Balas de borrar
El bolígrafo apareció en la cuneta días después de que se lo llevaran. Lo encontraron de pie, erguido entre la maleza, acunado por las amapolas, bien rojas, como a él le gustaban.
Resurgió con la fuerza precisa para escribir su historia, la que otros trataron de borrar de un disparo.
Resurgió con la fuerza precisa para escribir su historia, la que otros trataron de borrar de un disparo.
En ocasiones los muertos logran hablar con más fuerza que la violencia de los que los quieren hacer callar. Por suerte esas balas de borrar no han impedido que su historia sea conocida.
ResponderEliminarRaquel triste relato pero al mismo tiempo le veo belleza y poesía, ese "acunado por las amapolas". Y el título me parece genial.
Raquel un buen relato que me ha gustado, un abrazo.
Lo cierto es que las balas y los gobiernos que las disparan no siempre logran "borrar" pese a que lo intenten.
EliminarUn abrazo
EXTRAORDINARIO.
ResponderEliminarNada más que decir.
Extra agradecida, Patricia
EliminarPodrán matar a los hombres, pero no a sus palabras. Ante las balas que borran, la escritura que perdura. El tiempo no deja de ser una sucesión de balazos lentos, o no tanto, que termina con nosotros. En alguna parte de las razones que impulsan a escribir late un deseo de permanencia, un alma, superviviente a todo tipo de avatares, que se desgrana en ese bolígrafo, convertido en protagonista de este excelente relato.
ResponderEliminarLlevaba tiempo sin leerte y siempre me alegro de hacerlo.
Un abrazo fuerte, Raquel
Pero mira que escribes bonito, Ángel. Yo sin embargo, tengo la suerte de leerte a menudo, lo que siempre es un PLACER, así, en mayúsculas.
EliminarAbrazos de vuelta
El relato me hace pensar en los escritores republicanos asesinados en la Guerra Civil, por las palabras que no se pudieron borrar y constituyen su legado y por esas amapolas tan rojas. Pero es aplicable a cualquier sistema totalitario, temeroso siempre de sus intelectuales y del poder de sus palabras.
ResponderEliminarUn relato magnífico, Raquel. Besos.
Cierto Carmen, has dado con el germen de la historia, aunque yo me inspiré más en los maestros republicanos, pero no quise dar más datos para que pudiera hacerse extensivo a cualquier régimen totalitario. En cualquier caso, escritores, maestros o cualquier otra profesión que haga pensar, siempre son dianas idóneas de aquellos que desean hacer callar.
EliminarRaquel, las balas siempre intentan callar o borrar a sus víctimas, sobre todo si se trata de periodistas o intelectuales. Menos mal, que no siempremlo consiguen.
ResponderEliminarEl micro me ha parecido precioso, el lenguaje muy sutil y poético.
Enhorabuena.
Besos
Exacto Pilar. Por eso debemos encargarnos de recordar y no olvidar aunque las balas hayan tratado de hacerlo.
EliminarGracias.
Me gustaría tener un bolígrafo así, capaz de imaginar historias tan curiosas como la tuya. Saludos, Raquel
ResponderEliminarGracias Plácido. Cada día vamos olvidándonos de los bolígrafos a favor de los teclados, pero en cualquier caso lo que prima es la palabra.
EliminarEs muyyyy bueno!!! Mucho!!
ResponderEliminarSuerte Raquel! :)
No sé si tanto, pero con que te haya gustado es suficiente.
EliminarLa suerte es venir por aquí de vez en cuando.
Salu2
Sí, tanto!.
Eliminar;)
Me encanta ese bolígrafo dispuesto a contarlo todo. Menudas historias, la tuya, Raquel, y la del boli que estoy también deseando leerla.
ResponderEliminarLa historia del boli es dura, pero bonita. Otro día te la cuento.
EliminarEntre ese antagonismo de la bala aniquiladora-borradora y ese bolígrafo rojo que dará fe de su testimonio a la Historia, se crea un lenguaje imantado y poderoso que homenajea a tanto represaliado en virtud de sus ideas.
ResponderEliminarPrecioso y necesario.
Saludos, Raquel.
Esa era mi idea, Manuel. Gracias por tus palabras
EliminarBuen testigo, el bolígrafo que ayudará a escribir la crónica del fusilamiento entre las amapolas.
ResponderEliminarHas escogido un excelente símbolo para describir la tragedia.
Besito virtual, Raquel
Todo el relato está lleno de simbologías, aunque quizá no sean muy evidentes.
EliminarBesos de vuelta
Buen micro tocaya. Me gusta el elemento que has escogido para enlazar la historia: un bolígrafo. Supongo que en él hay pistas,huellas... algo que incrimina al culpable, y que re-escribe la historia de un asesinato. El mismo bolígrafo que has utilizado para contar esta historia de 50 palabras.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un abrazo Raquel
Viendo que el protagonista se lo han llevado por la fuerza para hacerle desaparecer, y que hayas escogido la palabra "cuneta", que en este país desafortunadamente tiene un significado muy particular, veo que has querido homenajear posiblemente a mi poeta preferido "Federico García Lorca", devolviendole la dignidad pérdida con un bolígrafo que se mantiene "erguido " entre las amapolas rojas. A él, y por extensión al resto de víctimas y familiares de la guerra civil y posguerra española.
ResponderEliminarCada vez me gusta más tu relato.
Saludos
Gracias tocaya. No quise homenajear a nadie en particular, sino a tantos y tantos...
EliminarUn abrazo
La tinta siempre resurge ante la verdad con fuerza, aun mezclada con sangre, para que la historia no quede en el olvido. Genial, Raquel. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarLa tinta debe hacernos leer y recordar, para evitar caer en los mismos errores.
EliminarUn abrazo
Un potente relato bajo un magnífico título que pone en pie un bolígrafo con ganas de contar, con ganas de delinear borrones y de acunar el destino de los inocentes.
ResponderEliminarMagnifica la expresión 'borrar de un disparo'. Magnífico relato. Enhorabuena.
Un saludo, Raquel.
Borrar de un disparo es descriptivo y desgraciadamente tan utilizado en las guerras...
EliminarGracias por comentar.
Este relato, desde que lo leí hace unos días, me enamoró.
ResponderEliminarEl título es sublime. Tomar personajes inanimados y darle vida, una genialidad, y el final, antológico.
A mi entender, una lección magistral de cómo debe ser un relato perfecto.
Un beso.
Pablo
Puf. Acabas de sacarme los colores.
EliminarGracias por colmar de felicidad a mi ego el día de hoy.
Besos
¡Qué bonito Raquel! Un bolígrafo que quiere contar lo que su propietario no ha podido.
ResponderEliminarEs muy bueno.
Un beso.
Malu.
Seguramente el terror, el desamparo, la rabia... que deben producir el morir asesinado por la barbarie serían menores de saber la víctima que el mundo acabará conociendo tamaña injusticia.
ResponderEliminarGrande, bello y comprometido relato, Raquel.
Saludos