Derrotas invisibles
Siempre competía con ilusión, pero las victorias que tanto esperaba nunca llegaron. Impotente, decidió darlo todo en una última carrera que le haría dueño de un futuro imposible. Sus pies, juntos, recorrieron un corto trayecto, impulsados por el peso de su cuerpo, hasta quedar detenidos a escasos centímetros del suelo.
En esta última carrera que ha realizado tu protagonista, como tú has dicho decidió darlo todo, hasta la vida.
ResponderEliminarEsas derrotas invisibles en la vida le han ido mermando las fuerzas para seguir adelante. Aunque como siempre digo, cuando hay un suicidio, o por lo menos eso veo al leer tu relato, cuando alguien toma esa decisión ha de ser muy valiente para llevarla a cabo, tal vez a lo mejor con esa decisión aún logró una última victoria.
Buen relato Cadillac, un abrazo.
Gracias por el comentario, Javier. A mí me gusta pensar que esa última decisión es también otra derrota invisible. Para que sea completa.
EliminarUn abrazo.
Cuando los esfuerzos nos ponen al límite de la resistencia...Triste final para tu protagonista...
ResponderEliminarSaludos
Esta vez sí que ha quedado un tanto derrotista el micro.
EliminarGracias por el comentario, Rafael. Un abrazo.
La frustración puede llevarnos a tales extremos, sobre todo cuando se vive en una sociedad tan competitiva como esta que hemos creado.
ResponderEliminarMuy bien tratado el tema, Cadillac, con una delicada descripción del último momento.
Un abrazo.
Gracias por el comentario, Enrique. Tienes razón. A veces parece que hemos creado un auténtico monstruo.
EliminarUn abrazo.
Vivimos en una sociedad en la que los derrotados no existen. A menudo, entre ellos y quienes alcanzan los objetivos sólo hay un pequeño matiz, una brizna de suerte, merecerían llegar a ese podio igualmente, pero no sucede. Hay personas que con un mínimo esfuerzo logran muchos objetivos, mientras otros que lo merecerían más se dejan la vida sin resultados. Es comprensible la frustración de tu protagonista, aunque ese paso que está a punto de dar no sea solución.
ResponderEliminarUna tensión psicológica y un desenlace bien contados.
Un abrazo
La falta de suerte puede ser otra de esas derrotas invisibles que sufre el protagonista, como su decisión puede ser una derrota invisible para la sociedad cada vez que ocurre algo así, o como invisibles resultan todos los casos de suicidio que no se llegan a contar, al menos públicamente.
EliminarGracias por el comentario, Ángel. Un abrazo.
«Lo importante no es ganar sino competir». Aún más relevante, añadiría yo, es no olvidarse del que perdió.
ResponderEliminarNo deberíamos basar la totalidad de nuestra autoestima en una sola ocupación. Un corredor promedio puede ser un extraordinario futbolista, nadador o gimnasta, por ejemplo. Talentos hay muchos (atléticos, artísticos, intelectuales, etc.), sólo hay que encontrar el/los que poseemos en mayor grado.
Un abrazo, Cadillac.
A veces el drama está en no conformarnos con el talento o la falta de talento que tengamos, y no ser capaces de asumir las frustraciones, en una sociedad que además solo busca o respeta a los triunfadores.
EliminarGracias por el comentario, Vicente. Un abrazo.
Cuando el esfuerzo nunca tiene su recompensa lleva a la frustración y a la desesperación.
ResponderEliminarBien contado.
Besos
Y de la desesperación a dejarse llevar llevo solo hay un paso.
EliminarGracias por el comentario, Pilar. Un abrazo.
Perdió la carrera contra sí mismo. Un triste micro.
ResponderEliminarY de esa derrota ya nadie puede escapar.
EliminarGracias por el comentario, Plácido. Un abrazo.
¡Ups! Me he quedado leyendo la última línea una y otra vez.
ResponderEliminarMagnífica forma de contarlo, Cadillac.
Un saludo
Gracias, Margarita. Siempre resulta un placer leer comentarios como el tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando los límites de resistencia se superan, puede suceder lo que cuentas, Cadillac. La frustración y desesperación, unidas a una cadena de sucesos que la mente hace parecer negativas, parece que tienen que desembocar, irremisiblemente, en un suicidio. Sin embargo, las personas que quieren al desesperanzado, en la realidad, serán las que le saquen del foso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por el comentario, María José. Lo malo de esto, muchas veces, es que quien más lo necesita no quiere ser ayudado, o no sabe cómo buscar esa ayuda, o no sabe que puede ser ayudado.
EliminarUn abrazo.
Una pena. Seguro que en otras facetas de la vida sería muy válido. Los triunfos en según qué cosas están muy sobrevalorados. A este chico, el hecho de no ganar lo llevó a perder la vida, el bien más preciado que tenemos. Por desgracia, tu micro es un reflejo de algunas situaciones reales.
ResponderEliminarEso he tratado de reflejar, Juana. Me alegra haberlo conseguido.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo.
Leía en las redes el otro día una frase que Rt, que me parece que le viene que ni pintada al relato: "La desilusión es la distancia entre la expectativa y la realidad". Y nos pasa tanto. Hacemos mal el balance de nuestra posibilidades, nos caemos y luego, nos pasamos el resto de la vida renunciando, abandonando, lamentando.
ResponderEliminarDeben cambiar muchos aspectos de la educación dando entrada al apartado emocional de las personas en la misma. Empezando por enseñar que no es suficiente con desear para alcanzar cualquier éxito, sino que hay que proyectarlo, entrenarlo y, después de intentarlo, si fracaso, reestructurarlo para volverlo a intentar.
Otra frase que me encantó definía al ganador como un soñador que nunca se rinde. Y ahí está la cuestión. en tener o no resiliencia.
Aparte de las puntualizaciones que yo pueda hacerle a la forma de ver el mundo de tu protagonista, tu relato, Cadillac, cubre absolutamente las expectativas. Prende la mecha narrativa y alcanza bien lejos, como corresponde a cincuenta palabras tan bien fundamentadas.
Saludos.
Tu comentario no tiene desperdicio, Manuel. Hay muchas voces que desde hace mucho reclaman una educación emocional, entre otras cosas para aprender a sobrellevar la desilusión y el fracaso, cuando lleguen. Supongo que es otra forma de llamar la atención acerca de sobreproteger a los hijos, entre otras actitudes.
EliminarMe han encantado las dos frases que has compartido con nosotros. Muchas gracias.
Un abrazo.
Sí bien es importante marcarse metas y luchar por ellas, también hay que estar preparado para el fracaso, para reconducir los esfuerzos y no dejarse abatir. El triunfo ha de ser la realización de uno mismo y no la insana comptitividad.
ResponderEliminarMuy bueno tu micro, Cadillac. Un abrazo.
Qué difícil es saber perder en algunas ocasiones. Y lo vemos continuamente cuando retransmiten algún evento deportivo por televisión. Así que estamos como para aprender de los fracasos más importantes de la vida. Ojalá fuera en realidad como explicas en tu comentario, Carmen.
EliminarMuchas gracias y un abrazo.
No estamos preparados para las derrotas, pero en esta sociedad tan competitiva solo nos han enseñado a ser el primero y disfrutar de la gloria, o a hundirnos en la miseria. De ahí que los fracasos calen en lo más hondo y nos lleven a la depresión más profunda.
ResponderEliminarMe enrollaría mucho si me pusiera a hablar de todo lo que se podría hacer educando desde que nacemos para saber digerir todo lo bueno y malo que nos pasa en la vida, pero creo que si se trabajara en ese sentido, mucho cambiaría la historia.
El micro es muy potente, deja una imagen difícil de quitar de la cabeza. Enhorabuena, la historia es brutal y con un gran mensaje.
Besos.
Malu.
Me apunto a esa necesaria educación que propones, Malu. Entre tanta asignatura que a lo mejor luego cae en el olvido, no estaría mal cambiar alguna, o por lo menos añadir otra que enseñara los verdaderos valores.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Un abrazo.
Gran relato lleno de paralelismos que engrandecen más aun la historia. Eso de "a escasos centímetros del suelo" me suena a escasos centímetros de la meta, como insinuando que tampoco esa ultima carrera la gano.
ResponderEliminarSaludos!!!