Buenos días, Bangkok
El timbrazo soprendió a Lawan, que acudió rauda a abrir la puerta de su nueva clínica. El joven le sonrió amable y pidió la lista de precios.
—900 bahts el masaje completo.
—¿Tanto? —se extrañó—. Incluye final feliz, ¿verdad?
El diploma de la facultad, agazapado detrás, contuvo la respiración.
—...Claro.
—900 bahts el masaje completo.
—¿Tanto? —se extrañó—. Incluye final feliz, ¿verdad?
El diploma de la facultad, agazapado detrás, contuvo la respiración.
—...Claro.
Me temo, Alex, que el título de la masajista no será útil para la labor que se le encomienda. Tu relato deja un sabor agrio, muy bien logrado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Quizás me estoy yendo por la interpretación más fácil y directa pero, al menos en una primera lectura, entiendo que Lawan, aún teniendo un título universitario, ha tenido que ejercer otra profesión más rentable.
ResponderEliminarLa crisis del mercado laboral en todo su esplendor, sin final feliz.
Volveré a leerlo.
Suerte en Malasia, Álex.
Tanto estudiar para esto. Una triste realidad.
ResponderEliminarSaludos, Álex
Muy bueno Alex y con la duda en el aire. Un diploma cuesta lo suyo y tener una clínica abierta también... (?) Un abrazo y a por el diploma... perdón Master.
ResponderEliminarPobrecita Lawan, parece que ha despertado de golpe al abrir la puerta y comprobar que el paraíso era un espejismo.
ResponderEliminar¡Ánimo, Álex! Tú volverás con un título bajo el brazo que jamás contendrá la respiración, lo cuelgues donde lo cuelgues. Porque ya se ve venir que no vas a parar.
Un beso grande.
¡Ay, qué escalofrío!
ResponderEliminarA este final hay que incluirle unas perdices pero ya.
Me has removido hasta la última entraña, Álex.
Aprovecho para dejarte aquí otro puñado de besos; no olvides meterlos en la maleta. Y, sobre todo, no te olvides de volver.
¡Buena suerte!
Por lo visto solo es final feliz para algunos. Como diría el poeta "malos tiempos para la lírica ".
ResponderEliminarUn saludo Alejandro
¿feliz?
ResponderEliminarJodía crisis
Alex, me parece que el negocio de Lawan se va a ver afectado por la fama de la ciudad en la que vive, Bangkok, donde su mayor reclamo es el turismo sexual. Su diploma universitario no es lo que buscan los clientes, por desgracia.
ResponderEliminarBuen micro, conteniendo siempre mucho más mensaje que el que se lee a primera vista.
Enhorabuena, Alex. Espero que en tu equipaje quede espacio para que nos lleves contigo allá donde vayas, junto con todo mi cariño. Vuelve pronto. Te espero con muchos besos apretados. Suerte, amigo.
Está claro que los diplomas, a veces, no son necesarios para algunos energúmenos...A la vista está. "Demasiada formación y conocimientos" dicen algunos, esos empresarios que seleccionan personal. ¡Malos tiempos !
ResponderEliminarMucha suerte en tu nueva etapa y muchos besicos, Álex
Uno estudia, se esfuerza, se prepara, vuelve a estudiar y se vuelve a esforzar, uno monta un negocio empeñándose hasta los dientes, o se va al otro lado del charco a probar fortuna, o es contratado en "pepitoperez.es" y después de todo, por mucho título, máster, grado, postgrado, tiene que acabar prostituyéndose. Entiéndase en este caso prostitución, no en el sentido literal, sino prestación de servicios, actividad u ocupación de la persona que tiene que humillarse y trabajar en cualquier cosa para obtener un sueldo miserable.
ResponderEliminarLo sé, se me ha ido mucho la pinza, pero me he quedado muy a gusto después de dar mi opinión.
Una historia muy potente para cerrar Noviembre.
Un beso, Álex.
Malu.
Un puñetazo de realidad en tan solo cincuenta palabras. Especialmente me gusta el título y, sobre todo, la imagen de ese diploma agazapado conteniendo la respiración que da un plus a uno de tus micros más acertados, según mi humilde opinión.
ResponderEliminarPor lo demás, sabes lo que te aprecio, Álex, así que te deseo que todo te vaya como te mereces. Y que la Real siga tan bien;-)
Abrazo fuerte.
Pablo
Un diploma agazapado por una realidad que oprime y ahoga, pero no solo en Tailandia, aquí a la vuelta de la esquina también hay diplomas agazapados.
ResponderEliminarAlex un relato que va más allá de las 50 palabras que contine.
Y por último decirte que en tu nueva etapa y pese a la distancia te seguiremos sintiendo cerca del corazón, te deseo que todo te vaya de maravilla.
Un abrazo enorme.
El acertado "buenos días" del título implica abrir los ojos a la realidad, después de largos años de una enseñanza que sólo ha sido una ensoñación, la triste imposición de un mundo que no quiere salir de sus estrechas miras. El diploma que contiene la respiración, esa última palabra dubitativa y claudicante antes de los puntos suspensivos, son elementos que no necesitan decir para contar. A ti no te a a suceder lo mismo. Con tu preparación y tu iniciativa será el mundo quien se pliegue ante ti, y no al revés.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Álex
Dices mucho en cincuenta palabras, Álex. Es más lo que sugieres que lo que cuentas. La joven, con su diploma y su clínica, le abre la puerta a la dura realidad. Para ella no hay final feliz, por mucho que se haya esforzado.
ResponderEliminarEn cuanto a ti, Álex, con tu tesón y con todos los buenos deseos que te enviamos, te llegará la recompensa. Y te esperaremos para celebrarlo.
Enhorabuena por tu relato. Hasta pronto. Muchos besos y abrazos cincuentistas.
Y tu protagonista tiene, al menos, colgado el diploma...¡Cuántos y cuántas lo han tenido que envolver en un cartón para que no se deteriore...!
ResponderEliminarLigas perfectamente la fustración de una profesional con el exotismo del lugar, tal vez como reflejo de tu cercano viaje...
Un abrazo Álex.
Muchas veces es imposible escapar de la realidad que nos rodea. Un micro duro por lo desgarrador y repugnante de esa cotidiana realidad y por la aceptación que hacemos de ella. Un abrazo y un beso grandes, Álex, estés donde estés, allá estaremos nosotros contigo.
ResponderEliminarLa primera, en la frente. Esa pobre chica comprende al instante (quizá ya se lo temiera) que va a tener que ceder ante las exigencias de la cruel realidad. Dentro de cualquier relación o sistema la necesidad acostumbra a ser la parte más débil, por desgracia, lo que nos lleva a asumir con resignación, al igual que la chica, ese final triste de tu relato.
ResponderEliminarMuy bueno, Álex, haciéndonos pensar como siempre y, en este caso, metiéndonos en las entrañas de tu personaje.
Un fuerte abrazo y, si aún te cabe algo en la maletas, un puñado más de suerte.
Reflejas la arista más cortante y vergonzante del imperio machista, la que incide en el aprobio del precario mundo laboral de la mujer, mucho más apremiante, sin duda, en países como en el que sitúas la denuncia de tu relato.
ResponderEliminarFunciona muy bien la presentación ilusionada del encantador personaje femenino contrapesada por el suspensivo final, realidad bruta que lastra la ilusión y obvia la formación profesional de la mujer usándola como objeto de placer.
Largo camino hacia la igualdad, nos queda. Pero gracias a ti, hemos avanzado cincuenta importantes palabras de denuncia.
Un abrazo, Álex.
Ambiente oriental, ¿por qué será? Y sigo con preguntas: ¿De qué sirve un diploma, unos estudios, un esfuerzo personal, si al final hay que transigir con lo que sea, con lo que nos ofrezcan, para poder supervivir en este injusto mundo que nos ha tocado vivir? ¿Hay respuestas? Creo que no, que lo que sí hay son muchas más preguntas.
ResponderEliminarBuen relato, amigo Álex. Buen viaje. Buena estancia.
Nos guste o no, el dinero suele vencer a la dignidad. Nacer con según qué sexo o bajo una determinada condición social, puede dejar en simple esperanza a cualquier derecho. Y esto ocurre, con mayor o menor gravedad, en Bangkok, Alemania o Albacete. Es inherente al primate humano.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu relato, Álex. Para mí, de lo mejor que has escrito.
Espero que, al contrario que la fisio de tu historia, se cumplan tus expectativas y exprimas al máximo el tiempo que estés fuera.
Hola Álex, fuerte y triste relato nos dejas... Lamentablemente vivimos en un mundo gobernado por el dinero, y por dinero, muchas veces vendemos nuestra alma al diablo.
ResponderEliminarUn gran abrazo y saludos.
La realidad se está convirtiendo para muchos en la peor de las pesadillas. Parece ser el caso de la protagonista de tu interesante relato. Le deseo que sepa salir airosa de la comprometida situación. El que seguro se va a mover como pez en el agua en aquellas lejanas tierras eres tú, Álex. Un abrazo grande.
ResponderEliminarEn un breve micro se relata una vida de esfuerzos, un final doloroso, una realidad que podría trasladarse desde Bangkok a cualquier punto del planeta.
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por vuestros comentarios. Los he leído puntualmente, pero ahora ando de viaje y es complicado contestarlos como es debido.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que os gustara el relato. Tal y como lo concebí, la protagonista ha montado la consulta de fisioterapia con mucha ilusión pero no llegan clientes, y aunque no se lo había planteado antes, decide aceptar ese "encargo" como una excepción sin mucha importancia, aunque sabedora en el fondo de que se está traicionando por completo. Es una delgada línea entre un masaje "especial" y la prostitución pura y dura, que en muchos países (de forma muy hipócrita) no está nada delimitada. ¡Un abrazo a todos!
Creo que a todos se nos ha presentado en nuestros trabajos alguna situación en la que sentíamos que estábamos traicionando alguno de nuestros más queridos ideales, que la realidad se imponía, que, finalmente, como escribió el poeta Alfonso Costafreda: “Los sueños han perdido la batalla”.
ResponderEliminarEs el aprendizaje de la decepción, como reza el título de un ensayo de Félix de Azúa, o quizá peor, el aprendizaje del dolor, por decirlo con el título de una novela de Carlo Emilio Gadda.
Lo cantaba Salvatore Adamo en su canción En bandolera: “Lucha contra el mundo en esta vida porque el mundo lucha contra ti”.
Tal es así, que en tu microcuento, en genial prosopopeya, hasta el diploma de la facultad tiene que contener la respiración al ver cómo la poseedora del mismo se rinde a la crudeza de la realidad.
En fin, Álex, que deseo de todo corazón que las cosas sean mucho mejor en Kuala Lumpur que en Bangkok. Mucha suerte y que vivas experiencias enriquecedoras.
Aquí nos dejas a todos, de momento, un poco huérfanos.
Un abrazo.