Secuestrar un elefante
El elefantito rosa solía visitarme. Yo lo mimaba y él me embelesaba con su encanto.
Cuando presentí que él quería abandonarme, sólo atiné torpemente a secuestrarlo.
En cautiverio, su dulce encanto se ha esfumado. Ahora se aburre en el fondo de un armario, bordado, como siempre, en aquella tanga blanca.
En cautiverio, su dulce encanto se ha esfumado. Ahora se aburre en el fondo de un armario, bordado, como siempre, en aquella tanga blanca.
Elefante blanco, elefante rosa... ¿Qué será lo próximo? A mi me da que tu personaje está un poco pallá. Que lo saque de su lóbrego confinamiento ¿no? Mola mucho lo tuyo. Enhorabuena y suerte. Saludos.
ResponderEliminarPues, para hacer lo que ha hecho, no está muy pacá que digamos. Es que el amante despechado puede llegar a hacer cualquier tipo de locura.
EliminarUn saludo, Jesús.
Georges, interpreto que quién ha abandonado al protagonista es la dueña del tanga. Aunque el tanga permanezca en su poder, sin la dueña ha perdido su encanto...
ResponderEliminarNo se si habré acertado...
Enhorabuena Georges, un micro acertijo con múltiples interpretaciones!
Besos
Gracias, Pilar, lo has interpretado muy bien, esa fue mi idea al escribirlo. Pero si surge una interpretación mejor, estoy dispuesto a adoptarla. Jaja
EliminarBesos
Georges yo pienso como Pilar, de quien estaba enamorado tu protagonista no era del elefante del tanga, sino de la dueña del mismo, y está claro que por muy fetichista que quiera ser no es lo mismo y que más que el continente él añora el contenido.
ResponderEliminarBuen relato Georges, me ha gustado.
Abrazos.
Gracias, Javier. Es como tú dices, aquí hay un vaciamiento de contenido, como en los discursos de la mayoría de los políticos. jeje
EliminarUn abrazo.
Georges, ese elefante ha perdido la gracia sin la persona que lo movía y le daba esa magia que tanto gustaba a tu protagonista.
ResponderEliminarMuy ocurrente e ingeniosa tu historia.
Enhorabuena.
Pablo.
Gracias Pablo, me alegra que te gustara.
EliminarUn abrazo
Tu relato me deja clara una cosa importante, que los elefantes rosas hay que disfrutarlos mientras duran y están; que empecinarse en alargar finales e insistir en retenerlos cuando ya han decidido volar, les hace perder la gracia.
ResponderEliminarUna chispa es el deseo y dura casi tanto o menos que cincuenta palabras. Simpática historia, Georges. Saludos.
Gracias, Manuel.
EliminarEstoy completamente de acuerdo en que no se puede retener a quien quiere irse. En lo que no coincido contigo es en que la chispa sea tan efímera. Me consta que puede llegar a durar bastante más.
Saludos
Yo hago una interpretación algo oscura de tu relato y veo un secuestro feo, tal vez incluso un asesinato. En todo caso, un relato inquietante envuelto en un lenguaje aparentemente dulce e inocente. Muy bien!
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias, Ana. El relato es abierto en cuanto a la forma en que el protagonista se hizo de la prenda y tu interpretación es una de las posibles y se encuentra en uno de los extremos del abanico.
EliminarUn saludo.
Nunca he comprendido en toda su extensión eso del fetichismo. Un objeto, por muy personal que sea, nunca puede sustituir a una persona, con lo que retenerlo no tiene sentido, algo de lo que parece haberse dado cuenta tu personaje, que sin duda añora a la dueña de esa prenda.
ResponderEliminarUn saludo
Yo nunca he comprendido para nada a los fetichistas. El comportamiento del protagonista no muestra que lo sea, como tú bien dices, se da cuenta de la inutilidad de su acción, y lo que hace es tirar la prenda en un armario.
EliminarUn saludo, Ángel.
Pobre elefante, cual marioneta sin titiritero se ha quedado sin vida y, de paso, ha dejado a un pobre enamorado con el corazón hecho pedazos.
ResponderEliminarEstupendo, Georges.Mis parabienes.
Un abrazo.
Gracias por tu comentario, Vicente. Me encantó la comparación con la marioneta sin titiritero, muy digna de ti.
EliminarUn abrazo
Veo que ya está perfectamente explicado tu micro, Georges, por parte de los compañeros. Sólo añadir que todos hemos conocido a gente que se obsesiona con cosas materiales creyendo que pueden sustituir a las personas. Otra variante es la de los que tiran prendas porque les dan "mal fario", por haberlas puesto un día que resultó horrible. Esto ya me parece producto de una mente, cuanto menos, retorcida.
ResponderEliminar¡Felicidades y un abrazo!
Hola, María José.
EliminarGracias por tu comentario. No sabía que había gente que tiraba prendas por el mal fario. Cada día te enteras de nuevas actitudes que te hacen dudar de la racionalidad de los humanos.
Un abrazo para ti.
Georges, ingeniosa manera de hablar del amor y del deseo. El elefantito rosa lo representa, pero sin su dueña pierde su significado.
ResponderEliminarMuy original. Un abrazo.
Gracias, Carmen. Hay temas que me resultan más cómodos si los abordo de forma elíptica.
EliminarUn abrazo para ti.
Tu protagonista debería saber que los elefantitos rosas bordados, en cautiverio, pierden todo su encanto. Original propuesta, Georges, me ha encantado. Un beso grande.
ResponderEliminarTienes razón, Matrioska, el protagonista debería saberlo, pero es el eterno problema de los elefantitos rosa, es tal su magia que obnubilan toda razón y todo conocimiento.
EliminarUn beso grande para ti.
A través del bordado de una pieza de lencería nos cuentas una historia de desamor. Y además, gracias al elefante rosa, te ha quedado la mar de simpática.
ResponderEliminarMuy bien.
Saludos cordiales.
Gracias, Carles. Es que hasta el desamor se puede ver color de rosa.
EliminarUn cordial saludo para ti.
Jajajaja, muy divertido micro George... Supongo que eso de que quería abandonarlo, habrá sido culpa de los AA, no?
ResponderEliminarSaludos!!!
Me alegra que te divirtiera, Jean. Y, que yo sepa –aunque puedo estar equivocado– AA no tuvo nada que ver, porque el elefante no era producto de su imaginación, aunque bien afiebrada que la mantenía. Jaja.
EliminarUn cordial saludo.
Pues sí que ha dado juego el elefantito rosa. Confieso que yo me había ido por las ramas, debe ser que a estas horas ya no pienso bien, así que me ha venido muy bien leer los comentarios...
ResponderEliminarUn beso George.
Malu.
Bueno, suele sucederme que para comprender un micro debo recurrir a los comentarios de los compañeros. A cualquier hora del día. Jajaja.
EliminarUn beso, Malu.
A veces perdemos lo que tenemos porque sí, pero otras es porque no hemos sabido conservarlo. A mí me da que tú protagonista ha comprendido tarde muchas cosas.
ResponderEliminarMuy buen relato, Georges, contado con gran oficio e inteligencia.
Un abrazo
Tienes razón, Enrique. La mayoría de las veces que perdemos a alguien es porque no hemos sabido conservarlo. Pero, por supuesto, es más fácil echarle la culpa “al otro” que detenerse a analizar, comprender y reconocer nuestra responsabilidad.
EliminarGracias por tu valoración. Como siempre, eres muy generoso.
Un abrazo.
Mi interpretación creo que no se acerca a ninguna de las ya expuestas. Interpreto el elefante rosa como un "miembro viril" que es encerrado en el "armario" hasta que quiera salir de él, por eso se marchita dentro del tanga blanco... no?? Seguramente me equivoque.
ResponderEliminarUn besazo, George (de la jungla)Jajaja
A veces, nuestros relatos son interpretados de forma que nos sorprenden y que demuestran que siempre hay alguien que tiene mucha más imaginación que el autor.
EliminarTu lectura del micro es un estupendo ejemplo de ello. Yo creo que todas las interpretaciones son válidas y la tuya lo es, aunque hayas introducido dentro del tanga todo, o parte, de lo que en él estaba bordado. Es que esto de los elefantes rosados, y sus trompas, dan mucho juego a la imaginación. Jajaja.
Muy interesante comentario, mi querida Olga. Otro besazo para ti.