Vuelta y vuelta
Poseidón, por una vez generoso, concedió un viento favorable. La travesía se desarrolló sin contratiempos. Apenas un mes después de salir de Troya, pudo vislumbrar en el horizonte las recortadas costas de su pequeña isla. Retornaba a una existencia rutinaria y aburrida.
Ulises ordenó al timonel que virara en redondo.
Ulises ordenó al timonel que virara en redondo.
Cierto sarcasmo percibo en esta revisión tuya del mito que actualiza un Ulises al uso de esta pretendida modernidad incapaz de mantenerse quieta en un mismo lugar por dos días seguidos e incapaz de vivir sin recibir diariamente su dosis de adrenalina. ¿O será más bien por temor a una Penélope de armas tomar, frígida y que le huele el aliento?
ResponderEliminarBromas aparte, un relato ágil y bien asentado. Saludos, Juan Pedro.
Se ve que a Ulises le va la aventura y guerrear, y por eso tardó mas de 10 años en regresar a Ítaca. No sé si será aburrida la vida en Ítaca, pero yo cuando escucho edte nombre me acuerdo de la canción de Lluis Llach "Viatge a Ítaca", y me parece un lugar encantador.
ResponderEliminarBuen relato Juan Pedro.
Un abrazo.
Los dioses normalmente no suelen sentir envidia, tan solo indiferencia, por lo que se agradece un poco ese viento generoso de tu relato. El odioso Odiseo es tan astuto que no duda en sacrificar a los suyos: "desde allí seguimos adelante aunque perdimos algunos compañeros". Saludos Juan Pedro.
ResponderEliminarContra viento y marea, en pos de la aventura. Y, a lo mejor, podrá ver a Helena.
ResponderEliminarBuena vuelta y vuelta de un clásico.
Un abrazo.
Pablo.
La guerra está servida, vuelta y vuelta a los clásicos.
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
¿Añoraba a Calipso? ¿Olvidó algún preciado don en Ogigia 😉?
ResponderEliminarGracias por compartirlo. Un placer siempre rever a los clásicos.
Salut.
Después de haber conocido tanto mundo y aventuras, su isla se le había quedado más pequeña que nunca, pese a que las dimensiones terrenas no habrían cambiado demasiado, pero él ya no era el mismo. Quizá Penélope tampoco.
ResponderEliminarInteresante reescritura del clásico.
Un saludo
Parece que tuviera un presentimiento de lo que podía aguardarle a su llegada o que prefiriera afrontar renovados peligros antes de atender la, aparentemente, tediosa vida palaciega o que se olvidara de algo, o de alguién, en cualquiera de las azarosas etapas del camino de regreso o...Saludos y suerte.
ResponderEliminarJuan Pedro, cuando se ha vivido la emoción de la aventura resulta difícil volver a la rutina. Entiendo que Ulises prefiera seguir navegando. Interesante versión de un gran clásico.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos
Permíteme, Juan Pedro, que interprete tu historia como la comparación entre vida nómada o sedentaria. Ulises le cogió tanto gusto a la primera, que no quiere la monotonía de la vida estable con Penélope... Hasta cierto punto, le comprendo, jaja. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn abrazo.
Hace bien Ulises en dar la vuelta. Lo importante no es llegar a Ítaca, sino vivir aventuras y experiencias. Al menos, eso nos dice el poeta griego Kavafis.
ResponderEliminarMe ha encantado esta versión del mito, Juan Pedro. Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYa me parecía a mi que Homero se equivocaba. ¿Quién en su sano juicio querría vivir en una islote teniendo el ancho mar por explorar con sus sirenas, y sus lotófagos, por no hablar de los encantos de Circe, la hechicera. Además, Penélope todo el día estaba dándole al ganchillo...
ResponderEliminarSaludos cordiales, Juan Pedro
Fantástico giro, nunca mejor dicho, el que das a la historia, Juan Pedro. Divertido y bien contado.
ResponderEliminarSaludos