Hartazgo
Le habían ordenado que se callara, de nuevo, pero el niño berreaba a voz en grito, exigiendo a sus padres que le comprasen su coche semanal.
Hartos de que su hijo de tres años les montase cada viernes ese escándalo, decidieron aguantar estoicamente, mientras los transeúntes les lanzaban miradas aviesas.
Hartos de que su hijo de tres años les montase cada viernes ese escándalo, decidieron aguantar estoicamente, mientras los transeúntes les lanzaban miradas aviesas.
Gloria la situación que nos cuentas me parece que muchos padres la hemos vivido y sí esas miradas de la gente que pasa a tu lado como si estuvieras matando al niño.
ResponderEliminarBuen relato Gloria, fue un placer conocerte en la quedada del otro día.
Un abrazo.
Muchas gracias, Javier. La verdad es que es real. Mi hijo el mayor, cuando apenas tenía dos o tres años se conocía todas las marcas de coches y nos pedía a voz en grito que le compráramos cada semana uno nuevo, "pero no de los chinos". Era tal su exigencia que un día el quiosquero nos llamó la atención, ya que además de los coches quería cromos de automóviles y revistas de compra venta de coches.
EliminarAsí que decidimos aguantar y todos los viandantes nos miraban con una cara preocupante.
Javier a mi también me encantó poneros cara y compartir esos momentos tan agradables.
Ojalá coincidamos de nuevo pronto. Besos para Pilar. Gloria
Aunque los sicólogos dicen que no hay hacer caso cuando los niños tienen una rabieta, supongo que debe ser muy difícil para un padre quedarse impasible ante esa circunstancia y si a eso le sumamos la actitud, normalmente poco empática, de los demás haga lo que haga ... Demasiado estrés. Suerte, Gloria. Saludos.
ResponderEliminarSí, demasiado y difícil brete. Si cedes, lo llevas claro y si te mantienes firme te mirarán como si fueras un ogro. Pocos decidirán que estás tratando de educarlo sino que pensarán que estás siendo cruel. Gracias Jesús por tus palabras. Un abrazo. Gloria
EliminarGloria, tu relato real como la vida misma. Los niños saben como conseguir las cosas. Se convierten en grandes dictadores si no les pones freno. Y cuando lo haces, la mayoría piensan que desatiendes al niño, cuando no algo peor. Menos mal que algunos han visto el programa de la "Supernany" y algo ha cambiado...
ResponderEliminarBuen relato Gloria.
Me encantó conocerte a tí y tu hijo. Un placer qur habrá que repetir. A todos nos ha sentado tan bien conocernos...
Besos para los dos.
Muchas gracias, Pilar. Nosotros también disfrutamos enormemente de vuestra compañía y espero que volvamos a vernos pronto.
EliminarCómo se nota quién es padre y sabe de lo que hablo y de esos malos ratos en los que no sabes donde meterte y cuando querrías que te tragase la tierra.
Como le he dicho a Javier a mi me ha sucedido con mi hijo mayor, que era un pequeño dictado. Besos mil. Gloria
Hola Gloria. Es agradable conocer a quien le comentas sus 50 palabras. Tu relato como ya te han dicho: un mal de nuestro tiempo. Todos lo percibimos, pero saber parar a tiempo, difícil. Un abrazo
ResponderEliminarSí, la verdad es que quizás la culpa sea de los padres. No hemos querido repetir modelos autoritarios y los niños nos han tomado pronto la medida. Encantada de haberte conocido. recibe tú y tu mariudo un fuerte abrazo de Gloria
EliminarHemos pasado de la austeridad extrema y de "la letra con sangre entra", a concederlo todo, a veces porque creemos erróneamente que es lo mejor; en otras ocasiones. simplemente por tener la fiesta en paz y no aguantar los consiguientes berridos, es lo más fácil. Cuando yo era pequeño si lloraba o recibía un castigo mis mayores y los que no eran míos me decían, implacables: "algo habrás hecho". Yo no soy un nostálgico de entonces, ni muchísimo menos, pero cuando los sospechosos son siempre los padres es que algo no funciona bien
ResponderEliminarUn abrazo, Gloria
Tienes razón, Angel. Hemos pasado de un extremo a otro. Yo recuerdo que con una sola mirada de mi padre me callaba y no se me ocurría rechistar. Pero los padres de ahora, al menos yo, hemos sido demasiado blandos y se nos han subido a la parra. Me encantó haber coincidido contigo de nuevo. Gracias por leer mi micro y comentar. Un fuerte abrazo. Gloria
EliminarMuchos déspotas comenzaron con unos padres permisivos. La mejor lección que puede darse a un hijo es enseñarle a repetarse a sí mismo y a los demás.
ResponderEliminarBuen micro, Gloria.
Un saludo afectuoso.
Gracias, Vicente. La verdad es que la teoría la conocemos todos, lo malo es ponerla en acción. Es en ese momento cuando surgen los problemas. Los niños necesitan límites e imponerlos es lo más difícil. Gracias por comentar. Un abrazo. Gloria
EliminarPues hasta que no haga la croqueta, nada de nada, ja, ja, ja...
ResponderEliminarLos niños lloran y berrean hasta la saciedad porque saben que hartando a los padres van a conseguir lo que se propongan. Así que hay que aguantar estoicamente porque si no, estamos perdidos.
Buen mensaje, querida Gloria. Un placer volver a veros a Adrián (que estoy convencida que para nada se parece, ni se ha parecido al protagonista del micro) y a ti.
Mil besos.
Malu.
Gracias, Malu. Tienes razón, Adrián no ha sido así. En mi caso fue mi hijo mayor, y no veas lo bochornoso de algunas situaciones. Me encantó verte en la microquedada y espero poder coincidir contigo en diciembre. Un abrazo. Gloria
EliminarMe quedo con "las miradas aviesas de los transeúntes". Aguantar un berrinche de un "mocoso" (con todos los respetos) no siempre es fácil, pero soportar el juicio gratuito de los viandantes, que solo pasaban por allí y resulta que se quedan y lo dicen todo sin decir nada, eso..., eso ya es para nota.
ResponderEliminarMuy bien descrita la situación, Gloria.
Un saludo
Sí, Margarita, tienes razón. A veces las miradas ajenas son peores que esas pataletas. Te juzgan en un instante y sacan unas conclusiones totalmente equivocadas, a las que no puedes hacer frente. Un beso muy grande. Gloria
EliminarHola Gloria! Me siento completamente identificada: soy de los que aguantan sin ceder a los caprichos no importa cuántos juicios propios y ajenos haya que soportar. Personalmente, no le hubiera concedido nunca esos coches como para que se volvieran "semanales" y una especie de derecho adquirido, pero en cualquier caso, celebro el golpe de timón que han dado esos padres. Me ha gustado mucho. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Silvia. En mi caso era mi primer hijo y confundimos el hecho de que haciéndole regalos así sería más feliz. Menos mal que vimos que se estaba convirtiendo en un tirano supimos reaccionar. Enhorabuena por tu fortaleza, que te aseguro no es fácil. Un beso muy fuerte. Gloria
EliminarEse niño no tiene ni idea: mi sobrino me chantajea a mordiscos. ¡Ay de mí como no le compre un coche!
ResponderEliminarUn divertido micro, Gloria.
Saludos
Está claro que todavía le queda por aprender. Menos mal que ha crecido. Un beso muy grande. Gloria
EliminarMuy interesante tu relato.
ResponderEliminarGracias Lu por comentar. Un saludo. Gloria
Eliminar¡Qué "jodío" el chavalín! ¡Seguro que le paga un concesionario! Me ha recordado en parte a los anuncios del Renault Clío de hace unos años (¿2010 o por ahí?) en los que menores muy menores habían adquirido un coche por estar muy bien de precio. ¡Madre mía! Eso mismo decía uno en uno de los anuncios.
ResponderEliminarSimpático tu cincuenta, pero no así el niño protagonista que a fuerza de berrinches tiene un parque móvil que ni el Gobierno de la Nación.
Enhorabuena, Gloria, por reflejar una situación tan común y normal con tan buen sentido del humor y tan malas miradas de los viandantes.
Un saludo.
Muchas gracias José Antonio. La verdad es que sí se las traía fuerte. Y la verdad es que tenía una colección inmensa y aunque no sabía leer sin embargo se conocía todas las marcas y logros de automóviles. Muchas gracias por tus comentarios. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo. Gloria
EliminarGloria, qué bien plasmas la realidad de nuestra nueva generación. "Exige" y "semanal" son las palabras clave: niños con derechos adquiridos.
ResponderEliminar...me dejas con el berrinche en los oídos! Jajaja
Me gusta el relato
Tienes razón, Ana. Refleja la realidad actual. Muchos niños se convierten en tiranos y chantajean a sus padres. Me alegro que te haya gustado. Y aunque no hablamos en la Microquedada me encantó ponerte cara. Un abrazo. Gloria
EliminarLos niños pueden convertirse en unos tiranos de los padres en cuanto estos bajan la guardia. Qué difícil educar en una sociedad tan consumista como la nuestra.
ResponderEliminarMe gusta cómo lo cuentas y cómo los padres son víctimas de esas miradas aviesas.
Fue un placer volver a coincidir contigo y con Adrián. Espero que se repita. Besos.
Yo también lo espero, Carmen. Tienes razón, los padres lo tenemos muy difícil en este mundo tan complicado y como los niños no son tontos lo explotan. Un abrazo muy fuerte. Gloria
EliminarEl oficio de ser padre frente a la tiranía de los niños. No voy a extenderme en el comentario sobre el tema que tocas en tu relato, porque hay mucha literatura específica sobre el tema y, en todos los enfoque que he podido leer, detectan en los padres dejadez de funciones ante el capricho sin límite de niños mal criados.
ResponderEliminarLas razones son muchas y largas de exponer, pero las resumiría en dos: la necesidad de que los padres ejerzan con sentido común y se atrevan a marcar los límites que necesitan los hijos para saber estructurar y asumir un mundo exterior equilibrado.
Tu relato expone con claridad, sencillez y cierta heroicidad por parte de los padres, la solución a este mal que parece una rabieta pasajera, pero que es el germen de la sociedad inmadura y consumista que se está fraguando y que ya sufrimos.
Saludos, Gloria.
Tienes razón, Manuel en tus argumentos, aunque la verdad a los padres nos lo ponen difícil en una sociedad como esta. Gracias por comentar. Recibe un saludo muy fuerte. Gloria
EliminarLos niños saben latín y para ellos conseguir lo que desean pasa, si se les permite, de la petición a la exigencia mediante berrinches y pataletas, por eso un no a tiempo y sin contemplaciones es la mejor manera de evitarlos. Yo sería de las de la mirada aviesa, seguramente por el hartazgo de tener que sufrir a un pequeño déspota viviendo encima de mi casa. :) Un beso grande Gloria, me encantó volver a veros a ti y al dulce Adrián.
ResponderEliminarGracias, Matrioska. La verdad es que es muy difícil convivir con un pequeño tirano. Recibe un fuerte abrazo de mi parte y de Adrián. A mí también me encantó verte y espero volver a coincidir contigo pronto. Besos
EliminarHemos perdido la noción de demasiadas cosas. Una de ellas, sin duda, es pensar que criar pequeños tiranos es quererlos más. Y nada más lejos de la realidad. Seguro que tus protagonistas así lo han entendido y el chiquitín cuando se le pase el berrinche y crezca, también lo entenderá.
ResponderEliminarMuy bueno. Y muy del día a día. Felicidades. :)
Gracias, Juan. La verdad es que es muy difícil criar niños. Ojalá llevaran libro de instrucciones para saber cómo actuar correctamente en cada momento. Un saludo. Gloria
ResponderEliminarLa escena que muestras, Gloria, es un buen ejemplo de que no se debe juzgar a la ligera. Los niños y los mayores tenemos comportamientos no deseados pero, muchas veces, quienes reciben esa mirada aviesa de la que hablas son los que hacen lo correcto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí y se sienten injustamente tratados y juzgados por mentes malpensadas que prejuzgan sin pensar que por algo actuarán así esos padres. Muchas gracias, María José por tus palabras. Un beso muy fuerte. Gloria
EliminarSí, tienes razón y esos padres se sienten injustamente juzgados. Gracias por comentar. Un abrazo muy grande. Gloria
EliminarLas rabietas de los niños van dirigidas al centro de la desesperación de los padres que, como buenos manipuladores, las aprenden rápido.
ResponderEliminarHas delineado perfectamente la situación a la que los padres solemos llegar demasiado tarde, si llegamos, y a tener que soportar las 'miraditas' aviesas por la empatía que genera el 'sufrimiento' del pequeño manipulador.
Me encantó conoceros en la pasada quedada, Gloria.
Un abrazo.
Y a ti también. Antonio analizas muy bien los motivos de ambos contendientes en este duelo sin final. Muchas gracias. Un saludo afectuoso. Gloria
ResponderEliminarUna situación demasiado común desde hace tiempo, y en la que quizá resulte difícil, cuando no inútil, buscar culpables. Algo está fallando desde luego en nuestro modo de vida, aunque mucho me temo que con los tiempos que se avecinan acabará arreglándose solo.
ResponderEliminarBien descrito con muy poco, Gloria, y con un título, polivalente, muy acertado.
Enhorabuena y un abrazo para los dos.
Muchas gracias, Enrique. Sí se acaba arreglando con la edad, aunque el que tirano de pequeño, de mayor intentará seguir siéndolo. Un abrazo, Gloria
ResponderEliminarGloria, me encanta tu micro. Me he visto reflejado en él. La de veces que me han mirado mal los transeúntes por ir riñendo a mi hijo por algo que ha hecho mal. Ellos ven a un salvaje, yo, riñendo a un pobre niño en silla de ruedas.
ResponderEliminarYo intento que mi hijo sea uno más en la sociedad y enseñarle, por su bien, las normas de vida. Esas miradas son miradas de gente que sin saberlo, están haciendo una exclusión social, porque no están mirando a mi hijo como uno más, sino como a un niño desvalido, en vez de cómo a una persona normal. (odio esa palabra y esas expresiones de: el pobre, pobrecito, está malito... que dedican a mi hijo)
Bravo por tu micro.
Pablo
Si te sirve de consuelo, mi hijo no iba en silla de ruedas y cada vez que en el centro comercial nos montaba una escena las miradas eran así igual de duras. Parecía que nos acusaban poco menos que de maltratadores, inflexibles e inhumanos, y no se percata antes de que solo estábamos intentando poner límites. Qué mal se pasa,¿ verdad Pablo? Doy gracias al saber que al menos esos momentos ya han pasado, aunque añoro cuando eran niños y compartíamos más tiempo y más cosas. Gracias por tu tiempo y tus palabras.
EliminarBien por esos padres que, por fin, han sabido decir que no. No hay mejor regalo que una buena educación. La gente que contempla la escena, ignorante de lo que está pasando, siente compasión ante el llanto de un niño de tres años. Seguro que casi todos hemos vivido alguna situación parecida. Muy interesante y aleccionador tu micro, Gloria, incluido el muy adecuado título. Un abrazo.
ResponderEliminarMe pondré de parte del niño, los padres somos muchas veces culpables del comportamiento de nuestros hijos y es algo que no reconocemos, culpando al niño, que apenas esta en este mundo, de ser de tal o cual forma. La mirada de los transeúntes es un claro indicativo de que la gran mayoría prefiere comprarle algo para callarle que darle una buena educación.
ResponderEliminarMuy bien contado Gloria. Un besote enorme.