Timidez
En la oficina de empleo, una mañana más, aguardo a que su mostrador quede libre. El rostro se le ilumina al darme la noticia. Yo callo. Hallar las palabras adecuadas es más difícil aún que haber encontrado trabajo, explicarle que nada tiene sentido si no voy a volver a verla.
Escrito por Ángel Saiz Mora
El precio de conseguir empleo ha sido alto para este personaje. Por otra parte, un hombre pleno, sin tantos problemas económicos, siempre tendrá más tiempo para pensar en el amor. Quizás, para resarcir el daño, baste con pedirle a esta eficiente funcionaria su número telefónico.
ResponderEliminarConfieso que me encantan las comedias románticas y este micro me ha traido a la memoria algunas cuantas.
Muy bueno, Ángel.
Felicitaciones.
Un abrazo.
Tener trabajo es importante, vaya si lo es, pero él sabe que no sólo de pan vive el hombre. Si además de estabilidad económica también lograse la del corazón, habría conseguido las bases de algo parecido a la felicidad, sin olvidar la salud, claro. Por el contrario, la falta de valor de él o una negativa de ella podrían dejarle seriamente escorado. En esas está. Le desearemos suerte.
EliminarMuchas gracias y un abrazo, Vicente
Angel que preciosa historia de amor, este protagonista ahora que tiene trabajo debe declararse a su amor platónico y a ver que pasa, o siempre puede renunciar al trabajo y seguir viéndola.
ResponderEliminarMe encanta que de una situación habitual hayas hecho tan hermosa historia, tu genio no tiene límites.
Buen relato Angel, me ha gustado mucho.
Y cada día mas feliz de haberte conocido.
Un abrazo enorme.
Estoy seguro de que la vida cotidiana ofrece todo tipo de historias, pero como no podemos enterarnos de todas y resulta que nos gustan, a veces nos las inventamos. De eso tú sabes mucho y lo haces muy bien.
EliminarYo también me alegro de que hayamos coincidido, estoy seguro de que habrá otras ocasiones y más tiempo para intercambiar impresiones, a mí me gusta mucho juntarme con personas que enriquecen.
Mil gracias y otro abrazo grande para ti, Javier
Ángel, si hay algo que puede borrar la alegría de haber encontrado trabajo en estos tiempos de crisis, es que ello conlleve dejar de ver a la persona de la que te has enamorado. Eso si, siempre queda pedirle el número de móvil y verse después del trabajo.
ResponderEliminarMuy buen relato Ángel.
Un gran abrazo y muchos besos amigo.
Quizá ahí radica el problema. El protagonista teme que por parte de ella no haya reciprocidad, eso es lo que le paraliza, sabe que, pese a la gran noticia del nuevo trabajo, se hundiría. Puede que tenga suerte y ella, que seguro que vale mucho, se adelante. Lo que no parece de recibo es quedarse el resto de su vida pensando qué podría haber ocurrido. De una manera o de otra ha de salir de dudas.
EliminarAbrazos y besos, Pilar. Muchas gracias
Si tu personaje no ha sido capaz, hasta ahora, de solicitarle un sí a su amor ¿platónico?, dificílmente conseguirá darle un no, aparte de que seguramente no se lo permitan los intríngulis normativos del ministerio. Muy emotivo tu relato, Ángel. Enhorabuena y suerte. Saludos.
ResponderEliminarPuede que todo sea tan sencillo como pronunciar un par de palabras, o que, por el contrario, este hecho simple en apariencia, como bien apuntas, revista una complejidad que ni él mismo sabe calibrar. De momento, las sensaciones agridulces de miedo y esperanza alimentan su ansiedad. No queda más remedio que dejarle encerrado en esas cincuenta palabras, con el deseo de que sepa elegir las suyas para comenzar una historia extensa y dichosa.
EliminarMuy agradecido por tu visita, Jesús. Saludos
Esa es la magia del amor, que nace en los lugares más insospechados; y a veces pagando un precio por ello. Gracias por colaborar, Ángel.
ResponderEliminarSalut.
El amor tiene mucho de magia, no poco de inesperado y es, entre los sentimientos humanos, de lo más caprichoso. No todo es dicha, también tiene su dosis de sufrimiento, pero merece la pena, por eso ha de costar un precio.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Dipandra. Salut
Querido Ángel, iba a decir una maldad, pero me voy a morder la lengua... luego te lo pongo en otro foro, je, je, je...
ResponderEliminarPues mira que es difícil encontrar trabajo, pero va a ser mejor que no renuncie al puesto (que la ocasión la pintan calva) y se decida a hablar con la persona en cuestión, veo algo más que luz en esa cara iluminada, así que tiene posibilidades. Solo hay que vencer esa timidez.
Gran micro, como siempre, sacando el lado humano hasta en una oficina de empleo. Felicidades, querido amigo. Te mando un beso enorme.
Malu.
Como no te creo capaz de maldades, estoy seguro de que lo que habías pensado decir era de lo más interesante. Ese rostro iluminado, sin duda, es un motivo para que el protagonista se aventure a decir lo que tiene dentro, aunque la posibilidad de que ella no conteste como él espera le llene de tinieblas.
EliminarAgradezco mucho tu espontaneidad, tener la suerte de conocerte en directo y tus amables palabras.
Otro beso de los grandes para ti
Está super-difícil encontrar trabajo, pero encontrar en una oficina de empleo, perdón de "desempleo", a una persona agradable, simpática, que empatice un poco con el problema que tienes y además, guapa o guapo, de quien te puedas enamorar, es prácticamente imposible. Así que dile a tu protagonista que aproveche el momento, que no se volverá a repetir, jajaja.
ResponderEliminarPor un momento se me ha pasado por la cabeza el "careto" de los empleados de la oficina que me corresponde y me ha dado la risa.
Muy bueno, Angel. Un beso.
Normalmente, no suele suceder nada demasiado significativo en nuestro día a día, pero nunca hay que descartar que pueda producirse una conjunción de factores positivos, ocasiones únicas que deben aprovecharse, como bien dices. Imagino que en una oficina de empleo o de desempleo, como puede suceder en una comisaría, en un hospital o hasta en una funeraria, han de estar un poco "vacunados" respecta a la empatía, no es deseable vivir con la sensibilidad en permanente estado de ebullición, no habría corazón que lo resistiera.
EliminarGracias por tu simpático comentario, Olga. Otro beso para ti
Tengo que confesarte que a mí cada vez me resulta más difícil encontrar las palabras adecuadas para comentar tus relatos, Ángel. Están llenos de ternura, protagonizados por personajes de esos que te encuentras cuando vas a por el pan o al cruzar una calle sin mirar, y ubicados en un lugar cualquiera del barrio en el que vives. Por eso son tan reales, tan creíbles, y, a la vez, están llenos de esa magia sin truco que te dejan con la boca abierta y con ganas de más.
ResponderEliminarUn abrazo, campeón.
Igual que a Malu acabo de decirle que no la creo capaz de maldades, me resulta imposible concebir que tú no encuentres las palabras adecuadas; sin ir más lejos, no hay más que leer este comentario, que me dan ganas de enmarcar para esos días llenos de momentos bajos. Si de lo que hablamos es de tus relatos, propios de otra dimensión, quien se queda sin palabras soy yo. Al hilo de ello, aprovecho y te doy también por aquí la enhorabuena por tus éxitos recientes, anticipo de los futuros.
EliminarUn abrazo y muchas gracias, Margarita
Ángel! Morí de amor por tu personaje... Acaso ella también lo extrañe en los próximos días, sea un poco menos tímida que él y lo llame a su nuevo empleo. Voy por el final feliz, y a tí te mando un gran saludo!
ResponderEliminarUna tradición o ley no escrita parece que mueve a que sea el hombre quien tome la iniciativa, pero sólo es un espejismo. Cuando eso ocurre, es porque antes ella ya le ha invitado a hacerlo sin palabras; aunque también, como dices, existe la posibilidad de que (ella también) lo haga más abiertamente. En una palabra, estamos en vuestras manos, y el que lo niegue se engaña a sí mismo.
EliminarMuchas gracias, Silvina. Otro saludo grande para ti
Creo que una oficina de empleo es de los sitios menos románticos que puedo imaginar. Pero en amor lo de menos es el sitio. Basta con que surja la chispa, y eso es lo que has puesto tú con este tierno y estupendo relato. Muy bonito, Ángel. Felicidades y abrazo.
ResponderEliminarEl ambiente tiene su importancia, pero se tata de un elemento secundario, un simple escenario que acompaña. Lo relevante, como bien dices, es esa chispa que no puede palparse con los dedos pero es tan real, que aparece cuando ella quiere y toca a quien le apetece.
EliminarMe alegro mucho de que te haya gustado, Juana.
Un abrazo fuerte y gracias
No hay que preocuparse: los trabajos hoy en día duran lo que un caramelo en la puerta del colegio. En una o dos semanas volverá a verla.
ResponderEliminarIngenioso micro
Saludos, Ángel
Me gustaría no tener que darte la razón, pero eso sería negar la cruda realidad, que camina por su cuenta imponiendo su ley, ajena a sentimientos. Al menos, al protagonista le resultará más llevadero y hasta deseable regresar a esa oficina.
EliminarMuchas gracias por aportar ese punto de vista, Plácido. Saludos
Tu relato me ha traído a la memoria el poema La niña de Guatemala, de José Martí.
ResponderEliminar(Un fragmento)
“Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.”
En este mundo tan competitivo hay que ponerse las pilas y despojarnos de los miedos. Siempre hay quien está dispuesto a quitarnos lo que queremos. La timidez del personaje no sólo hará que alguien se quede con la chica; sino que también le puede impedir progresar en su nuevo empleo.
Ángel me ha gustado tu relato, de humor-romántico, muy bueno.
Saludos.
La competitividad, que por desgracia parece estar en todo, incluidos asuntos del corazón, es algo común a nuestra época presente, pero Martí ya supo plasmarlo como nadie y tú traerlo muy oportunamente a colación. Con bastantes murallas externas nos encontramos, para dejar que ese muro interno y terrible llamado timidez nos condicione antes de empezar. Ya sabemos que no hay peor enemigo que nosotros mismos.
EliminarMuchas gracias, Beto. A mí me ha gustado mucho tu comentario. Saludos
Muy enternecedor relato. Me ha gustado mucho como está contado. Todo él rezuma amor. Felicidades Ángel.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, Mª. Luisa, quizá por eso escribimos, para intentar que cualquiera pueda verse reflejado, humanamente, en historias ficticias e individuales.
EliminarGracias y un saludo
¡Pero qué oportuno relato el tuyo con la jornada personal que he tenido! Eso sí, en mi caso ni lo uno (de momento) ni lo otro (ya estoy enamorado y no de nadie de mi oficina de empleo). Lo que sí he intentado esta mañana, lo confieso públicamente, es provocar una mínima sonrisa en la tristeza del personal que me tocó en suertes que me atendiera. ¿Sería porque hoy era lunes? ¿O es que los funcionarios de estas oficinas son siempre así de tristes y grises? Y lo conseguí...
ResponderEliminarEn fin, amigo Ángel, que una vez más has vuelto a conquistarme con una sencilla, e imposible en mi opinión, historia de amor (aún recuerdo tu espléndido cincuenta que titulaste magistralmente "Cita a ciegas", mejor relato de 2015 muy merecido). Así que vaya mi reverencia y mis aplausos para este nuevo microrrelato tuyo, deseando haber hallado las palabras adecuadas en este comentario y a la espera de poder encontrar un trabajo, porque el amor hace ya tiempo que lo disfruto.
Un abrazo enorme.
Qué puedo decirte yo a ti, José Antonio, sobre buscar trabajo que tú no sepas. Si me atrevo afirmar con seguridad que en tu caso, con tu valía, lo lograrás más pronto que tarde. Más difícil aún es lo del amor. Cuántos pasan por la vida dando tumbos y sólo hallan simulacros, intentos fallidos y escarceos superficiales. Siempre hay motivos para la alegría y su contraria, pero a mí no me cabe ninguna duda de que tú sabes, como hombre sabio que eres, hallar lo positivo, como se desprende siempre de tus palabras.
EliminarMuchas gracias, José Antonio, de verdad que eres estupendo.
Ahí te mando un abrazo de los grandes, siempre escaso para lo que mereces.
Pues como no espabile y se quite esa timidez que lleva encima se va a quedar sin el amor de su vida.
ResponderEliminarMuy buen y tierno relato, Ángel. Te felicito.
Cuantas oportunidades se habrán perdido por la dichosa timidez, que no deja de ser una enfermedad, quizá no mata pero sí que condiciona y de qué manera.
EliminarMuchas gracias por tu visita y un abrazo
De una sencilla situación haces toda una gran historia de amor platónico.
ResponderEliminarCuando late el corazón la razón deja de tener sentido. Un trabajo esperado y una cita deseada aunque solo sea esperando en una fila cada día.
Una maravilla leerte siempre Ángel, de lo más nimio haces que broten estupendos relatos.
Un besoabrazo.
Un amor platónico que se encuentra en un momento decisivo y complejo, en el que se debate entre convertirse en algo distinto, o continuar en un limbo inalcanzable, con todas las posibilidades abiertas. Unas cuantas palabras pueden alterar la balanza hacia uno u otro lado, pero al protagonista le cuesta mucho pronunciarlas.
EliminarSi hay una maestra capaz de extraer la mayor intensidad de lo cotidiano se llama María Belén y tengo la suerte de conocerla y de leer muchas creaciones que brotan de su buena pluma.
Definitivamente, me apunto a esto del besoabrazo y te mando otro
Ángel, qué bonita historia de amor. Qué bien contada... Mil gracias por lo enternecedor de tu relato.
ResponderEliminarDe momento ha sido una historia de amor en una sola dirección. Esperemos que llegue a ser compartida.
EliminarMil gracias a ti por tus amables palabras, Ana.
Un abrazo
Los tímidos tienen un alma sensible y frágil, que ocupa en ellos el lugar del carácter y de la determinación. Lo que en otros es puro impulso que se traduce en acción, a ellos, la introspección les lleva a laberínticos recovecos de sublimación del sentimiento; sobre todo de los sentimientos de amor, que se convierten en la máxima expresión de su ser, pero también, paradójicamente, en la condena más dura, pues su profunda emocionalidad, encerrada en la prisión del pudor, hace imposible lo que otro resumiría en una sonrisa abierta, un cumplido oportuno, un ramo de flores o una invitación para salir juntos con cualquier pretexto.
ResponderEliminarSi hay algo que al frente de los deseos de la mayor parte de la población de nuestro país hoy en día, es encontrar un trabajo en estos tiempos de carestía. Y tu personaje renunciaría, o pospondría gustoso el momento, tan solo por seguir viéndola a ella, disfrutando de ese amor sufrido en el que destila la esencia de su sentir, junto al sufrimiento de su incapacidad para vivir lo que de tan forma tan natural viven los otros. Es el tímido profundo, una especie en sí, un ser aparte.
Tu relato, en primera persona, nos permite ponernos no solo en situación, sino en la piel del protagonista. A menos, que uno sea un ladrillo en cuanto a sensibilidad, es fácil empatizar con él, agarrarse al mostrador, ruborizarse, atraverse a mirarla un momento a los ojos, y acatar, sumiso, los dictados de la personalidad dominante. Se volverá a ir, perdido en sí, clamando contra su propia falta de autoestima. O, tal vez ella, le llame la atención, requiriéndole de nuevo al mostrador, y le proponga que sería una buena ocasión para quedar juntos y celebrarlo. Nunca se sabe. La suerte, cuando está de cara, siempre echa un capote a los sufridos de corazón. Y las chicas, no son ajenas a la verdad de un sentimiento cuando lo tienen delante.
¡Jóder! La que me lías cuando escribes estas historias, Ángel. Alto voltaje humano que encierra un mundo interior en tan solo un relato de cincuenta palabras.
Con la venia, maestro. Va por usted.
Manuel, qué puedo decir yo ahora, después de tanto y tan bueno. Mas arriba he mencionado el sufrimiento y ese freno vital que incapacita, al que llamamos timidez, pero tú lo has expuesto mucho mejor. Hay personas que suplen su falta natural de orientación con un GPS (es mi caso, te lo aseguro), con lentes de contacto, una muleta o una pierna ortopédica; pero ese freno interno, la dificultad suprema para acometer las acciones que se querrían hacer, que a otros les surgen de una forma natural, es algo de lo más incapacitante, difícil de comprender, tanto para los demás como para uno mismo. Se trata de una de las más duras condenas, como muy bien apuntas, pues se encuentra adherida a lo más profundo del ser de por vida. Para superarla se precisa un esfuerzo constante y brutal, para el que no siempre es posible estar preparado
EliminarYa sabes aquello de las tres cosas de la vida; de ellas, la salud es la primera y fundamental, por eso la enfermedad de la timidez hace que nada funcione como debe, ni el dinero derivado del trabajo, ni el amor. Nuestro protagonista debe estar encandilado de veras, cuando supedita todo a esa posible relación. Nuevamente estoy de acuerdo contigo, pienso, como tú, que este buen hombre, henchido de una sensibilidad que merece ser compartida, necesitaría de la mano mágica de una intuición femenina que le facilitase ese empujoncito vital que tanto requiere, que está pidiendo a voces aunque no abra la boca.
No sabes cuánto me alegro de que cincuenta palabras sean susceptibles de provocar tantas interesantes reflexiones. Sólo siento discrepar en un punto, déjame que sea yo quien te llame maestro a ti, Manuel.
Agradezco el tiempo que tan generosamente me has dedicado, así como todos y cada uno de tus atinados pensamientos.
Un abrazo fuerte
La atmósfera es gris y cotidiana, el protagonista solo cuenta con su timidez, pero la historia es intensa y tierna. Ahí está la maravilla de saber contarla y hacer brillar al personaje.
ResponderEliminarEs una historia de amor preciosa, como lo son en la ficción todos los amores platónicos.
Enhorabuena, Ángel. Siempre encuentras el lado más humano en tus personajes.
Fue estupendo volver a coincidir en Madrid y disfrutar de tu compañía. Abrazos y besos.
Tú lo has dicho, Carmen. El protagonista está completamente solo frente a su peor enemigo. Como los demás, tendrá facturas que pagar y mil problemas que resolver, pero en ese momento hay uno, únicamente uno, que querría superar y centra toda su atención.
EliminarCoincidir contigo es un placer. Lástima que no tengamos una máquina que detenga el tiempo y lo estire un poco más, a ver si la inventa alguien.
Recojo encantado esos abrazos y besos, me quedo con ellos y te mando otros tantos de mi propia fábrica.
Creo que para tu protagonista la ocasión la pintan calva. No solo consigue un imposible como que le den trabajo en una oficina de empleo, sino que una vez conseguido, no le va a quedar otra que vencer esa timidez, es ahora o nunca. Suerte para él. ;-) Ángel, cuando te pones tierno no hay quien te supere, como con aquel inolvidable choque de bastones. Un besazo.
ResponderEliminarVamos a intentar entre todos enviar a ese hombre la energía necesaria, el impulso suficiente para que pueda lanzarse. Si, como el recién conseguido trabajo, también le sale bien, no existirá para él en su vida otro día más redondo. Yo creo que se lo merece.
EliminarAlgunas veces también me pongo oscuro y tétrico, otras trascendente, como todos, cualquiera sabe de qué dependerá eso.
Otro besazo
Ayyyyy la timidez. Vencerla, eso sí que es un buen trabajo. Me ha encantado la nostalgia con que lo has envuelto. Saludos. :)
ResponderEliminarPocos trabajos son más arduos y penosos que el que acabas de mencionar. Quién pudiera suprimirla de un plumazo.
EliminarGracias, Juan. Saludos
Ya dicen que el amor es el alimento del alma y para tu protagonista se cumple. Una historia completa en pocas líneas, Ángel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es una frase muy acertada, como la que he mencionado más arriba, de "no sólo de pan vive el hombre". Una historia completa, que lo sería más si supiéramos el desenlace final. Seguro que todos le deseamos lo mejor.
EliminarMuchas gracias, Manoli. Un abrazo
Una maravilla en cincuenta palabras
ResponderEliminarDulce, sencillo, lleno de significado. Con que cuidado llevas al lector a superar esa "timidez" No me extraña que te premien tanto, escribes "sin timidez" y con mucho acierto.
Besicos
Tú me conoces en persona y yo tengo la suerte de conocerte. Puede que hayas notado algún detalle de timidez en el trato directo, tal vez por eso escriba, porque de esa forma tengo la impresión de que esas barreras invisibles se diluyen.
EliminarMuchas gracias, Carmen
Besitos y besicos
¡Qué gran tema el de la timidez! Recuerdo una frase que se la atribuían a Jean Paul Belmondo –aunque, quizá, como tantas otras atribuidas a otros personajes, sea apócrifa-, en la que el actor francés decía que era el feo más guapo del mundo. Pues en lo que me atañe, puedo asegurar que, a veces, sobre todo en mis años más jóvenes, fui el tímido más atrevido del mundo.
ResponderEliminarEl tema podría enlazarse también con el de la cobardía, pues, igualmente, en ocasiones, el que parece el más cobarde acaba siendo capaz de las mayores temeridades, quizá intentando huir de esa misma vergonzosa e incapacitante cobardía que los demás le echan en cara y les sirve para humillarlo.
Y ya, partiendo de ese puerto de la timidez, se puede emprender un periplo hacia esas islas de las manías, las fobias y los miedos, lo que nos convierte a cada uno de nosotros en unos seres extraños, ilógicos, ante los que cualquier razonamiento cartesiano acaba haciendo aguas; por lo que, una y otra vez, si somos honestos, tenemos que confesarnos que sabemos poco o nada no ya del mundo, sino de nosotros mismos. En lo que me atañe, cuantas más vueltas le doy a este asunto más perplejo me quedo.
Y centrándome en tu microcuento que ha sido la base de mis anteriores reflexiones, decir que la timidez en el amor es uno de los mayores sufrimientos de la vida, pues puede darse el caso de que el tímido, o la tímida, sean incapaces de confesar o demostrar su amor a la persona a la que consideran su alma gemela –aunque esto puede ser un espejismo, pero sólo podría descubrirse si se vive ese amor-, y quedar amargados para toda la vida pensando que, poco más o menos, la han malogrado.
Por tanto, no es nada extraño que el personaje no se alegre en absoluto por haber encontrado trabajo –habría que saber también qué clase de trabajo, pero esa es otra historia-, pues, aunque comiese pan y cebolla antes de ir a la oficina de empleo, iría feliz sabiendo que iba a estar contemplándola a ella mientras esperaba que llegara el momento en que lo atendiese.
En fin, Ángel, que siempre das en algún clavo de los que sujetan el andamiaje de la existencia, te felicito por ello y te envío un fuerte abrazo.
Enrique, nos has acostumbrado mal, hasta el punto de que yo mismo no sé qué haría sin tu comentario. Con esas lúcidas palabras, que rezuman conocimiento, llenas vacíos, no te quepa duda. Sobre este tema central de la timidez, con todas sus ramificaciones, basta que digan o pensemos que estamos limitados para que nos revelemos contra ello hasta superar con creces esa carestía. A un amigo mío, comunicarle tras un accidente que nunca más practicaría deporte le supuso convertirse en un atleta de lo más completo. El problema sobreviene cuando no somos capaces de superarnos. Tienes razón, no sabemos casa nada del mundo ni de nosotros mismos. Por mucho que lo disfracemos o miremos para otro lado muchas cosas se nos escapan. Es encomiable mirar al espacio y preguntarse si existirá vida, pero a pocos se les ocurre detenerse y prestar atención al propio interior, esa fuente de conflictos.
EliminarEs tanto lo que tengo que agradecerte, no sólo por tus impagables comentarios, sino también por los buenos ratos que me has hecho pasar leyéndome, que casi me quedo sin saber qué decir. Al menos, me llega para decirte que te mando un abrazo fuerte, al tiempo que te doy las gracias más sinceras.
Ainsssssss qué bien lo cuentas amigo. Precioso y sorprendente Ángel. Me ha encantado. Un abrazo
ResponderEliminarLa historia es sencilla, pero me alegro de que tenga su contenido, como también de que te haya gustado, Carmen.
EliminarMuchas gracias y un abrazo
Ángel, la timidez puede volverse patológica y eso es terrible. Los que no éramos capaces de hacer una pregunta en una clase repleta,por un miedo escénico irracional conocemos los síntomas. Por fortuna, todo se puede superar. Tu hermosa historia tendrá un buen final, seguro...
ResponderEliminarUn abrazo.
María José, me parece que somos de la misma escuela. Lo que para unos es algo natural, para otros supone un esfuerzo enorme, aunque, como bien dices, todo se puede superar. Yo también apuesto por ese buen final, pues aunque es ficción, el protagonista, por lo que he podido constatar, parece que nos ha caído bien a todos.
EliminarMil gracias y un abrazo
Manifestar un sentimiento puede legar a ser un trabajo muy duro. La timidez busca intermediarios para no quedarse sola y el pretexto del paro le servía a tu protagonista para asomarse a una sonrisa, saborear un trocito de conversación o soñar despierto frente al deseo.
ResponderEliminarEl trabajo finalmente apareció, seguro que esas palabras adecuadas también lo harán.
Como todos tus relatos, éste también contiene esa esencia que impregnas a lo que escribes, haciendo aparecer imágenes que transcienden las 50 palabras. Es como si vinieran con una puesta en escena que se va dibujando en la imaginación a medida que leemos la historia.
Una delicia, maestro, como siempre, lo mismo que haberte conocido, fue muy grato poder charlar contigo, un placer que espero repetir
Un fuerte abrazo.
Superar la timidez es un trabajo muy duro, tú lo has dicho. Resulta tan difícil de afrontar que toda excusa es buena, pero no queda otro remedio que plantarle cara; o eso o cargar con la sensación ingrata de haber quedado a medio camino, sin hacer lo correcto.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, Antonio. Seguro que no me ocurre a mí solo, pero puedo asegurarte que nunca estoy convencido del resultado que puede tener lo que escribo, es un aprendizaje sin fin.
Conocerte fue un placer enorme, lástima que el tiempo, tan dictador como la timidez, no dé para más. Habrá otras ocasiones y si no, las inventaremos.
Un abrazo fuerte y recuerdos a Aurora
La vida misma. Una historia tierna y real. Me he quedado con la duda de saber el puesto que va a cubrir tu protagonista: ¿florista?, ¿mozo de su corazón? ¿conductor de sus sueños? ... por eso se reía la chavala al darle la noticia. Estaría bien algo parecido ¿no es cierto Ángel?. Un abrazo. Disfruto con tus relatos.
ResponderEliminarSea cual sea su ocupación, que yo también desconozco, no creas, si al final reúne valor para comunicar sus sentimientos y le son correspondidos, será florista, mozo de su corazón, conductor de sus sueños (qué bonito, por cierto), hacedor de sentidos poemas y todo lo que se le ocurra, que va a ser mucho, pues nada hay más inspirador que el amor.
EliminarMuchas gracias, Cristina. Un abrazo
Ángel, que vaya, que no haga bien el trabajo y que lo despida, Así volverá a verla.
ResponderEliminarEl problema, Salvador, es que debería ser capaz de conservar el trabajo, de reunir valor para comunicar a esa joven sus sentimientos, de invitarla con su primer sueldo. Para nosotros, desde aquí, es fácil decirlo, pero a él le supone un esfuerzo tremendo.
EliminarUn abrazo, Salvador. Muchas gracias por la visita
El necesitaba ese amor tanto o más que el trabajo hallado. No sé si le compensará... Ahora tendrá que trabajar para derribar el muro de la timidez y conseguir conquistarla.
ResponderEliminarPrecioso y delicado, Ángel, tu micro. Mi enhorabuena anticipada. ;)
El trabajo que acaban de asignarle, por complejo que sea, seguro que le parece más sencillo que la ardua tarea de superar su timidez. Este hombre necesita una ayudita, yo creo, además, que se la merece, para derribar ese muro tan alto,
EliminarMuchas gracias, María Jesús. Un abrazo y otro para Dani
Es una obra de arte, amigo Ángel. Lleno de ternura y buena literatura. El amor está por encima de todo. Hasta de un buen trabajo aunque la necesidad del mismo sea necesaria. El amor siempre ganará. Por eso ganas tantas veces en los diferentes concursos de relatos, por el amor que pones a tus escritos, y eso es invencible.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Que no nos falte el amor bien entendido en todo lo que hacemos, amigo, aunque no sea más que ir a comprar el pan. Lo de ganar o no concursos depende de muchas cosas; en mi caso, hay alguna alegría y muchas batacazos, pero no me obsesiono, uno hace lo que cree que debe y lo mejor que sabe, tú eres el que estás que te sales.
EliminarMuchas gracias por tus palabras y ahí te mando un abrazo con todo mi afecto, Pablo
Ahí estaba la historia, y ahí la ha hallado Ángel. Y el caso es que quizá no estuviera a ninguno de los dos lados del mostrador, sino en la mirada sensible, aguda y atenta del escritor. Tu relato me lleva a preguntarme cosas como qué llevó por primera vez a ese hombre a buscar trabajo (seguramente la necesidad más primaria), y cuánto le han podido cambiar sus planteamientos, a raíz del amor, para que ya no quiera ninguna ocupación si no es para vivir con ella. Espero que se atreva a dar ese paso, porque he creído ver algo esperanzador en el semblante de la chica.
ResponderEliminarEspléndido trabajo, amigo, esparciendo una vez más sobre la mesa las prendas de tu pureza interior.
Un fuerte abrazo
Una compañera mía, muy chistosa, antes de salir del trabajo, justifica un repaso rápido de maquillaje diciendo que nunca se sabe cuándo puede aparecer el amor de su vida. Es cierto, nadie lo sabe, nadie conoce casi nada. Por mucho que nos empeñemos en pensar que controlamos nuestra vida, en cualquier momento puede ocurrir cualquier cosa. Este personaje ha experimentado un cambio que seguro que no esperaba en su plano laboral, que tiene su importancia pero no deja de ser circunstancial, pero sobre todo en el personal, con la hondura que ello supone. Ahora sólo queda lo que todos deseamos, que supere esa palabra que constituye el título y después sea correspondido; algo nos dice que ambos se lo merecen.
ResponderEliminarHablando de merecimientos, agradezco profundamente tus amables palabras, aunque no te miento si digo que estoy convencido de que no tendría que ser yo el destinatario, sino que deberían ser aplicadas a tu persona, que tantas veces demuestras una verdadera mirada sensible y tantas buenas cosas más.
Mil gracias otra vez y un abrazo fuerte, Enrique
Al leer tu buenísimo relato Ángel (que por cierto tiene bien merecido estar en la final), he recordado las veces que impartí clases al área de Trabajo Social en el instituto al que trabajo, y ciertamente habían chicas muy adorables que fácilmente podrían enamorar a las personas que ayudaban. Supongo se ajusta esto a la protagonista.
ResponderEliminarUn gran abrazo y mis felicitaciones.
Gracias, Jean, no había visto tu amable comentario, disculpa. La vida y la ficción a veces se confunden y se cruzan, es muy cierto.
EliminarOtro abrazo grande para ti y, si me lo permites, insisto en que tu relato me gustó mucho.
No me extraña que el relato esté seleccionado, Ángel. Es bueno porque es sencillo, sincero y hasta tímido.
ResponderEliminarUn abrazaco y suerte, amigo.
Sobre todo tímido, pero esperemos que lo supere el hombre.
EliminarMuchas gracias, Isidro. Te mando otro abrazaco de esos buenos.