Reencarnaciones
Nació. Gimió. Mamó. Habló. Aprendió. Inventó. Gritó. Soñó. Enfermó. Murió. Resucitó.
Nació. Gimió. Mamó. Confió. Trabajó. Engendró. Perdió. Se jubiló. Murió. Resucitó.
Nació. Gimió. Mamó. Escribió. Rio. Besó. Mordió. Aró. Se casó. Huyó. Sufrió. Murió. Resucitó.
Nació. Gimió. Mamó. Creó. Ganó. Compartió. Se cansó. Envejeció. Rezó. Murió. Era Dios.
Resucitó.
Nació. Gimió. Mamó. Confió. Trabajó. Engendró. Perdió. Se jubiló. Murió. Resucitó.
Nació. Gimió. Mamó. Escribió. Rio. Besó. Mordió. Aró. Se casó. Huyó. Sufrió. Murió. Resucitó.
Nació. Gimió. Mamó. Creó. Ganó. Compartió. Se cansó. Envejeció. Rezó. Murió. Era Dios.
Resucitó.
Desde el principio hasta el final el protagonista de tu historia es el verbo. Original el modelo narrativo que has elegido para transmitirnos que todos somos verbo, al fin y al cabo; es decir, en consecuencia todos somos Dios. ¿Así he de interpretarlo?
ResponderEliminarSaludos, Lucía.
Muchas gracias, Manuel. Estuve tan ocupada estos días que no encontraba el momento para mandarles mi afecto.
EliminarLu muy original relato todo a base de verbos en el mismo tiempo verbal.
ResponderEliminarNos narras una serie de reencarnaciones en diversos personajes con leves cambios en la vida de cada uno.
Buen relato Lu, un abrazo.
Muchas gracias, en el relato subyace una idea que se revela al final del cuento: todos somos dioses y nuestras almas reencarnarán. Solo que no siempre lo comprendemos.
EliminarLo que creo ver en tu relato es que a pesar de las pequeñas diferencias que marcan nuestros caminos vitales, todos somos iguales. También me da la impresión de quieres decirnos que nadie alcanza su final, si no que nos realimentamos para seguir ¿viviendo?, ¿sufriendo?, ¿en el recuerdo de los que no quieren?... Muy interesante tu relato, Lucía. Suerte y un saludo.
ResponderEliminarAsí es Jesús: todos somos iguales y compartimos la naturaleza divina. Aunque sé que muchos de los escritores son agnósticos o ateos, creo que la idea de la continuidad de la especie racional que es el ser humano nos liga. Si quienes nadamos en las palabras, buscándoles su vuelta, no comprendemos su origen y creación no podremos abarcar el universo.
EliminarEl verbo entendido como forma gramatical que indica acción referida al sujeto, pues eso somos, movimiento constante. La vida como una sucesión de etapas que llegan a su fin para iniciarse otra vez. Así cinco veces al menos, hasta comprender, quizá, aquello de la divinidad.
ResponderEliminarOriginalidad y movimiento no le falta a este relato.
Un saludo, Lucía
Destaco el análisis de todos y cada uno. Es cierto que hay una torsión mimética en cada una de las vidas, porque hay que atravesar largos caminos hasta comprender el sentido exacto de Dios (o como quieras lla-amarlo, porque religión y religiosidad son distintas materias).
Eliminar«Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros»
ResponderEliminar(Juan 1:14)
El verbo expresa la acción, la vida misma. ¿O debería decir vidas?
Un saludo afectuoso, Lucía.
Hay tantas creencias como seres que habitaron, habitan y habitarán el universo. Cada cual elige la suya. Algunos tenemos una intuición sobre Dios, que es intransferible a quienes se declaran no creyentes.
EliminarDe todos modos, aplíquense las teorías de los doctores de la Iglesia: entre creer y no creer, creer tiene mayor ganancia.
Saludos afectuosos, también para ti.
Me ha gustado esa circularidad mítica. Mircea Eliade celebraría este micro con certeza. Gracias por compartirlo, Lucía. Brilla tanto como tu nombre.
ResponderEliminarSalut.
Me gusta mucho tu devolución, dipandra. La circularidad mítica es un tema recurrente en la poesía y en la vida.
Eliminar¡Anda que si en una de éstas no resucita!
ResponderEliminarUn buen micro. Enhorabuena. Saludos
Si no resucitara, Plácido, no compartiríamos la esencia de Dios.
EliminarMuchas gracias por tus saludos.
Esto sí que es acción trepidante.
ResponderEliminarMuy original, Lucía.
Un saludo
Margarita: me encanta eso de acción trepidante. Este es un relato minimalista. Solo verbos -muchos repetidos- que tienen la intención de producir un efecto detonador e inquieto.
EliminarUn saludo afectuoso.
Generas, Lu Folino, una duda teológica con tu espléndido relato. Me explico: ¿Puede Dios morir? Porque si Dios no muere, es imposible que resucite. Pero si Dios es omnipotente, puede hacer una cosa y la contraria. Nietzsche se atrevió a clamar a los cuatro vientos aquello de "Dios ha muerto". No sabía el filósofo nihilista que Dios podía resucitar a su antojo. Que para eso es Dios.
ResponderEliminarMe ha gustado tu cincuenta y coincido con otros comentaristas, mucho más hábiles que yo, en establecer una acertada conexión entre Dios, "El Verbo", con el ser humano desde el momento en que Aquél se humaniza, se hace carne. Para conseguir esto, tú, con una creatividad casi divina, nos construyes un microrrelato en el que lo que abundan son los verbos (todos en pretérito perfecto simple) y no coincidentes en cada párrafo, para señalarnos que cada párrafo representa un ser diferente, que comparte algunos verbos (porque así es la vida) y difiere en otros.
Enhorabuena por tu excelente relato, nada fácil de componer.
Te mando un saludo muy cordial.
José, captaste una de las ideas rectoras del relato. La duda sobre si puede morir la resuelve Jesucristo cuando resucita.
EliminarPero Jesucristo es el hijo de Dios o es Dios mismo reencarnado en hombre.
Te agradezco tu bello comentario.
Si quieres escuchar el relato, puedes ir a soundcloud. Pienso que el uso de verbos con monotonía cansina le da un color que de otro modo, expresando literalmente el pensamiento no tendría.
Un gusto.
Con permiso de José Antonio, suscribo su excelente comentario de tu brillante micro, Luz. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias María. Lo mismo que a él,puedes escucharlo aquí: https://soundcloud.com/lucia_folino/reencarnaciones
EliminarOriginal forma de formar una historia con cincuenta palabras, y si es sobre un hecho trascendente dobla su valor.
ResponderEliminarBesito virtual.
Muchísimas gracias, María.
EliminarEl verbo como protagonista, idea minimalista y grandiosa a la vez.
ResponderEliminarMuy original, Lu, enhorabuena. Te mando un beso.
Malu.
Me alegra que te guste, Malu. Otro beso para ti.
EliminarOriginal manera de contarnos esta historia, me gusta.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Beto.
EliminarEl hombre se hizo verbo y tu relato es un círculo perfecto y rotundo de musicalidad en las más altas esferas, divinas o humanas, ahí lo dejamos. Un abrazo Lucía.
ResponderEliminarQué comentario más guapo, Cristina. Muchas gracias.
EliminarHola Lu, bonita y original forma de tomar el concepto de reencarnación y evolución usando solo verbos. El final, cuando se vuelve un Dios, ¿escapa de la rueda del Samsara o va hacia otros lugares?
ResponderEliminarMuy amable.
ResponderEliminarTú lo has dicho. Eres un lector muy sagaz.
Gracias.