La feria
Perico daba vueltas con los ojos vendados.
—¿Por qué le cubren los ojos, abuelito?
—Se marea, mi niña.
Subida sobre el lomo del burrito, mi infancia giraba en aquel carrusel.
El tiovivo del tiempo se llevó a mi abuelo, y al burrito. Pero cuando miro una feria aún soy feliz.
—¿Por qué le cubren los ojos, abuelito?
—Se marea, mi niña.
Subida sobre el lomo del burrito, mi infancia giraba en aquel carrusel.
El tiovivo del tiempo se llevó a mi abuelo, y al burrito. Pero cuando miro una feria aún soy feliz.
Las ferias son de esos paraísos de nuestra infancia que permanecen como faros en nuestra memoria, ¿verdad? Colores, sonidos, olores, sabores y el tacto de la mano que apretaba la nuestra. Muy bonito, Carmen. Gracias por hacerme recordar esas sensaciones.
ResponderEliminarHay detalles del pasado, aparentemente sin mucha trascendencia, que sin embargo están sobrados de ella; de otra forma, no se explicaría esa presencia mantenida en nuestro interior. Son los cimientos sobre los que nos edificamos, perlas valiosas, no menos que las personas que estaban a nuestro lado mientras se producían, sin las que es imposible comprender lo que ahora somos.
ResponderEliminarSaludos, Carmen
Al final el tiempo se lo lleva todo, menos los recuerdos. ¿Por qué, entre millones de instantes, sólo unos cuántos permanecen en nuestra memoria para siempre? La vida nos responde todos los días.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso, Carmen.
Nada como volver al espacio en el que todo era posible, aunque fuese con los ojos cerrados.
ResponderEliminarUn saludo
De la infancia, conservamos pequeños recuerdos que, con el paso de los años, se hacen grandes en nuestro corazón y nos alimentan, en cierto modo. Yo también recuerdo detalles de una feria, de la primera vez que, entre asustada y emocionada, me subí a una atracción... Muchas gracias por hacerme revivir esos momentos dulces, Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los grandes recuerdos están en las pequeñas cosas y esas pequeñas cosas normalmente estan en la infancia, que generalmente es un baul de los buenos recuerdos.
ResponderEliminarBonito relato Carmen, escrito con mucho sentimiento.
Besos.
Carmen, nos has traído un pedacito de infancia. Bonito relato.
ResponderEliminarBesos
Evocador relato, Carmen. Los recuerdos fijos de la infancia nos acompañan siempre y explican en gran parte quiénes somos.
ResponderEliminarMe has hecho recordar momentos felices de la niñez. Besos.
Muchas gracias a todas y a todos, me alegro haberos llevado de la mano hacia vuestra infancia y por un breve instante que fueráis felices. Yo lo fui, al lado de mi abuelo, en aquellos tiempos que las ferias llegaban a nuestro pueblo y llenaban las calles con su música y los niños y niñas corríamos con la prisa de disfrutarlo todo. La luz, la algarabia, los amigos... Un abrazo muy fuerte a todos y a todas.
ResponderEliminarPequeño gran relato que es todo un carrusel de recuerdos, emociones y sensibilidad. Gira y gira, Perico.
ResponderEliminarSi hay recuerdos que nos emocionan de verdad son aquellos que traen de vuelta el tiempo de nuestra niñez. Y por unos instantes volvemos a ser pequeños.
ResponderEliminarMe ha encantado. ¡¡¡Felicidades!!!
Muy tierno y emotivo, son costumbres que se han perdido con el paso del tiempo pero que siempre quedarán en nuestros recuerdos. Pero los tiempos cambian y hay que avanzar.
ResponderEliminarGracias por quitarnos, aunque sea por un ratito, la venda que oculta la memoria de la felicidad. Un saludo Carmen.
ResponderEliminarLa verdad es que veo esa foto del carrusel de la feria con los caballitos y logra transportarme a mis recuerdos de infancia. Bonito homenaje. Felicidades. Un beso.
ResponderEliminarSiempre es placentero recordar cuando la infancia te envolvía de ilusión, inocencia y seguridad. Pequeños recuerdos que, al evocarlos, te pellizcan el alma. Muy bonito el micro, Carmen. Un beso.
ResponderEliminarSin duda "los caballitos" (que es como en mi casa llamábamos siempre al carrusel) es símbolo de la infancia vivida y, ay, perdida. Será por eso que cuando veo uno instalado, siempre me paro un segundo a mirar a ese niño que un día fui.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Carmen.
Algunos hermosos recuerdos nos aportan más felicidad que el día a día. Y cada cosa cuenta a su modo y en su momento para llenarnos de esa gran sensación de sentirnos vivos.
ResponderEliminarBello y tierno, nostálgico, relato.
Enhorabuena, Carmen.
Un abrazo.
Lo vivido en la niñez es lo que nos da forma de hombres en el futuro.
ResponderEliminarBonito relato Carmen. Me ha gustado mucho.