A las tres serán las dos
Aquella noche el médico de urgencias, solemne y convencido, aseguró a mi familia que no había remedio, que ya era demasiado tarde, que lo sentía mucho... Pero una enfermera entusiasta exclamó: "Doctor, esta madrugada hay cambio de hora". Y por aquel regalo del destino, prepararon el quirófano y sigo vivo.
La medida tiene muchos detractores, que aseguran que produce un efecto negativo en el ciclo de sueño, también que se acorta tristemente la luz por las tardes; pero cuando hay que atrasar el reloj en invierno a mí me parece que nos regalan sesenta minutos de vida, además en domingo. Sabemos que es algo artificial, pero algunos lo tomamos como un pequeño regalo, en el caso de tu protagonista fue algo más que eso.
ResponderEliminarSurrealismo cotidiano y original.
Un abrazo, María José
Hasta ahora había oido que el cambio de hora producía sueño o cambios somáticos, pero en esta ocasión ha servido para salvar una vida.
ResponderEliminarMuy ingenioso y original relato María José, un abrazo.
No entiendo del todo el mensaje, a pesar de haberlo leído más de una vez.
ResponderEliminarDemasiado tarde, porque el médico ya había cumplido su horario y no podía ocuparse del enfermo?.
Un saludo María José
¡Vaya casualidad! Ingenioso micro. Saludos, María José
ResponderEliminarUna hora regalada al tiempo y que facilita que el reloj de la vida no se pare. Muy original, María José. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarY lo peor de todo, bueno, en este caso mejor, es que seguro que está basado en hechos reales...
ResponderEliminarBuena historia sobre el cambio de hora y sus cosas positivas.
Un beso Mª José.
Malu.
Nunca es demasiado tarde. En Canarias hay muchas almas salvadas también Jejeje Y es que una hora da para mucho, para dar, quitar... y hasta crear nuevas vidas.
ResponderEliminarUn abrazo. Suerte en las votaciones.
M. José, en cuestiones de salud el tiempo a veces es crucial. Al protagonista disponer de una hora más le salvó la vida.
ResponderEliminarHay que aprovechar muy bien el tiempo, que nunca sabemos que nos espera...
Bien contado.
Besos
Por una vez el paso del tiempo y su medida van a favor de una enfermedad. Ingenioso, muy ingenioso, María José. Me gustó tu micro. Te felicito.
ResponderEliminarYo interpreto un ¡zasca, en toda la boca! a ciertos médicos que atienden según les conviene a ellos y no a sus enfermos. Fijémonos, por ejemplo, en las estadísticas de partos con cesárea frente a los naturales.
ResponderEliminarUn relato que da qué pensar, María José.
Un saludo.
Menos mal que la enfermera recordó el cambio de horario y el médico no pudo negarse a intervenir. Una vida salvada. ¿Cuántas se habrán perdido por falta de tiempo?
ResponderEliminarUn relato original, María José. Besos.
Es que una hora más, o llegar con una hora de antelación, puede salvar una vida.
ResponderEliminarMe ha parecido de los más ocurrente, María José.
Un beso.
Pablo.
Estoy con la lectura surrealista de Ángel, algo que no descarta tampoco un sinfín de lecturas interesantes.
ResponderEliminarUna historia muy ingeniosa y bien contada.
Enhorabuena, María José.
Un abrazo
Un gran relato.
ResponderEliminarLa verdad es que en la vida todo cuenta, y una hora en favor de alguien es mucho, mucho tiempo de vida.
ResponderEliminarUn relato con chispa narrativa muy acertada. Un beso, Mª José.
Da para mucho una hora, me gusta la idea. Muy original.
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