Hasta que la muerte nos separe
Estoy bien en mi ataúd. Es cómodo; quizá algo húmedo, por ponerle alguna pega. A veces siento nostalgia del tacto de la arena entre los dedos mientras charlábamos junto al mar. Hundir el pulgar en el centro de una naranja, desgajarla, compartirla. Besarte...
Por lo demás, bastante bien. De verdad.
Por lo demás, bastante bien. De verdad.
Muy hermoso tu texto, Aurora. Además, parece que te lo han puesto en el día más indicado. Suerte y un saludo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Jesús. No ha sido casualidad el día, le pedí a Álex que lo publicara hoy y él ha accedido muy amablemente. Un abrazo.
EliminarY la muerte los separó, el muerto o muerta intenta calmar y evitar preocupaciones al que ha quedado vivo..
ResponderEliminarUn relato que tal vez nos habla del amor desde el más allá.
Buen relato Aurora, un abrazo.
Así es Javier; la persona que ha fallecido en la pareja quiere tranquilizar a la que queda atrás, pero se deja llevar un instante por la añoranza de la vida que compartían... Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarAurora, qué belleza has creado. Me da a mí que no eres consciente del alcance de este micro.
ResponderEliminarBello, con qué ternura has narrado este huequito.
Gracias, por crearlo.
Un abrazo.
Te agradezco mucho tu comentario, me alegra que le veas más profundidad de la que aparenta. Un abrazo.
EliminarAparentemente sencillo pero más complejo en el fondo. Corazón ahogado en un mar que... Un cadáver muy poético. Saludos.
ResponderEliminarEs difícil estar muerto, pero aún más estar solo... gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHabla con la naturalidad de los vivos. Y esa naranja... huele desde aquí.
ResponderEliminarOjalá sea así de fácil.
Saludos, Aurora
La vida en pareja está hecha de cosas pequeñas y cotidianas, de aquello de lo que se habla de pie en la cocina mientras se prepara algo, de momentos que vivimos con mucha naturalidad mientras estamos vivos y que creo que llena de añoranza a los que han muerto. Por eso la muerte tiene ese algo melancólico ¿no? Gracias por tu comentario Margarita. Un abrazo.
EliminarLa dulzura de estas palabras desde el más allá hacia la persona amada que aún vive como para tranquilizarla, para que no se preocupe por ella, me han parecido un ejercicio de amor inmenso.
ResponderEliminarTe felicito, Aurora, por un relato tan bello.
Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado mi amor más allá de la muerte. Un abrazo.
EliminarLo pequeño, lo sencillo, lo cotidiano, la cercano, lo bello... a nuestro alcance está, y no debemos privarnos, para que luego no nos asalte, nostálgicos, la eternidad.
ResponderEliminarDulce y bello. Para leerlo de nuevo frente a la tarde, mientras la espero a ella, y le preparo un te.
Saludos, Aurora.
Qué bonito que le prepares un té al atardecer. En efecto, son estos momentos cotidianos compartidos lo que dan sentido a la vida. Me alegra que en vuestro caso sepáis apreciarlos y disfrutarlos. Un abrazo.
EliminarLa magia de las cosas sencillas. Quizá eso es lo que nos quedará al final y muchas veces no nos terminamos de dar cuenta. Me ha encantado tu cuento.
ResponderEliminar¡¡Felicidades Aurora!! :)
Gracias por tu comentario Juan. Estamos siempre en busca de grandes momentos, viajes, cenas, vacaciones... y olvidamos el día a día, que es el tejido del que está hecho la vida. Un abrazo.
EliminarSi existe una memoria post mortem, recuerdos como los de tu personaje es perfectamente posible. Los pequeños detalles que conforman una vida cuentan y mucho.
ResponderEliminarSeparados por la muerte, sí pero, vamos a pensar que con esperanzas de volver a unirse cuando ambos coincidan de nuevo en el mismo estado.
Un abrazo, Aurora
¡Claro que sí! Cuando ambos vuelvan a estar del mismo lado, compartirán de nuevo conversaciones junto al mar. Gracias por tu comentario Ángel. Un abrazo.
EliminarAinsssssss qué bonito Aurora. Me encanta. Una nostalgia especial. Besitos.
ResponderEliminarJaja, me encanta tu momento "Ainsss"; me alegra que mi relato te haya llenado de esa ternura. Un abrazo.
EliminarLa vida sigue... y la muerte también, Aurora.
ResponderEliminarMe encanta el dominio de la situación que exhibe tu personaje. «Confiemos en el destino», parece decir.
Muy buen relato.
Un abrazo.
Sí... ya tienen poco que perder, y eso le confiere cierta paz a los muertos. A este ya sólo le preocupa el bienestar de su pareja. Gracias por tu comentario, Vicente. Un abrazo.
EliminarSi, esta estupendo. Me ha convencido. Se nota que casi no echa nada de menos, que no llora de nostalgia porque está muerto que si no...
ResponderEliminarSi, está bien, como el micro es.
Jaja, lees entre líneas y no te convencen las palabras tranquilizadoras de este muerto! Si pudiera, se moriría de nostalgia, es cierto. Gracias por tu comentario, Luisa. Un abrazo.
EliminarMuy poético, Aurora.
ResponderEliminarAbrazo.
¡Gracias por tu comentario, Lu! Un abrazo.
EliminarTernura y belleza de sentimientos, se traslucen en tu microrrelato. Enhorabuena por lo bien escrito que está.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me alegra que veas esas cualidades. Gracias por tu comentario María José. Un abrazo.
EliminarEste relato es genial. Me ha encantado. De los que dejen huella. Con una magnífica estructura has contado una gran historia. Y ese final, como quitando importancia a la situación, insuperable.
ResponderEliminarUn micro perfecto, Aurora.
Bravo.
Un beso.
Pablo.
Muchísimas gracias Pablo. La muerte de un ser querido es dolorosa... para ambos, el que queda y el ser querido, pero una vez que se ha perdido ¿para qué hacer las cosas más difíciles?. Un abrazo.
EliminarQué bello este amor más allá de la muerte que evoca las pequeñas cosas que compartían y que, desde el más allá, se preocupa por el bienestar de quien quedó.
ResponderEliminarEnhorabuena y besos, Aurora.
En el amor suele haber ese componente de protección, por lo que ser la causa del dolor de la persona a la que amamos debe ser duro. Gracias por tu comentario Carmen. Un abrazo.
EliminarQue bonito. Algo tan triste como la muerte y que te saque una sonrisa tierna. Gracias
ResponderEliminarGracias Arimike, me alegra que mi relato te haya hechos sonreír. Un abrazo.
EliminarSon esas pequeñas cosas las que dan sentido a las grandes. De hecho, si nos fijamos con atención, esas mismas cosas grandes se componen de mosaicos de diminutos momentos, sensaciones, tactos,... Como la lectura de tu relato, Aurora; un pequeño momento con un trocito de felicidad escondido entre sus palabras.
ResponderEliminarAdemás, la composición es magnífica. Enhorabuena.
Un saludo.
La verdad es que sí; bien pensado no hay "grandes momentos" y "pequeños momentos", ya que todos son lo que hagamos con nuestras percepciones... en cada momento. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarCada vez que lo leo, más me gusta.
ResponderEliminarJaja, qué bueno que sigas rumiando el relato, dipandra, nadie me podía haber hecho mejor halago. ¡Gracias de nuevo!
EliminarHay micros que dejan una huella imborrable en la memoria y este tuyo va a ser uno de ellos. Felicidades por esta pequeña gran joya, Aurora. Un beso.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Matrioska. La muerte es algo muy inquietante, y dar una voz serena y cotidiana a un muerto es mi forma de tratar de desdramatizar el asunto. Un abrazo.
EliminarQué micro tan bello, Aurora. Hay quien muere de amor, pero tu protagonista más bien parece que "no muere" por amor.
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos cordiales.
El amor es el único hilo (tenue) que nos sigue conectando a los que han muerto, lo poco que nos queda a los vivos, pero quizá también a ellos, a los propios muertos. Es duro perder a alguien, pero también ha de ser duro morir... Gracias por tu comentario. Un abrazo.
Eliminar«Sueño con la primera cereza del verano... », comienza diciendo Manuel Rivas en su bello relato "¿Qué me quieres amor?" El tuyo, precioso, me lo ha recordado y, como aquel, me ha hecho sentir ese amor intenso por la vida que solo pueden apreciar los que se han visto despojados de ella.
ResponderEliminarGracias por ello y enhorabuena, Aurora.
Un abrazo
El que mi relato te haya podido recordar remotamente a Manuel Rivas me halaga más de lo que puedas imaginar. Gracias a ti por tu comentario, Enrique. Un abrazo.
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