Otra más para sus juegos
Su seductora imagen, rebosante de sugestivas curvas y oscuros y húmedos recovecos, le hace interesarse por su nombre y por sus orígenes. Su intención, igual que con las anteriores, es comprobar hasta dónde puede llegar a experimentar con ella todo tipo de juegos.
Ansioso, abre el diccionario y busca "laberinto".
Ansioso, abre el diccionario y busca "laberinto".
Precioso método de descubrir el mundo, buscar en el diccionario una palabra y perderse en ella con nuestra imaginación.Verte dentro del laberinto, sentir la angustia de no poder salir, o volar sobre él y sentirte pájaro. Y así con cada una de las palabras que siempre esperan que les busquemos un mundo. Abrazos Juana.
ResponderEliminarLa curiosidad y la capacidad de asombro son dos tesoros que no debemos perder. Acercarse al mundo de una manera más profunda, queriendo conocer el significado de las cosas, como el protagonista de esta bella historia, es la única forma de sacarle jugo a la propia vida. De lo contrario, una existencia 'light' perdida entre las pantallas de móviles y tabletas, y valores superfluos es un desperdicio.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡En menudo laberinto nos has metido, Juana!, voy a necesitar a la RAE al completo para que me saque de él. Ni te imaginas lo perdida que estaba. Sin duda, este juego lo has ganado tú.
ResponderEliminarUn abrazo
Juana hasta el final pensando que tu protagonista era un tipo que utilizaba a las mujeres y me sorprendes que lomque le gusta es buscar palabras en el diccionario.
ResponderEliminarBuen relato Juana, un abrazo.
Precioso relato con el inconfundible sello Igarreta. Te eché mucho de menos ayer, Juana.
ResponderEliminarBeso fuerte.
En una ocasión un escritor especializado en literatura infantil (lamentablemente no recuerdo su nombre) decía a los niños que su mayor gusto era leer el diccionario como si se tratase de una novela... Buen relato, Juana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué precioso relato, Juana. Las palabras cobran vida y nos conducen por caminos insospechados. Por ello es necesario un buen diccionario a mano, para que nada de ellas se nos escape.
ResponderEliminarEncantada con tu laberinto. Besos.
"Imágenes", "curvas" y "recovecos". Podría parecer que hablabas de otra cosa, pero no, era una palabra, más interesante aún que la imagen que la descripción dejaba caer. Eso hay que saber hacerlo.
ResponderEliminarYa sabemos que todo no se puede tener, pero es cierto que ayer te echamos de menos, Juana.
Un abrazo
Poder sugestivo y sugerente el de las palabras. A quienes las aman se les representan, sí, con formas propias, personalizadas, tal que si de un ser animado se tratara. Quien las descubre por primera vez experimenta zozobra, deseo, dicha... y es que las palabras viven y tienen filiación e identidad. Algunas han vivido ya miles de años, otras han mutado, han combatido las invasiones de extranjerismos, se han aliado, se han amado, han hecho familia...
ResponderEliminarPero su preferencia queda clara en tu relato, incapaces son de resistir su paladar al ser humano que las usa. Son cebo vivo que colea en el anzuelo que conduce al océano creciente de los diccionarios.
Lleva tu sello. Tus relatos son delicatessen.
Saludos, Juana Mª.
El erotismo del deseo por conocer, del placer liberado al alcanzar lo que una palabra encierra, queda recogido en tu estimulante relato.
ResponderEliminarPreciosa forma de reconducirnos por el laberinto de la insinuación y de un doble juego tan bien construido que si el relato terminara con la palabra 'mujer', también lo habrías clavado.
Un gran relato, Juana. Enhorabuena.
Que lástima no haberte conocido en persona, me habría encantado.
Un abrazo.
Juana, con que maestría nos has llevado a lo largo del relato imaginando que hablas de una mujer, para luego descubrir que hablas de una palabra y de las ganas de seguir jugando con ellas y de seguir ampliando conocimientos.
ResponderEliminarBuenísimo micro. Enhorabuena.
Besos
Una imagen muy seductora de un laberinto de palabras, el cual puede ser un buen plan para perderse, jugando. Muy bien. Besos, Juana.
ResponderEliminarNos has querido despistar, por el camino del laberinto. Hasta encontrar la salida en el diccionario.
ResponderEliminarMuy ocurrente.
Besito virtual, Juana
La magia de las palabras es la magia de la vida, con veintisiete letras se van formando innumerables palabras, y con esas palabras se van formando innumerables mundos. Porque hay que ver lo que dan de sí las palabras: se pueden escribir novelas, obras de teatro trágicas y cómicas, poemas, crónicas, epístolas, ensayos, guiones de cine, obras filosóficas, científicas, artículos periodísticos, aforismos, refranes, sentencias...
ResponderEliminarAparte de que nos sirven para comunicarnos con los demás, aunque también, a los malvados, para engañar a los demás, pero éstos, sabido es, ensucian todo cuanto tocan, sean palabras, relaciones, naturaleza, animales...
Así, el protagonista del microcuento se ha dejado seducir, sin duda, por una de las mejores palabras, pues, ciertamente, el lenguaje es un laberinto por el que a veces andamos perdidos buscando correspondencias, ideas, historias; y otras, recibimos de él una de esas iluminaciones que nos llenan totalmente como la luz del día llena una habitación.
Además, el laberinto nos remite a Creta, al rey Minos, a Pasifae, su esposa, y sus vergonzosos amores con el toro, al Minotauro, a Ariadna con su hilo y a Teseo, matador del Minotauro, a Dédalo, sinónimo de laberinto, y constructor de él...
Sin duda que esa palabra le dará mucho juego al protagonista de tu relato si la va persiguiendo por diccionarios e historias.
Has fundido en tu microcuento lenguaje y erotismo, pero, como ya se sabe, el erotismo está en la mente, ¿y qué puede ser más erótico para la mente que las palabras?
Mis felicitaciones, Juana, por este hermoso microcuento. Un abrazo.
Una vez recorrido por completo y llegado a la salida del micro, consigues hacernos caer rendidos en tu juego. Me ha gustado mucho, Juana. Un beso.
ResponderEliminarVaya, Juana, parece que hay más sensualidad de la que creemos escondida en las palabras y los objetos. Otra vez que me confío y que me llevas al huerto, bueno, al laberinto. Sugerente y bonita palabra por cierto.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Me parece de lo mejor perderse en ese laberinto! Interesante palabra y con mucho juego, como has dejado claro en el micro.
ResponderEliminarMe uno al sentimiento general de los que escriben por aquí arriba, el día 5 te echamos mucho de menos.
Un beso grande.
Malu.
Que divertido relato Juana, escrito de una forma en que uno piensa algo, para darse con el final en el rostro al descubrir que era otra cosa... eso o la chica se llama Laberinto.
ResponderEliminarUn abrazo y otro gran beso.
Mil gracias a todos por vuestras amables y generosas palabras. A mí también me hubiera gustado estar en Madrid, para reconoceros a algunos y conoceros a otros, pero no pudo ser. Un abrazo agradecido.
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