Soldados de arcilla (Infancias de guerra: Tropical)
Terminada la escaramuza, se derrumbó de rodillas junto al océano carmesí que su deshabitado hermano derramaba sobre la selva.
Mascullando un juramento, apretó su kalashnikov bajo la venenosa mirada del sargento instructor; tenaz palanca que acabó por abrirle las abisales grietas del odio, esas que cuestan toda una vida cerrar.
Mascullando un juramento, apretó su kalashnikov bajo la venenosa mirada del sargento instructor; tenaz palanca que acabó por abrirle las abisales grietas del odio, esas que cuestan toda una vida cerrar.
Bueno, Antonio, yo ya soy de pocas palabras, pero tras leer tu relato, y los otros dos, aún encuentro menos que decir. Enhorabuena y un saludo.
ResponderEliminarY ni falta que hace, Jesús. No sabes cuánto agradezco leerte también a los pies de mis relatos. Muchísimas gracias.
EliminarUn abrazo.
Antonio me dejas sin respiración con el tercer relato de esta serie, al igual que con los dos anteriores.
ResponderEliminarSi no me equivoco creo que en esta ocasión nos hablas de los niños soldados de África,o por lo menos esa sensación me da a mí. Gran frase esa en que describes como se desangra el hermano del protagonista. Y como dices al final ese odio cuesta toda una vida cerrar.
Buen relato Antonio, me ha gustado mucho.
Un abrazo, que el próximo sábado nos daremos en persona, muchísimas ganas de conocerte.
No te equivocas Javier, pero no sólo de África: Sudamérica, Centroamérica, Asia,...
EliminarGracias por tus palabras y cuídate esa respiración, a ver si para dos días que quedan para vernos te me vas a presentar azul-morado.
Hasta, prácticamente, ya, que yo también ando con muchas ganas.
Un abrazo.
Qué gran título, Antonio. Soldados de arcilla, arrancados a la fuerza de su inocencia, moldeados para servir a intereses por encima del bien y del mal.
ResponderEliminarExtraordinario.
Extraordinario tu resumen, Patricia. Qué manera de captar la esencia y vaya forma de expresarla, imposible condensarlo mejor.
EliminarSirva este abrazo como un adelanto.
Un hermano deshabitado de vida, un charco de sangre que es un océano carmesí, un odio que nunca podrá cerrarse. Han creado al soldado perfecto, sin lugar para piedad alguna, que causará a su vez más víctimas, creando así un bucle que se alimentará a sí mismo a perpetuidad.
ResponderEliminarDesde el título hasta la última palabra, un derroche de buen decir que cierra con broche esta trilogía.
Un abrazo fuerte, Antonio. Y hasta muy pronto
Sí, de eso se trata, de extraer la humanidad cuando aún son vulnerables, cuando los sentimientos traumáticos de la adolescencia son capaces de extirpar una razón que puede no regresar nunca.
EliminarPerfecto tu análisis, Ángel y muy generosas tus impresiones, como suelen.
Ahí va otro adelanto del abrazo del sábado.
Cuando la semilla del odio se ha sembrado en una tierra tan fértil como un corazón rodeado de violencia, la suerte está echada. El camino hacia la redención será muy difícil de encontrar en medio de esa espesa selva que has pintado para nosotros, Antonio. Joseph Conrad la llamó «El corazón de las tinieblas».
ResponderEliminarGenial.
Te envío un gran abrazo y una sincera felicitación.
Vicente
No he leído esa obra, pero me la guardo en la carpeta de pendientes.
EliminarCierto que el camino de salida es espeso, pero a veces, alguien logra reconocer que el camino del odio sólo conduce a la destrucción.
Gracias Vicente, un fuerte abrazo.
Es muy bueno y tan triste. Los niños soldado y esas grietas por la que se va todo.
ResponderEliminarCuando el micro es así, es difícil hacer un comentario a la altura, aunque se quiera decir
Pues sí es triste, Sí, como lo es el odio, el más corrosivo de los sentimientos.
EliminarMuchísimas gracias Luisa por pasarte y dejar tus impresiones.
Un abrazo.
De lo que no hay duda es de que tú aprietas las teclas como pocos y de que tus relatos disparan a dar, pero para cerrar heridas.
ResponderEliminarEl título, magnífico; podría haber sido plastilina, pero, no, arcilla, igual de manejable cuando está mojada, pero en cuanto la dejas secar, si te has equivocado la tienes que romper.
Me gusta, también, cómo sube el relato en intensidad: empiezas con una escaramuza y terminas con un odio abisal, "casi ná!
Preciosa serie, Antonio, a pesar de su dureza. Destaco la ambientación que has hecho en cada uno de los relatos.
Y ahora, si me permites, "Bajo la floresta láctea", el prólogo que has hecho al libro, es una preciosidad.
Un beso. Y buen viaje.
¡Toma ya primera frase! de esas que le dejan a uno en estado gaseoso.
EliminarPero el resto es aún mejor, Margarita. La sorprendente capacidad de ver en la trastienda de la narración es algo que sólo tú tienes y que algunos tenemos la suerte de disfrutar.
No sabes cuánto me alegra tu referencia al prólogo y no sabes cuánto me alegra haber compartido ese espacio contigo en esta tercera edición. Te aseguro que el tuyo me ha encantado. De una forma divertida, expresas muy fielmente el espíritu que transpira esta casa de las 50 palabras.
Lástima que no contemos contigo en Madrid, me hubiera gustado mucho conocerte en persona.
Un beso, compañera.
Difícil aportar un comentario mejor que el de los compañeros y compañeras. Me parece genial tu estilo, tu manera de incrementar la tensión narrativa, con cada nueva palabra. Felicidades, Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Te agradezco mucho tu comentario y valoración, María José, y aún más que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Y lo has vuelto a hacer. Tienes el don de contar historias en las que las palabras usadas no pueden estar mejor escogidas. Qué difícil es jet un relato de cincuenta palabras con un mensaje tan brutal como el que dejas, y que esté lleno de poesía.
ResponderEliminarCada vez me quedo más pasmado con tu arte, mi querido Antonio. Tu escritura no tiene límites. Y que suerte tengo de poder leerte todos los meses.
Un fuerte abrazo, Antonio, genio.
Pablo.
Fe de erratas. Jet es hacer.
EliminarAntonio, vaya pedazo de prólogo que te has marcado en el libro. Una delicia.
Otro abrazo.
Pues nada, Pablo, una vez más me dejas 'embobaico' con tus abrumadores comentarios, algo que no sabes cuánto te agradezco y a lo que me estás malacostumbrando.
EliminarA mí, lo que realmente me parece difícil, es despertar interés en personas como tú, capaces de crear maravillas como la del podio de octubre. ¡Yo sí que tengo suerte!
Gracias Pablo. Un preabrazo.
Y gracias por lo del prólogo. Que sepas que el tuyo no se queda atrás; está lleno de cariño e ingenio. Contar lo que cuentas y de la forma que lo haces, en bloques de 50 palabras, no está al alcance de cualquiera.
EliminarAntonio, brutal desde la imagen de esos niños soldados, luchando y muriendo, hasta el odio que origina la frialdad de su superior ante la muerte de su hermano y que dejará secuelas muy difíciles de superar.
ResponderEliminarEnorme una vez más Antonio. A ver si el sábado con tu abrazo me llega un poquito de tu gran calidad.
Enhorabuena! Besos
Te aseguro que no hace ninguna falta que yo te pegue nada, Pilar, con tu enorme talento te basta y sobra. Pero ahí estaremos con ese abrazo.
EliminarUn preabrazo y muchas gracias por tu comentario.
Grande, Antonio. Violencia que crece en intensidad y poesía en el modo de tratarla. Tus infancias de guerra me dejan el corazón en un puño.
ResponderEliminarUn abrazo, que ya no será virtual el sábado.
Gracias Carmen, te lo agradezco. Ya verás, mañana nos vamos a hinchar a abrazos.
EliminarUn fuerte preabrazo.
Es increíble, Antonio, la de sensaciones que transmites en cada cincuenta, pero con este te llevas la palma, desde el título, con esa arcilla tan fácilmente moldeable, hasta el final, con esas grietas del odio que cuesta tanto cerrar, pasando por ese océano carmesí que nos deja la mirada helada.
ResponderEliminarBella y triste historia contada de forma poética, algo que solo los grandes como tú podéis hacer. La serie es brutal, no sé si este es el último que cierra una trilogía con broche de oro o si habrá más. De cualquier manera, aquí me tienes esperando al mes que viene para leer tus cincuenta.
Te mando mi enhorabuena, este micro es magistral, felicidades.
Un beso grande y hasta dentro de muy poquito.
Malu.
Quita, Quita. Nada de grande ¡Si no levanto más de 1,69 del suelo!
EliminarCuánto te agradezco que me transmitas tus sensaciones, Malu. Siempre he pensado que si un texto llega, se debe también a la sensibilidad del que lee. Hay quien es buen lector y quien es buen escritor. Tú aúnas ambas virtudes.
Un prebesazo y hasta mañana.
Antonio, si que has escrito un relato de forma magistralmente bella, con una frase final para enmarcar "...las abisales grietas del odio, esas que cuestan toda una vida cerrar".
ResponderEliminarPrecioso y profundo.
Por cierto, tu prologo para el libro es otra preciosidad que capta todo tu estilo particular y admirable.
Saludos.
Pues aquí me tienes, leyendo tu comentario, más rojo que un tomate. Gracias por tu comentario y gracias por lo del prólogo. Desde luego, puse todo mi empeño en estar a la altura del encargo de Álex.
EliminarUn abrazo.
Muchas son las virtudes que encierra tu relato, Antonio, y nuestros compañeros las han ido desgranando en sus atinados comentarios. Poco margen queda para decir nada nuevo, pero mi estilo es buscarlas, aún cuando me quedo sin palabras.
ResponderEliminarEntre otras muchas, me gustaría destacar una gran virtud que encuentro en la narración: su falta de artificio. No hay efectismo ni sentimentalidad en lo narrado, no se apela a lo gratuito a pesar de que enerva de por sí el tema innoble que se trata. Las palabras, cuidadas y elegidas como metáforas sangrantes, "océano carmesí", poetizan para cargar el fusil que impiadoso nos ametralla de emoción y nos deja desnudos bajo el punto de mira de la cruda realidad. No es acción lo que se cuenta, va más allá el texto y recrea el efecto del hecho en sí. La verdad se viste de verdad y se convierte en denuncia.
En cuanto a los recursos, el segundo párrafo me parece construido de forma magistral al utilizar el paralelismo de la palanca que carga el fusil, con la tenaz que carga ya el odio en el alma humana tan temprano, como diría el poeta.
Sencillamente, grandiosa. La narración y la historia. Si hay más, nos deleitaremos de nuevo a buen seguro; si está cerrada, siéntete satisfecho, nos has colmado.
Un abrazo, Antonio.
Con permiso.
Eliminar¡Menudo dúo formáis! Dan ganas de coger las cosas, y la casa, y quedarse aquí a vivir.
Vale, vale, ya me voy, que sé que tenéis asuntos que tratar.
Menudo comentario, Manuel; si lo califico de sublime, me quedo corto. Ya no por lo que para mí pueda representar todo ese cúmulo de preciosas frases que engalanan al relato, que también, sino por cómo lo expresas; con un mimo, una destreza y una maestría verdaderamente espectaculares.
EliminarGracias por esas "metáforas sangrantes" por ese "fusil que impiadoso nos ametralla de emoción". Gracias por estar ahí. Por escribir. Y por lograr emocionarme, canalla.
Un fuerte abrazo.
¡Quédate, Margarita;
ResponderEliminarMargarita, quédate,
tú serás la princesa,
en esta corte de tres!
Las princesas, Margarita,
se parecen mucho a ti,
tienen bella la sonrisa
y muy hermoso el escribir.
Quédate, Margarita,
Margarita, quédate.
Las palabras son tu casa,
los relatos, son tu piel.
Quédate, Margarita,
Margarita, quédate.
No queremos ser dúo.
Desde hoy seremos tres.
(se interpreta con música alegre de pachanga verbenera y se baila alegre y con ritmo).
Jejejej. Besos, salada.
Me tienes casi casi casi convencida; si me lo dices una sola vez más, no solo me quedo, ¡me instalo! ;-)
Eliminar¡Eres genial, Manuel! ¿O debería decir Rubén? "Darío" lo que fuera por ser un dúo de tres y aprender un poquito de vosotros.
Y además tienes mano con la música; has de saber que por una buena verbena pachanguera, ¡mato!, bailo y lo que sea menester.
Lo dicho, y lo canto, que eres un figura, Manuel.
¡Gracias!
Besos
Anda, que me voy un ratito a los madriles y menuda habéis montado. ;-)
EliminarPara desespero de mi mujer, eso de la música verbenera lo dejo a los que tenéis un pie de cada. Pero sí coincido con Manuel en que, en este caso y en esta casa, mejor tres que dos.
Y, en otro orden de cosas, ¿Cómo os atrevéis, bellacos, a no dejaros ver por la capital del reino? El sábado se lo paso lloriqueando por vuestra culpa.
Me hubiera encantado estar, pero Margarita se empeñó en que nos quedáramos a poetizar en tu relato y ya ves, se nos pasó el fin de semana. Responsable tú. Somos como abejas que acuden a la miel de tus palabras.
EliminarA mí me llaman Maya, con eso lo digo todo.
EliminarAntonio, te leo después conocerte en perosona, creo que no te había leído mucho. Tienes una forma magistral de escribir, un relato en prosa casi poética y con mucha fuerza. Distinto original y lleno de energía, tanta que da miedo.
ResponderEliminarBesicos
Muchas gracias, Carmen, por esas pedazo de palabras que me regalas, eres muy amable. Fue un placer conocerte. Y gracias por dejarnos esas fotos que apuntalarán el recuerdo de ese sábado tan especial e intenso
EliminarUn fuerte abrazo.
El primer párrafo es la palabra tristeza misma en cuerpo y alma a la vez. No hace falta seguir. Con esa línea y media, te hago la ola, y punto y final; pero no, el segundo me ha arrastrado como mar tenebroso de palabras engarzadas con tanta habilidad que cualquier cosa que apunte me parece poco al lado de tus siete últimas que cierran el relato. Genial. Me ha encantado. Un saludo.
ResponderEliminarTe agradezco que me transmitas la sensación de desolación que he tratado de plasmar en el relato. Si hay algo repugnante, es utilizar a los niños con fines militares.
EliminarPor lo demás, me enrojece la cantidad de cosas bonitas que le dedicas a mi texto.
Gracias por pasarte, Cristina.
Un abrazo.
El odio es una intensa sensación, una herida que cuesta muchísimo de cerrar y sobre todo en los niños. Les inculcan el odio y reciben las más terribles injusticias por parte de quienes les deberían ayudar. Me encanta la cantidad de vocabulario que tienes.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato, Antonio. Besos.
Gracias Olga, por pasarte y dejarme ese comentario que refleja tan bien el espíritu del relato.
EliminarUn beso.
Cierras esta serie, tan brutal en el fondo como soberbia en la forma, con el germen que es la causa de todos esos escenarios feroces e inhumanos y que no es otro que el odio. Un odio que en la mayoría de las ocasiones se inculca desde el nacimiento y que acompaña y corroe el alma hasta más allá de la muerte. Enhorabuena por esta maravilla que corta la respiración por su dureza, pero que también asombra por su magnífica ejecución. Antonio, en esta ocasión te mando dos besazos, uno para ti y el otro ya sabes para quién. Fue todo un gustazo conoceros. ;-)
ResponderEliminarCierto que el odio es un germen con un potencial brutal de crecimiento y arraigo, pero afortunadamente es vulnerable y se suele mostrar alérgico a la paciencia, a la tolerancia y al perdón.
EliminarFue una gozada conocerte, Inma, para mí fue muy especial poner cara a una escritora que tanto admiro.
Quizá por ser un día tan abrumador, se me quedó en el tintero un ratito de charla contigo. Espero volver a tener la oportunidad.
Un fuerte abrazo, mio y de quien tú ya sabes.
Broche de oro para esta genial serie. A pesar de la crudeza del tema, eres capaz de tratarlo con una excelente prosa poética. Por desgracia esos niños siguen teniendo nombre y apellidos, y ese odio está más vivo que nunca, alimentado por innumerables situaciones injustas, en las que los niños son moldeados como si fueran efectivamente de arcilla. Genial título, también. Enhorabuena, Antonio. Un abrazo
ResponderEliminarEl odio es un viejo parásito, desgraciadamente muy eficiente si se sabe usar y, como dices, muy fértil entre situaciones injustas, las cuales abundan.
EliminarGracias por tus palabras Juana. Me hubiera gustado conocerte en persona.
Un abrazo.
Cuando las grietas sangrantes se abren que difícil es cerrarlas; cuando la arcilla se derrite en lágrimas de impotencia, la rabia contenida explota en miradas cargadas de veneno.
ResponderEliminarUn 50 con imágenes tan potentes que nos hacen estar presentes en esta guerra infante y doliente.
Fantástico Antonio. Un gusto leerte y conocerte en persona.
Un beso grande.
Esa potencia que mencionas, tú la has sabido domar primorosamente en un esplendido resumen que, como todo lo que tocas, rezuma poesía.
EliminarTe aseguro que el placer fue mío; Un auténtico subidón conocer al encanto de persona que anda detrás de esa conmovedora forma de escribir.
Un besazo.
Guau, qué imagen más potente la de esas arengas del sargento abriendo (en el mal sentido) la mente del chico, forzándolas, violándolas, en suma, para inculcarle el odio por el enemigo.
ResponderEliminarAterrador, pero excelentemente escrito.
Espero poder volver a vernos más pronto que tarde. Mientras tanto, recibe un abrazo.
Muy acertado y lúcido tu símil de la violación. Creo que el odio y ella hacen muy buena pareja.
EliminarContigo me ha pasado un poco lo mismo que con Inma, Carles. Me marché con la sensación de dejarme cosas que hablar contigo, como transmitirte mi profunda admiración por lo que eres de capaz de escribir.
Espero que tengamos nuevas ocasiones para ello.
Un fuerte abrazo.
Rotunda lección sobre cómo somos manipulados y moldeados, y sobre cómo las circunstancias pueden favorecer y acelerar el proceso. Tan desesperanzador como real tu mensaje, transmitido, como en ti es habitual, con una enorme fuerza expresiva y una gran calidad literaria.
ResponderEliminarFantástico relato una vez más, amigo. Enhorabuena y un fuerte abrazo.
Fue un verdadero placer conoceros a ti y Aurora, además del de compartir mesa y charla.
Desgraciadamente, los adultos que buscan carne de cañón en los niños suelen haber sido, a su vez, carne de cañón de niños. Aunque siempre habrá quien logre cicatrizar el ciclo.
EliminarA sí somos los humanos, seres repletos de sombras en las que intentan abrirse paso las luces.
Lo mismo te digo, amigo mío. Fue emocionante poderte conocer y poner cara y voz a quien admiro.
Un fuerte abrazo.