Juana. Enhorabuena.
Qué triste y qué bonito. Enhorabuena por la delicadeza con la que expresas la tristeza de la pérdida.
ResponderEliminarUn saludo
Tu microcuento, Juana, tiene la melancolía del paso del tiempo, de nuestro imposible deseo de detenerlo cuando es pleno y creemos ser merecedores del infinito. Es la exclamación de Fausto en la obra de Gohete: “Si un día le digo al fugaz momento: ¡Detente, eres tan bello!”
ResponderEliminarEs también la reflexión que se hacía Rosa Montero en uno de su artículos: “La gran tragedia de los seres humanos es haber venido al mundo llenos de ansias de vivir y estar condenados a una existencia efímera”.
Esto por poner sólo de un par de ejemplos de lo que es el gran misterio de la vida, porque el del paso del tiempo y la infelicidad que antes o después acaba trayéndonos es uno de los pocos temas que tratan todos los escritores de todas las épocas.
Sabemos que todo lo que amamos lo perderemos, sabemos que, como a los protagonistas de tu microcuento, un día la tragedia puede arrebatarnos lo que más queremos, y así vivimos, cada cual lidiando como mejor puede con esas verdades –y otras muchas- duras como el pedernal.
Muy poética tu historia, deja un halo de misterio y de melancolía cuyo perfume se asemeja al de esas rosas rojas. Mi enhorabuena, un abrazo.
Me gusta mucho el tono narrativo del micro, Juana, y te felicito por ello, aunque debo estar muy espesa y no le encuentro sentido a esa última frase. Los compañeros lo tienen claro, así que debe ser a mí a la que le patina la neurona. :) El texto es precioso. Un beso.
ResponderEliminarSutileza a tope, con ese final, de final jarrón lapidario.
ResponderEliminarSobresaliente, Juana
Ostras Juana, jamás seis rosas de menos hiceron pensar más. Pero más allá de la duda, queda el tono melancólico, las palabras escogidas con mimo, y tu sello personal.
ResponderEliminarBuen relato.
Saludos cordiales.
¡Qué bonito Juana! A mí también me ha costado descifrar lo de la media docena, pero está claro que los que me preceden lo han sabido resolver y me apoyo en sus comentarios.
ResponderEliminarEnhorabuena, el texto es precioso, escrito con mucho mucho mimo y cariño.
Un beso grande, querida Juana, te echaré de menos el 5.
Malu.
Relato rebosante de ternura según mi interpretación, que coincide con la de la mayoría, y con unas imágenes que permanecen en la memoria.
ResponderEliminarEnhorabuena, Juana.
Siento no poder contestaros uno a uno, pero al menos quiero deciros que estoy agradecidísima con vuestros interesantes y generosos comentarios. A los que podéis estar el 5 en Madrid desearos que lo paséis de maravilla. Yo también te echaré de menos a ti, Malu, como al resto de compañeros que tuve la suerte de conocer el pasado año. Un abrazo.
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