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Los creyentes te llaman divinidad. Los insulsos, miedo. Los científicos, muerte. Los ignorantes, viaje. Los felices, nada. Los infelices, alivio. Los curiosos, duda. Los hiperactivos, mal. Los malos, plata. Y así te llaman, pero nunca vienes.
...Escribía Julián cuando el avión comenzó a entrar en turbulencia, y se apagaron motores.
...Escribía Julián cuando el avión comenzó a entrar en turbulencia, y se apagaron motores.
Me he parado a pensar en este tipo de finales que ocasiona la muerte cuando la vida es interrumpida accidentalmente. Poéticamente el protagonista intuye el trágico final, corroborando dimensiones sensoriales más allá de los sentidos físicos.
ResponderEliminarUn interesante relato se lee como un aviso universal para navegantes vivos. Saludos, Juan.
Tú protagonista se acuerda o piensa que hay algo después de la muerte, o algo que rige muestras vidas, o tan solo se acuerda de ella, de la muerte cuando la presiente tan cerca.
ResponderEliminarBien relato Juan, un abrazo.
El pasajero escribía en su portátil o en una libreta un relato de cincuenta palabras sobre ese asunto inevitable para todo ser vivo, del que el hombre es consciente. Tal vez pensar sobre la muerte y retarla hizo que se presentase de forma inesperada. Tu protagonista ha aprendido, aunque ya no le sirva de nada, que hay que tener cuidado con lo que se dice, pero no menos con lo que se escribe.
ResponderEliminarUn saludo, Juan
Juan, tu protagonista ha aprendido demasiado tarde, que a la muerte no se la puede retar y no sufrir las consecuencias.
ResponderEliminarBuen relato.
Besos
Es que a la muerte no se la llama, viene sola.
ResponderEliminarBueno este cincuenta.
Besos.
Malu.
Raymond Chandler la llamaba el largo adiós…
ResponderEliminarMe parece que Julián la ha llamado tanto que ha acabado viniendo.
Enhorabuena por el micro, Juan
Mirar a la muerte de frente y disponerse a reflexionar por escrito. Doble valentía con trágico final.
ResponderEliminarFelicidades y un abrazo, Juan.
Que bueno ,siente que tiene una cita ...
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