Exlibris
Bernardo Soares se durmió sin pérdida de tiempo en busca de Proust. En una librería de viejo, junto al Gran Canal, encontró a Ulises, desencuadernado tras mil travesías, y a Alonso Quijano, lanza en ristre sobre una sobada cubierta. Cuando despertó, desasosegado por unas fúnebres campanadas, Fernando Pessoa estaba allí.
Javier tu protagonista sueña en una librería, entre libros como titulas, y descubre personajes de obras maestras de la literatura.
ResponderEliminarPero además juegas con las palabras, este Bernardo Soares es un heterónimo de Pessoa, que protagoniza su obra "Libro del desasosiego" obra que se publicó una vez muerto Pessoa, de ahí tus campanadas fúnebres.
Javier buen relato en el que has enlazado todo muy bien.
Un abrazo.
Una gran biblioteca comprimida en cincuenta palabras (la del título, muy bien elegida, como bien sabemos los cincuentistas, va aparte).
ResponderEliminarBuen micro, Javier, hecho con sumo artificio y perfectamente estructurado.
Un saludo muy cordial.
Un bello y sentido homenaje a la literatura y a algunos magníficos autores y personajes a los que el tiempo ha respetado. Muy bueno, Javier. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarLos homenajes a la literatura siempre merecen ser bien recibidos; si además, como es el caso, todo está perfectamente engarzado en poco espacio, el disfrute es completo.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier
Hermoso homenaje a la Literatura. Has condensado a los grandes en cincuenta palabras con un elegante ejercicio de estilo.
ResponderEliminarEnhorabuena, Javier. Un abrazo.
Que toda literatura es sueño y, los sueños, libros son. Así me alcanza este mágico relato que has trazado entre la vida fingida que es escribir y el arbitrio soñado que es el vivir.
ResponderEliminarSaludos, Javier.
¡Menudo encaje de bolillos! No pares, Javier, al menos hasta completar una colcha lo suficientemente grande como para arropar a un dinosaurio.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un saludo
La idea de enlazar a Pessoa con Monterroso, (el hondureño/guatemalteco) abre un abanico de posibilidades.
ResponderEliminarUn saludo.
Magnífico maestro!!! Me encantó. Poco más que añadir. Besitos
ResponderEliminarUn micro que se recorre a golpe de sensaciones, una travesía con la aguja de los nombres enhebrándose a través de un texto con despertar fúnebre, pero con sensación de plenitud.
ResponderEliminarFantástico Javier. Enhorabuena.
Un abrazo.
Bonito homenaje, se nota que eres un lector apasionado y orgulloso de serlo.
ResponderEliminarMis felicitaciones. Un abrazo Javier
La literatura debe brillar dentro de la literatura. Lograr un relato bello con ese concepto de metaliteratura inserto en ella es algo que has logrado tú, Javier, y te felicito por ello.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bien hilvanado, sí señor.
ResponderEliminarEnhorabuena, un beso.
Malu.
Sería desasosegante que Bernardo Soares, al despertar, no encontrara a Pessoa, sino a Ricardo Reis o a Álvaro de Campos. Me ha gustado tu micro, Javier.
ResponderEliminarSaludos
Muy chulo tu micro, Javier. Felicidades y un saludo.
ResponderEliminarUn gran exlibris el tuyo, Javier, en el que no sólo haces un homenaje a cinco grandes autores: Miguel de Cervantes, Marcel Proust, Fernando Pessoa, James Joyce y Augusto Monterroso –podría incluirse también Homero, por lo de Ulises-, además, también homenajeas al libro, a las librerías de viejo, a la hermosísima e hipnótica ciudad de Venecia, y a unos cuantos personajes literarios: Bernardo Soares, el Narrador de En busca del tiempo perdido, Ulises, Alonso Quijano y el dinosaurio más famoso de la microliteratura.
ResponderEliminarO sea, que tu microcuento está muy apretado, tanto como el camarote de los hermanos Marx, pero deja un estupendo paladar, y apetece apurarlo a pequeños sorbos, dejando que inunden nuestra mente los recuerdos de muchas fructíferas lecturas, de muchos paseos entre casetas mirando libros, comprando libros, hojeando y ojeando libros e, incluso, si uno ha tenido la suerte de visitarla, de evocar Venecia, la perla del Adriático, que le dicen.
Mis felicitaciones por tanto y tan bueno. Un abrazo.