El hombre que gritó libertad

No era un refugiado al lograr huir de la guerra ni un preso al salir de la cárcel. Marcelo era simplemente un hombre normal que logró librarse del acoso telefónico de las compañías que le llamaban a diario a todas horas.

Fue tan sencillo como hacerse cliente de todas ellas.
Escrito por Emilio NB - Twitter

18 comentarios :

  1. No creo que sea la mejor solución, casi sería mejor que tirase el teléfono a la basura y se olvidase de todo, ya que ese grito de libertad va a durar poco estando atado a todas las compañías.
    Buen relato Emilio, un abrazo.

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  2. Emilio, qué bien entiendo a tu personaje. Librarse de estos acosadores, no es tarea fácil. Ahora, menos mal que eran compañías de teléfonos, y no de yates o cosas más caras!

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  3. Quizá no sabía que la cara b de llamarte para que te hagas cliente es seguir llamándote para que cambies de plan contratado. Quizá hubiese sido mejor que todo hubiese parecido un accidente y no hubiese quedado ningún operador telefónico. El mundo entero se lo hubiese agradecido eternamente. Especialmente a la hora de la siesta. jajajaja

    Muy bueno. Saludos.

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    1. jajaja, iba a decir lo mismo. Nadie garantiza que no lo acosen como cliente. Saludos.

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  4. Ruinoso pero efectivo. Muy bueno, Emilio. Un saludo y suerte.

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  5. Emilio, el acoso telefónico por parte de estas compañías es insoportable, debería de haber alguna norma que protegiese a los consumidores. La solución adoptada por el protagonista es un poco cara...
    Bien contado.
    Besos

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  6. ¡Aleluya! Pero le va a salir por un pico... no sé si es peor el remedio que la enfermedad.
    Un beso, Emilio.
    Malu.

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  7. Pobre de este hombre, ante la desesperación, ha cambiado la esclavitud telefónica por la esclavitud económica. Ojalá tenga suerte.
    Saludos, Emilio.

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  8. Vaya! No se me había ocurrido. Un buen sistema de librarse del acoso telefónico. Yo suelo recurrir al también eficaz método de no coger nunca el teléfono cuando me llaman desde un número desconocido.
    Un microrrelato alegre, Emilio.
    Saludos

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  9. Yo conozco a alguien que ante ese tipo de llamadas siempre responde que el titular ha fallecido. A pesar de ello siguen llamando, pero al menos se ríe un rato y practica sus dotes como actor. Lo siento por los pobres trabajadores, ellos no tienen la culpa, pero nadie tiene derecho a entrometerse en la intimidad de esa manera. Respecto a la solución de tu protagonista, me temo que no le librará del todo de la carga que soporta, a la que ahora se ha añadido la económica.
    Un relato simpático, con un título sugerente.
    Un saludo, Emilio

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    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    2. ¡Me ha hecho gracia tu comentario!. Emilio, que tu hombre libre se aplique lo que sigue: Yo también conozco a "alguien" que desiste de eludir las llamadas en el trabajo, que son una media de tres diarias ... total, para qué si siguen insistiendo igual. Les dice que el titular está pero no se puede poner porque está borracho, o que está atendiendo al Cobrador del Frac o, rizando el rizo, les intenta vender la oferta de la semana o lotería de navidad de su pueblo. Tampoco consigue nada, pero se lo pasa de miedo.

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  10. Una siesta tranquila, no tiene precio

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  11. Tu personaje seguramente piensa, Emilio, que si no puedes con el enemigo, debes unirte a él. En este caso, son varios enemigos temibles... No sé, no sé, si será una solución.
    Un abrazo.

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  12. La veo una opción un poco cara la que elige tu protagonista, Emilio, para solucionar el problema del acoso telefónico pero una opción al fin y al cabo. Porque algo hay que hacer ante tanta llamada de teléfono a cualquier hora del día.
    Un buen relato. Te felicito.

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  13. ¡Pues si que le va a salir cara la libertad telefónica! Yo creo que esto le va a aprisionar más.
    Yo últimamente cuando llaman digo que se han equivocado, que están llamando al Tanatorio Municipal. Y parece que da resultado, debe de darles mal rollo, porque llevan un tiempo sin molestar, jajaja.
    Buen relato. Besos.

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  14. ja, ja, ja y otra vez ja. Ingenioso final, aunque creo que al pobre hombre se le va a ahogar el grito en la garganta, y a la larga tendrá que pagar su arranque de desesperada locura.

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  15. Corrosivo relato escrito con excelente estilo (en mi humilde opinión).
    Enhorabuena, Emilio.
    Saludos

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