Aprendiendo a vivir
—¡Mamá! —gritó Miguel desde la puerta—. ¡Tengo la colita tan grande, que me da susto!
María miró sorprendida a su hijo de apenas cuatro años. Llena de ternura, se acercó a él:
—Amor mío, mamá nunca ha visto una colita tan grande como la tuya.
Y Miguel se fue feliz.
María miró sorprendida a su hijo de apenas cuatro años. Llena de ternura, se acercó a él:
—Amor mío, mamá nunca ha visto una colita tan grande como la tuya.
Y Miguel se fue feliz.
¡Toma ya! Menudo relato-bofetón. Desgraciadamente, no es una exageración metafórica, sino la realidad de una educación que sigue fomentando las actitudes más machistas.
ResponderEliminarÁnimo, que te van a llover las interpretaciones freudianas.
Me ha encantado, Ana.
Gracias, Patricia!
EliminarUn fuerte abrazo.
Ja, Ja.. El niño promete un futuro.
ResponderEliminarCincuenta palabras, que dicen más de lo que a primera vista parece.
Mucho ingenio en tu propuesta, Ana (Cómo verás me he aprendido tu nombre)
Besito virtual
Gracias, María Jesús. Me alegra que te guste.
EliminarUn fuerte abrazo!
Una de las funciones de los padres, acierten o no, es educar, además de quitar los miedos infundados a quienes empiezan a vivir y están a su cargo. El niño ha pasado del susto a la sonrisa, prueba conseguida; donde ya no me meto es si el aprendizaje sobre medidas ha resultado útil y didáctico.
ResponderEliminarSi no me equivoco, que es posible, nos has regalado tu primer relato (corrígeme si no es así), valiente y con trasfondo.
Un abrazo, Ana
Efectivamente: el primero ha sido, Ángel; lástima el parón de la web, porque me encantaría seguir compartiendo más.
EliminarMil gracias por tu comentario.
Un abrazo
Ana lo primero darte la bienvenida a 50palabras, aunque como comentarista ya te has estrenado. Mala forma de aprender a vivír la de este niño, ya que como crea que el tamaño es lo que importa, cuando crezca querrá tener la razón y salirse con la suya porque él la tiene más grande.
ResponderEliminarBuen estreno Ana, besos.
Gracias, Javier. Para un niño tan pequeño, todo es nuevo e impresionante. Déjemosle irse feliz hoy...
EliminarUn fuerte abrazo!!!
Ja, ja, ja. Algún día el crío entenderá aquello de «No importa el tamaño del barco sino el movimiento de las olas» y a basar su autoestima en otras cosas porque si no, sufrirá mucho.
ResponderEliminarMuy bueno, Ana.
Un abrazo.
Vicente... todo importa... jajaja
EliminarGracias por tu comentario. Un fuerte abrazo
Ana,bienvenida a la familia, aunque ya formabas parte de ella, por tus comentarios y por ganarnos el corazón personalmente durante la quedada.
ResponderEliminarQué encanto tu protagonista, tan pequeño, descubriendo la vida y su sexo, dónde todo le sorprende... aprendiendo a vivir, como indica el título.
La respuesta de la madre responde a querer reforzar su autoestima, aunque en este caso puede formar erróneamente al niño.
Me ha encantado. Enhorabuena, muy buen estreno.
Besos muy apretados.
Gracias, Pilar, eres un amor. Os echo de menos, y espero que la próxima quedada sea pronto!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
¡Muy bueno!
ResponderEliminarSuerte y besicos, Ana
Mil gracias! Me alegra que te guste.
EliminarBesos!!!!
El niño se queda más que satisfecho con la explicación de la madre. Es tan difícil educar... Cuando crezca sabrá que ni es el mejor ni siempre podrá contar con la 9aprobación de los otros. De momento, es feliz descubriéndose a sí mismo.
ResponderEliminarMuy buen micro, Ana. Enhorabuena por tu estreno. Fue un placer conocerte. Besos.
Gracias, Carmen. Encantada de haberte conocido, y haber compartido tiempo contigo.
EliminarUn fuerte abrazo
La relación de los niños con la colita es un clásico de la infancia que tú has sabido traer mezclando ingenuidad y dobles lecturas para los más mayores que siempre andamos con las medidas a cuestas.
ResponderEliminarTe contaré que el hijo de una amiga, así con la edad de tu protagonista, decía que su colita tenía hueso, porque cuando su mamá lo bañaba se le ponía dura.
Bello territorio el de la infancia primera y buen estreno el tuyo, Ana, bienvenida.
¡Qué cosas le enseña la madre al niño! Menos mal que lo que no tenía grande era la nariz.
ResponderEliminarSaludos, Ana
¡Ya llegó tu estreno, Ana! Bienvenida a la familia, aunque ya formabas parte de ella.
ResponderEliminarLa vida, la educación, los niños y los padres en ese día a día, preguntas y conversaciones que nos dejan a los adultos incluso más sorprendidos que a los niños. Todo eso es lo que leo en tu micro.
Interesante y bien planteado este primero de cincuenta, deseando leer más a la vuelta del parón.
Un beso.
Malu.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo bien dice Vicente, algún día tendrá que re-aprender que en esta sociedad equivocadamente "falocentrica", << El tamaño no es lo que "más" importa. >> Jejeje :-D
ResponderEliminarUn saludo Ana. Buen microrrelato.
Planteas en tu tierno relato una situación que a mí me da que pensar. ¿Es mejor una mentira piadosa para salir del paso o tomarse la molestia, en este caso, de aprovechar la ocasión para enseñar a asumir cómo se es. Con lo bueno y lo malo. Sea grande o pequeño?
ResponderEliminarUn estreno estupendo, Ana. Enhorabuena.
Un beso.
Un verdadero homenaje a las madres que siempre tiene las palabras adecuadas para espantar nuestros miedos y complejos.
ResponderEliminarMe encantó, Ana.
Un beso
pABLO
Una madre y su hijo, pequeñito, ante la vida y su gran capacidad para sorprendernos, sobre todo cuando vamos despertando a ella. No siempre sabemos enfrentarla, y mucho menos entenderla. A veces los mayores incluso pueden contribuir a aumentar nuestra confusión, por más que su intención sea la mejor.
ResponderEliminarUn abrazo, Ana. Encantado de poder leerte por aquí y de haberte conocido.
Como soy argentina no entendía lo que era la "colita". Aquí -además del diminutivo de cul*- se llama así al resultado de peinarse con el pelo atado. Creo que en España eso es "coleta".
ResponderEliminarMe vinieron muy bien los comentarios.
Saluditos.
Poco te puedo comentar que no hayan hecho los compañeros. Darte la bienvenida. Un beso.
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