La nueva protagonista
¡Lo sabía! Desde antes de entrar en el salón de la entrega de premios ya lo sabía. Sabía que, una vez dentro, todas las miradas se centrarían en ella. Entró en la cocina... Una gota de tomate que cae y
apareció ella, la nueva protagonista: una mancha en la camisa.
Cuanta razón tienes Salvador con tu relato, cuantas veces una inoportuna mancha se convierte en la protagonista y hace que no disfrutemos y solo estemos pendiente de ella.
ResponderEliminarBuen relato Salvador, un abrazo.
Eso es lo que conlleva ser protagonista... que todos estén pendientes de uno o de una. Hasta yo mismo lo estuve. Gracias, Javier.
EliminarEl contraste de esa mancha sobre la tela inmaculada es suficiente para robarse la atención de cualquier público, olvidándose de todo lo demás.
ResponderEliminarComo suele pasar en este sitio, este relato tiene múltiples lecturas o posibles temáticas: una crítica a las conductas obsesivas, una sátira contra la vacuidad de los discursos, etc.
Lo único cierto es que este micro es una nueva demostración de tu imaginación y talento sobresalientes; a menos que tengas una mancha en la camisa. Je, je.
Un abrazo.
Vicente
Jajaja. desde el principio sabes que mis cuentos van siempre más allá. Gracias, Vicente.
EliminarSon así de inoportunas y no hay quien pueda con ellas, siempre buscando el protagonismo en los días menos apropiados.
ResponderEliminarPero a ti no te sale ni una mancha en tus micros Salvador.
Un beso.
Malu.
Alguna cae, Malu y, por supuesto, se convierte en protagonista. Un abrazo.
EliminarSalvador, veo el miedo escénico del protagonista, casi se huele, mientras avanza por el pasillo central... obviamente nadie le mira, perp así es como él canaliza sus inseguridades.
ResponderEliminarNo le envidio!
Cada uno conoce sus miedos... sus inseguridades. Yo, tampoco, Ana.
EliminarComo tantas veces, la minucia quita mérito a lo verdaderamnete importante. Triste, pero todos caemos en eso. Enhorabuena, Salvador, y suerte. Saludos.
ResponderEliminarJesús, muchas veces... no es lo que seamos, sino lo que los demás ven o creen ver.
EliminarLa mancha, la protagonista. ¡Muy bueno! ¿A quién se le ocurre entrar en la cocina arreglado?
ResponderEliminarA cualquiera, Plácido... Ese olor, ese deseo de probar antes que nadie... Perdió su protagonismo y... lo sabe,
EliminarMuy bueno, me hizo reír.
ResponderEliminarBuena cosa en estos tiempos, Lu.
EliminarUna mancha inoportuna, un grano a quien nadie ha invitado, un flequillo que se declara en rebeldía en el último momento, protagonistas todos indeseados. No importa el esmero que se haya puesto en preparar una presentación, ellos aparecen y acaparan todo, en detrimento del verdadero protagonista, que pasa a un segundo plano. Comentarios, risitas, apuntes indisimulados con el dedo, restarán valor y atención a lo que pueda decir.
ResponderEliminarNo pierdas el humor ni esa la capacidad de crear, a través de pequeños detalles, grandes historias con las que nos identificamos. Hace bastantes años ya escribí un relato que se tituló: "Don Manchón" y era bastante autobiográfico, no te digo más.
Un abrazo fuerte, Salvador
Muchas gracias, Maestro. Intento escribir sobre lo que me rodea, lo que veo, lo que siento... siempre que crea que puede servir para algo... aunque sea para llevar a la reflexión de forma jocosa, Me alegran tus palabras de ánimo, Ángel.
EliminarSalvador, si es que no hay mayor protagonista en una fiesta que se precie que una mancha de tomate en la camisa.
ResponderEliminarBuen micro. Original.
Besos
Muchas gracias, Pilar. Todo tan impoluto y, de pronto, aparece una mancha de tomate. ¡Como para no ser protagonista!
EliminarSalvador, tú espera a mañana, cuando todos los titulares de la prensa se hagan eco de que tu discurso no estuvo mal, pero que lo que causó sensación, lo verdaderamente extraordinario fue tu espectacular camisa. Ya puedo oír los telares trabajando a toda máquina para hacer frente a la demanda de todos tus seguidores.
ResponderEliminarPor cierto, yo tengo aquí preparado el bote de ketchup, ¿tú crees que me quedará igual?
Un abrazo
Jajajaja. ¡A ti, mejor! ¡¡¡Seguuuuuuuuro!!! ¡Ufff! Por lo menos se crearían más puestos de trabajos: telares, empaquetadores, agentes comerciales, repartidores, vendedores... ¡De estas, la mancha... Presidente!
EliminarNo puedo buscar manchas en tu microrrelato, Salvador, puesto que, si lo intentase, sería en vano. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
María José... hay una. Una muy importante. La única mancha en todo la sala... La protagonista. Gracias.
EliminarMe ha encantado la manera en que ha aparecido la nueva protagonista de tu historia. Genial, Salvador.
ResponderEliminarDe una forma inesperada, sorprendente, ¿verdad? Gracias, Alma.
EliminarUna protagonista tenaz y persistente.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un abrazo☘
Muchas gracias, MariE. Así son las manchas.
EliminarGenial Salvador!!! Me ha encantado. Qué buen momento para ser protagonista Jajajajaja. Enhorabuena.
ResponderEliminarYa no tenía tiempo para cambiar de camisa. No le quedó más remedio que entrar. Esa fue su perdición. Perdió el protagonismo.
EliminarGracias, Carmen.
Siempre encuentran el peor momento para aparecer, les encanta ser el centro de todas las miradas. Un micro muy original, Salvador. Un abrazo.
ResponderEliminarMatrioska, es cierto. Una buena comida, una reunión de amigos, una boda, un premio... Siempre escogen momentos así. ¡Qué malas!
EliminarNada como aquello que rompe con la normalidad para llamar nuestra atención, para bien o para mal. Tu relato parece tener muchas lecturas, además del atractivo de lograr que todos nos sintamos identificados de algún modo con la situación.
ResponderEliminarUn abrazo, Salvador
Sí, Enrique. Siempre me ha gustado escribir y dejar los frentes de interpretación abiertos. Un abrazo
EliminarJajaja concuerdo con Enrique Mochón por tu relato Salvador. Lo cotidiano y normal se vuelve divertido y profundo a la vez.
ResponderEliminarPor cierto, supe que la nueva protagonista ahora es... el perejil pegado al diente.
Un abrazo mi estimado amigo.
Me alegra saber que te ha gustado, Jean. En lo cotidiano me inspiro para profundizar, para mostrar. Lo normal está tan cercano, a veces, que no lo vemos.
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