La escena del crimen
—¿Recuerdas la droga caníbal ?
—¿El turista que se comió sus propios intestinos?
—Efectivamente. Pues te presento a Tito —señaló un cadáver desmembrado—, el mayor distribuidor.
—¡Joooder!
—¿Ves ese cargamento mordisqueado? Se lo comió su puto perro.
Ahí estaba: un mastín acribillado a balazos con los ojos aún inyectados en sangre.
—¿El turista que se comió sus propios intestinos?
—Efectivamente. Pues te presento a Tito —señaló un cadáver desmembrado—, el mayor distribuidor.
—¡Joooder!
—¿Ves ese cargamento mordisqueado? Se lo comió su puto perro.
Ahí estaba: un mastín acribillado a balazos con los ojos aún inyectados en sangre.
Raquel nos dejas una escena llena de sangre, no sé si me he manchado, hay sangre y restos por todas partes.
ResponderEliminarEsta droga canibal es bestial, y lo malo es que existe realmente.
Un relato que parece una película gore Raquel, buen relato.
Un abrazo.
Gracias Javier, pensé que esté relato es flojillo porque necesita más descripción para preparar el giro final. Pero el hecho de que la describas como gore, me deja muy satisfecha.
EliminarOtro abrazo para ti,
Menuda escena, Raquel, y que no sería tan extraño verla en la realidad. Tras leer tu relato me he ido a youtube a refrescar con imágenes los estragos de esa droga y no le andan a la zaga a lo que nos cuentas. Lo malo es el pobre perro que quizás no tuviera culpa ninguna para merecer ese final. Suerte y saludos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, y te haya dado curiosidad por las llamadas sales de baño (nombre coloquial con el que se da, pq suelen camuflarse como tales), y que en realidad es metilendioxipirovalerona.
EliminarSe nota que estoy estudiando psicofarmacologia estos meses, jajaja
Un saludo y gracias por comentar.
que miedito...
ResponderEliminarGracias Ana Clara :)
EliminarNada como un buen relato de horror para comenzar el fin de semana, Raquel. Ahora que de nuevo están de moda zombies y caníbales, tu historia encontrará un buen nicho.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Vicente. Siempre es necesario un buen nicho, para los cadáveres de mis relatos.
EliminarUn abrazo
De vez en cuando es interesante leer escenas truculentas, tan bien relatadas como esta, Raquel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde luego a mi, de vez en cuando me lo pide el cuerpo jejeje
EliminarUn abrazo María José
Terrible la escena que nos muestras, Raquel. Es tan cruda y tan visual, que casi he apartado la vista en algún momento.
ResponderEliminarMuy conseguida. Un abrazo.
Gracias Carmen.
EliminarUn abrazo
Creo a algunos seres humanos capaces de cualquier cosa, pero nunca me había parado a pensar que algo así fuera posible, ni con drogas. La última palabra tiñe el título de la decoración pretendida.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel
Bueno es bastante contradictorio porque el perro es un amigo fiel. Pero también un poco trasto, esta vez no se ha comido los deberes, porque claro, el dueño no es un estudiante sino todo un narcotraficante. Digamos que el pobre perrete tenía su sistema nervioso central perjudicado.
EliminarUn abrazo Ángel
Un relato lleno de fuerza, sin contemplaciones ni medias tintas. Directo a las vísceras, empezando por el cerebro, para su deleite.
ResponderEliminarEnhorabuena, Raquel.
Un saludo.
Gracias Antonio.
EliminarUn saludo :)
Si los narcos o los distribuidores soñasen, aunque solo fuese con la décima parte de las escenas que has filmado, otro perro ladraría. Saludos Raquel.
ResponderEliminarPues si, aunque los narcotraficantes se mueven en un mundo de violencia de por sí, con sicarios y ajustes de cuentas. No olvidemos la corbata colombiana... Claro que morir a manos de un perro Caníbal no debe ser una muerte agradable.
EliminarUn abrazo
Raquel, qué fuerte los efectos que produce esta droga. Si a las personas las convierte en bestias, supongo que a los animales los debe de convertir en verdaderos monstruos.
ResponderEliminarNos lo has relatado de forma tan visual, que aún puedo ver las salpicaduras de sangre entre mis letras.
Muy buen micro.
Besos
Muchas gracias Pilar.
EliminarUn abrazo
La fuente de este relato debe estar en la literatura del realismo sucio o del gore más brutal que yo tengo poco visitado. Me impacta la puesta en escena, el lenguaje directo y brutal que pone la casquería en primer plano sin reserva ni pudor.
ResponderEliminarNuevamente, como en otros relatos tuyos, se me antoja cinematográfica la escena. Un corte de una secuencia a lo Tarantino canibal que para nada deja indiferente.
Un abrazo, Raquel.
¿Tarantino? ¡Me encantas Bocanegra! Puede que tengas razón, puede que piense más en imágenes cuando hago mis relatos. Estudié cine un año en Barcelona, y puede que los guiones sean mi vocación frustrada.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, un abrazo.
Tito se lo tiene bien merecido por dejar las cosas por el medio para que se las coma cualquiera. Nos das los datos suficientes para imaginarnos toda esa cruenta imagen llena de vísceras. Felicidades, Raquel. Un beso.
ResponderEliminarGracias bonita. Otro beso para ti también.
EliminarHabrá que mantenerse todo lo lejos que uno pueda de esa droga caníbal, por si las moscas, que se dice, y sobre todo para no acabar como ese pobre turista que no sé lo que iría a visitar, pero acabó zampándose a sí mismo en vez de comerse una buena paella con su correspondiente sangría, un suponer.
ResponderEliminarAunque para sangría la que has preparado en el microcuento, dicho lo cual, añadir que por el denominado Tito no lo siento en absoluto, pues si era el que se dedicaba a distribuir droga tan peligrosa y terrorífica bien merecido tiene su final.
Otro asunto es el del mastín, pero, por suerte o por desgracia, los perros, muchos veces, comparten destino con sus amos.
En fin, que acabo de releer tu microcuento y siento que un escalofrío me recorre todo el cuerpo, pues la historias gore me dan bastante repelús.
Aun así, o precisamente por eso, mi enhorabuena y un abrazo.
A mi también me da pena por el pobre perrete pero me hacía gracia la idea del típico "mi perro se ha comido los deberes", en este caso como Tito no es estudiante sino "camello", se ha comido su cargamento que era la "tarea" que se llevaba entre manos. Y también el contraste entre el "tópico" perro = mejor amigo y que sea éste el que lo acabé devorando. Un desgraciado final para ambos en todo caso.
EliminarGracias Enrique por comentar. Un abrazo enorme.
Me reafirmo en mi opinión de que tienes cualidades para los guiones cinematográficos. En este caso tanto la escena retratada como los diálogos tienen el sabor del buen cine. En cuanto a la historia que cuentas, parece que tu protagonista ha sido víctima de sus propios actos.
ResponderEliminarSeguramente ya lo habrás leído, pero sí no, te recomiendo la lectura de " El guión ", de Robert Mckee. Pocos mejor que tú para sacarle provecho.
Un abrazo, Raquel
Gracias Enrique por tu comentario y por la recomendación. He leído otros sobre cine, y alguno sobre como redactar guiones, pero ese en concreto no. Lo leeré en mi ebook tiene buena pinta.
EliminarUn abrazo fuerte,
¡Juas, juas! Vaya escena, Raquel... me dejas sin palabras.
ResponderEliminarEnhorabuena, eres única en este género.
Beso.
Malu.
¡Gracias Malu!
ResponderEliminarBesos,
Hay Raquel, si que es divertido y genial tu micro, totalmente original y muy visual. Espero no sea profético, que para drogas, las que nos toca ver venir...
ResponderEliminarSaludos y besos sin mordiscos... b