Síndrome de Cotard
No soportaba la mirada demoledora de aquel animal.
Se fijó en las paredes de mi casa, perdieron el color.
Profundizó. Se les fue cayendo el gotelé. Cuando recuperé la calma, volvió y sólo dejó las paredes, desnudas, destrozadas.
Decidí matarlo. Disparé. Creí caer muerto ante el espejo.
Pero sigo aquí.
Profundizó. Se les fue cayendo el gotelé. Cuando recuperé la calma, volvió y sólo dejó las paredes, desnudas, destrozadas.
Decidí matarlo. Disparé. Creí caer muerto ante el espejo.
Pero sigo aquí.
El enfermo que padece el síndrome de Cotard se cree que está muerto y que su cuerpo se está pudriendo (versus mister Google)
ResponderEliminarCreo entender que utilizas la similitud de la destrucción de una casa con esa putrefacción del cuerpo que siente wl protagonista, y está tan desesperado que intenta suicidarse. A lo mejor, y es muy posible no he acertado en nada, pero es lo,que me muestra tu relato al leerlo.
Buen relato Gil, un abrazo.
Javier la interpretación del lector es siempre acertada. En tu caso mas: Yo queria dar la sensación de desasosiego ante un imprevisible futuro que no existe. Escuché en una emisora de divulgación cientifica un programa sobre éste síndrome y como ejercicio me puse a esciribir sobre lo que sentiria un paciente. Sólo tenia cincuenta palabras y salió esto. Gracias por tus palabras. Un abrazo de los dos.
EliminarLa mente humana es un instrumento increíble, pero cuando se tuerce puede ofrecer informaciones e incitar a comportamientos fuera de toda lógica, engañando al portador para que crea que la tiene. El animal al que se refiere tu protagonista podría ser él mismo frente al espejo. Las acciones que suceden, tan vívidas para él, no existen para nadie más.
ResponderEliminarCon mis deseos de que sigas triunfando en verso o en prosa, te envío un abrazo lleno de afecto, extensivo ya sabes a quien.
Como das en la diana, Angel, el problema es que acabas de romper el espejo. Aunque no sea un relato autobiografico eso es lo que queria decir.
EliminarGracias por tus palabras y un abrazo de los dos.
Coincido con Javier, el micro es algo enigmático pero transmite a la perfección la angustia del personaje.
ResponderEliminarHace no mucho, leí un estupendo libro titulado «Lo que el cerebro nos dice» del eminente neurólogo Vilayanur S. Ramachandran. En él se relatan los pormenores del Síndrome de Cotard y otros trastornos igualmente extraños. No cabe duda que sabemos muy poco de nuestras mentes.
Volviendo a tu texto, especulando, creo que describes el proceso de la pérdida de la conciencia de estar vivo.
Muy interesante.
Un abrazo.
Una narración muy acorde con la mente y, claro, sale una música que chirría.
ResponderEliminarUn abrazo, Gil
¿Que música le peondrías tú? ¿Erik Sati? Prueva a escucharlo con musica de este compositor, a ver que pasa.
EliminarUn abrazo de los dos y gracias por tus palabras. Ya me contarás el resultado del experimento, si lo haces, si te atreves...
No conocía este trastorno mental. Lo que me impacta es la desesperación del personaje, el deterioro y el intento de suicidio. No sé si lo he entendido bien.
ResponderEliminarFue un placer volver a coincidir este año. Abrazos para los dos.
La desesperción es un síntoma más del paciente, espero que te haya gustado, pero como le decía a Margarita, prueba a leerlo con musica de Sati. Con esa música lo escribí.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo de los dos.
Si el protagonista cree que está muerto, ¿por qué trata de matarse? Menos mal que no lo consigue, aunque da igual, porque en realidad está muerto quien cree que está muerto.
ResponderEliminarInquietante micro.
Saludos, Gil
Para convertir la realidad en deseo. No al revés. Es uno de los sitomas del paciente. Espero que te haya gustado. Saludos y grcias por tus comentarios.
Eliminar¡Qué angustia, Jose Mari!
ResponderEliminarEs impactante la imagen que nos dejas, estoy impresionada.
Te mando un beso fuerte y otro para Dori.
Malu.
No será para tanto, pues tu nos enseñas a escribir, y luego pasa lo qu pasa. Un beso de.,los dos, y déjate ver.
EliminarJose Mari, este trastorno no lo conocía y debe de ser muy angustioso para el que lo padece. A veces, la mente nos engaña y hace que nuestros ojos vean lo que no existe.
ResponderEliminarMuy buen relato. Recuerdos para los dos. Fue un placer conoceros.
Besos
Muchas gracias, Pilar, como ves me gustan los temas raros.
EliminarGracias por tus palabras y un abrazo de los dos.
Me ha transmitido inquietud y desasosiego. Cuando la palabra muerte está escrita parece que es obligado un sentimiento gótico. En este caso está tan desnuda de toda parafernalia por tratarse de una enfermedad mental, que el hecho de que toda la angustia se la ha quedado para él el protagonista, muy a su pesar, es lo que verdaderamente aterra. Un equilibrio logrado de forma genial en tu historia. Un saludo Gil
ResponderEliminarTransmitir inquietud y desasosiego. Ese era el propósito. pues en ellos vive el paciente, que no soy yo. sino el protagonista de mi mi historia.
EliminarGracias por tus palabras y un beso de los dos.
Has sabido transmitir la angustia de un personaje que no se reconoce y se odia.
ResponderEliminarMuy bien escrito, Gil.
Un abrazo.
Pablo.
¿Que le voy a decir a un maestro de laas letras? Gracias por tus palabras, estamos en contacto pa cuando se temos por triana o por la alameda. Un beso de los dos.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Delirante! es la palabra que se me ocurre después de leerlo. Y eso, ¡me encanta! Como cuando lees las reseñas de los periódicos, que dicen: << Washington Post la tildó de intrépida >>, << New York Times, en una palabra: conmovedora >>. No quiero decir que yo sea como uno de estos críticos de los periódicos... Jajaja. Pero la síntesis está ahí. Refleja mucha locura y confusión desde el título, hasta la última palabra.
ResponderEliminarUn abrazo
Me acabo de enterar de las vacacioenes de Alex
EliminarNo sé donde vamos a guardar los tesoros de cincuenta, pero creo o es un deseo qye Aklex se recupere pronto y podamos reencontrarnos., Si es cierto que ahora podré ir comentando los micros con tranquilidad, eso si, sin dejar de escribir. Confusión en la locura. Me gusta. Un abrazo de los dos.
Son terribles los intrincados hilos de una mente enferma. Esta tipología que muestras, Gil,es especialmente impactante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Quise reflejar eso, los hilos que mantienen la locura y el equilibrio. Grcias por tus palabras. Un abrazo de los dos.
EliminarExtraordinaria la atmósfera de desasosiego que logras con tus cincuenta palabras. La locura parece acechar siempre muy cerca, y nosotros sabemos bien poco de esta cabeza que nos rige. Interesante, aunque temible, ese síndrome de Cotard, del que no tenía ni idea.
ResponderEliminarEnhorabuena, José María. Un abrazo para ti y otro para esa encantadora chica que se deja ver contigo.
Enrique, podrias hacer un guion de miedo. Tu sabs haerlo. Gracias por tus aciertos. Un abrazo de los dos.
EliminarMe he tenido que informar, primero sobre ese síndrome, ya que me sonaba pero no tenía ni idea de qué se trataba. Luego sobre la música recomendada y te he leído escuchándola. Todo un acierto. Todas las enfermedades son malas, pero las mentales nos anulan por completo. Has reflejado muy acertadamente las sensaciones del enfermo atrapado en las garras de esta temible dolencia. Un abrazo para los dos, José María.
ResponderEliminarTe he contestado por otro lado, pero no me preguntes como, un sabrazo delos dos.
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