Una nota discordante
La música de cámara ascendía, en volutas sonoras, dentro de la espaciosa sala renacentista del palacio ducal, dirigiendo la mirada del selecto público hacia el artesonado, bellamente decorado con policromías de carácter mitológico. Todos quedaron desconcertados cuando la armonía y el duque sucumbieron ante la cacofonía martilleante de una metralleta.
Y tan discordante. Ya me veía, como aficionado a la buena música, disfrutando como el que más de esa espléndida música e inmerso en ese ambiente culto y palaciego que tan bien nos muestras, y ¡zas! Nos queda el consuelo, a los melómanos, de que artistas como Schoenberg estarían en su salsa. Muy bueno. saludos.
ResponderEliminarTotalmente discordante el sonido de esa metralleta.
ResponderEliminarUn relato con una narrativa casi musical, casi fotográfica, mostrándonos esa sala, pero con ese sonido discordante todo cambia.
Buen relato Javier.
Un abrazo.
Stendhal solía decir que «La política en una obra literaria es algo así como un tiro de pistola en medio de un concierto, algo grosero y a lo que no podemos, sin embargo, dejar de prestar atención».
ResponderEliminarNo creo que este elegante cincuenta vaya de política pero sí que habla de una sombra que se proyecta sobre lo mejor del ser humano y acaba con ello: la violencia.
Día con día, los noticieros dan cuenta de guerras, terrorismo, asesinos seriales, etc.
Ojalá y vengan mejores tiempos.
Excelente micro, Javier.
Un abrazo.
Tremenda discordancia la que remata el relato. Me dejé llevar por el embeleso de la armonía de las palabras y el trastablilleo de la ametralladora me ha dejado desnortado.
ResponderEliminarConsigues realmente que sintamos el impacto de la violencia que interrumpe semejante momento elevado.
Un micro impactante, Javier. Saludos.
Me ha gustado mucho tu original y bien escrito relato, Javier.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, de ahí el fuerte contraste que puede producirse entre la belleza y la barbarie si llegan a cruzarse, y que tan bien has reflejado. Por desgracia, cuando sucede, gana por goleada el segundo. Quizá el duque tenía cuentas pendientes con la mafia veneciana, quién sabe, a veces no todo es tan idílico como nos lo pintan.
ResponderEliminarUn saludo, Javier
Una primera parte que nos seduce por la música y la arquitectura palaciega, para romper con toda esta belleza la irrupción de la violencia.
ResponderEliminarMuy bien escrito, Javier. Un abrazo.
Magnífico y desconcertante Javier. Para nada se espera semejante final. Enhorabuena. Besos
ResponderEliminarMe ha sorprendido gratamente tu micro, Javier. No me esperaba para nada ese final. Te felicito.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Es un canto a nuestra humanidad, capaz de amar la belleza y destruirla con el mismo ahínco.
ResponderEliminarQue la violencia perturbe un relajante concierto simboliza, para mí, la guerra burlándose de la paz. Me ha gustado mucho, Javier.
ResponderEliminarUn abrazo.
Javier todo lo idílico del principio de tu micro salta por los aires cuando irrumpe el sonido de la metralleta. Puede representar al primer y al tercer mundo, uno donde todo es maravilloso y otro dónde todo es violencia.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos
Muy agradecido por vuestros generosos comentarios. Saludos
ResponderEliminarUn micro con una narrativa intachable y un brusco e impactante desenlace. Felicidades, Javier. Un saludo.
ResponderEliminarCreo que tu microcuento pone el foco en dos épocas muy separadas por el tiempo, pero no tanto por lo que casi siempre se cuece en los sótanos de todas las sociedades: la lucha por el poder.
ResponderEliminarTanto la música de cámara, como la sala renacentista del palacio ducal -¿el de Venecia?- nos remiten a esa gloriosa época en lo cultural, pero también bastante siniestra en lo político, tal y como la retrató en toda su crudeza Maquiavelo, quien, al parecer, se inspiró, entre otros, en César Borgia –para mí un personaje de lo más siniestro- para escribir su libro.
En dicha época, el puñal y el veneno hacían las veces de la metralleta que hace su aparición en el final de tu microcuento, y que pone esa nota discordante que es la violencia humana que aparece en toda su crudeza incluso en los escenarios donde los hombres están entregados a lo mejor que ha salido de ellos: el arte, la música.
Excelente microcuento, Javier, mi enhorabuena y un abrazo.
Muy buen relato Javier, escrito delicadamente para sorprender con un ruidoso final.
ResponderEliminarSaludos.
Brillante y armonioso ejercicio, Javier. Realmente has conseguido que levantara la cabeza y mirara hacia el palco.
ResponderEliminarSaludos cordiales.