Ley mordaza
Los guardianes del silencio peinan las calles en busca de una nota flotante o un díscolo calderón. No se percatan de la gente que transporta objetos a la espalda, en bolsas o que caminan saltando. Ignoran que se reúnen en sótanos que huelen a bemoles, a risas y a complicidad.
Por mucha ley mordaza y mucho guardián del silencio, será difícil evitar que la música o las palabras sigan resonando.
ResponderEliminarElena buen relato, un abrazo.
Nadie podrá acallar la voz de la verdad. Y la verdad se esconde en la gente que sufre, que lucha por vivir. Por querer silenciarlos, muchas veces la foto de una boca amordazada clama más fuerte por hacerlo desde el silencio. Buen relato amiga Elena. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarPor mucho que se intente, es imposible ponerle puertas al campo. Vivir en sociedad implica acatar normas por el bien común, pero cuando las prohibiciones no buscan el bien de la colectividad, sino otros fines más inconfesables, merecen la sana rebeldía de su falta de cumplimiento.
ResponderEliminarUn saludo, Elena
Todo lo que suponga reprimir, ya tiene una carga negativa. Si, además, se amordaza la libertad de movimientos, sin justificación alguna, podemos decir que se pierde totalmente el respeto al individuo.
ResponderEliminarUn abrazo, Elena.
¡Viva la música! Y más mirar alrededor que hace mucha falta.
ResponderEliminarMe encanta tu ciencuenta Elena
Besicos
Elena, me ha encantado esa imagen de los músicos clandestinos resistiendo para que nadie convierta a la música en silencio.
ResponderEliminarBuen micro.
Besks
Nada puede impedir que la música suene y haga sentir. No hay ley que pueda con el silencio de una notas y la sonrisa al provocarlas.
ResponderEliminarBuen 50 Elena. Besos.
Las mordazas quizás consigan acallar los amplificadores, pero nunca las ganas de cantar.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Elena.
Gran relato, Elena. Una bellísima y comprometida alegoría que viene a iluminar el negrísimo panorama sociopolítico.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.