El escondite
Nunca los veíamos; pero ellos vigilaban nuestro mundo sin descanso. Siempre estaban allí. Esperando a que se escapara una pelota, a que el viento derribara las murallas o a que alguno de nosotros, los más pequeños, mientras la madre contaba hasta cien, corriera a esconderse más allá de los límites.
El mal siempre está al acecho. Un mundo infantil, en apariencia despreocupado, tiene alguien en sus contornos que asedia sin descanso, a la espera del menor descuido para causar desapariciones inexplicables. En un entorno así el entrañable juego del escondite es una actividad de riesgo. Un micro inquietante.
ResponderEliminarUn saludo
Los miedos, a veces reales a veces ficticios, son una espada de Damocles que siempre pende sobre nuestras cabezas. Gracias por comentar, Ángel. Un saludo.
EliminarMientras los niños juegan siempre hay alguien vigilando, ojalá me dejará llevar por el espíritu navideño y pensará que esos que están al acecho buscan el bien, vigilan para que no les pase nada a los niños, como si fuesen unos angeles, pero tu frase dinal "más allá de los límites, me lleva a pensar que los que están al acecho no buscan nada bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo siento Javier, pero como decía Ángel pretendía escribir algo inquietante, me alegraré si lo he conseguido. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarCómo bien dicen es un micro inquietante en el que los que parecen acechar pueden ser desde pederastas hasta traficantes de personas. Sólo espero que también los vigilen "los ángeles, ya sean en forma de padres, abuelos, hermanos mayores o amigos. Buen relato, Jugebox.
ResponderEliminarEl acecho puede venir de muchas partes, puede tratarse también del miedo a lo desconocido o de nuestros miedos, temores que emergen desde lo más profundo de nuestras mentes. Gracias por comentar. Un saludo.
EliminarAy, esos niños temerarios, atraídos por lo prohibido... Soberbia atmósfera, Jukebox.
ResponderEliminarMás.
¿Por qué es siempre lo prohibido lo que tanto nos atrae? Derribar murallas, traspasar límites. Gracias Patricia. Besossss!!!!
EliminarJukebox, nos describes que alguién está siempre acechando que cometamos un error, sobre todo con los niños. Esto me huele a algo muy malo. Terrible sea lo que sea.
ResponderEliminarCrea desasosiego al leerlo.
Buen micro. Caben varias interpretaciones.
Besos
Gracias Pilar, es cierto que ha quedado bastante abierto. Besos.
EliminarBuen cincuenta, Jukebox, que provoca en el lector cierto desasosiego por esa atmósfera tan inquietante oculta tras un inocente e infantil juego que todo apunta a que va a terminar de mala manera al menor descuido.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Gracias José Antonio. Cuándo le puse el título pensaba más en un colectivo que estuviera escondido en algún lugar secreto, que al juego del escondite, que aunque aparece en el juego, es solo una escusa para poner a los protagonistas en situación de riesgo... pero como habéis dicho queda bastante abierto. Un abrazo.
EliminarInquietante. Los anónimos vigilantes de este micro me recuerdan a las criaturas de El Bosque (Aquellos De Quienes No Hablamos).
ResponderEliminarSaludos, Jukebox
Gracias Plácido, no aspiraba a tanto, pero agradezco, aunque manteniendo los pies en el suelo, la comparación. Un saludo.
EliminarCoincido con Plácido, también me recuerda mucho a la película The Village de M. Night Shyamalan.
ResponderEliminarEl tema del miedo a lo desconocido, a una presencia oculta y maléfica, desarrollado con gran maestría.
Muy bueno, Jukebox. Me ha gustado mucho.
Un saludo.
Pues encantado y agradecido otra vez con la comparación, ya digo, no aspiraba a tanto. Muchas gracias Vicente. Saludos.
EliminarPues me deja intranquila este micro, ese "siempre acechando" no me gusta nada, pero el micro sí, ya que no deja indiferente a ningún lector.
ResponderEliminarUn beso.
Malu.
Fíjate que yo ahora cambiaría ese «acechando» por «acechaban»,lo que pasa por leerlo tantas veces. Muy agradecido Malu. Besos.
EliminarMe has puesto los pelos de punta. Como dice el compañero Ángel, el mal acecha en cada esquina esperando el menor descuido. Mira que me gusta tratar con personajes con patologías psiquiátricas, pero desde luego los pedofilos son los más devastadores junto con los sádicos. En fin, solo evocar que existen lobos solitarios, e incluso complejos entramados de trata de menores... es estremecedor. No hace falta más, tus 50 palabras me han dado pavor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo siento Raquel, aunque en realidad es lo que pretendía, así que tengo sentimientos encontrados. Muchas gracias, espero poder seguir estremeciendo. Abrazos.
Eliminar¡Qué micro más inquietante , Jukebox! Te felicito por haber conseguido un ambiente con tanta incertidumbre y miedo con tan solo 50 palabras.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchísimas gracias Alma. Un saludo.
EliminarHe releído el texto una y otra vez buscando si habla de "ángeles buenos" o "fantasmas malos"... y no dice nada. Todo está abierto y sin embargo, un escalofrío me recorre la espalda al leerlo, y me hace temer por mis hijos...
ResponderEliminarMuy bueno, Jukebox...
Nadie es del todo inocente Ana. El mal existe y nos espera siempre a la vuelta de la esquina, ¿de cuál? Sólo en su momento lo sabremos...
EliminarMuchísimas gracias por comentar. Besos.
La atmósfera es más que inquietante, máxime cuando el peligro acecha a los niños. Solo como adultos entendemos que haya que poner límites a los juegos infantiles.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Jugebox. Un abrazo.
El peligro es más inquietante cuando afecta a los más débiles, a los desprotegidos, a los irreflexivos, a todos aquellos que no lo esperan o a los que, por el contrario, conviven con él. Muchas gracias Carmen, encantado. Un fuerte abrazo!!
EliminarInquietante. El relato es magnífico. Tan bien contado que me he convertido en una de esas sombras que observa tras los límites.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Muchas gracias Pablo, creo que yo también voy a elegir ese lado de la raya...
EliminarAbrazosss!!!
Soberbia la atmósfera que genera el relato. La inocencia deja de serlo cuando la amenaza la convierte en miedo.
ResponderEliminarUn relato que marca la diferencia más allá de los límites. Saludos, Jukebox.
Con el paso de los años vamos perdiendo el sentido del misterio, pero, a nada que se pare uno a pensar, sigue ahí, vivito y coleando sin haber revelado ninguno de sus más profundos secretos.
ResponderEliminarEn tu microcuento has creado muy bien esa atmósfera inquietante del misterio. ¿Quiénes son esos vigilantes que se esconden y que, sin embargo, los niños saben de su existencia? ¿Cuáles son sus intenciones?
A partir de ahí ya queda una extenso campo para que por la imaginación empiecen a pasearse extraterrestes, fantasmas, elfos, hadas, ángeles, viajeros del tiempo, dioses, demonios, vampiros...
En fin, todas las mitologías, literaturas y religiones están llenas de esos seres reales o inventados, y, sin caer en la superstición, sí puede pensarse que lo que de verdad sea este universo y, quizás, otros universos que puedan tener contacto con el nuestro es inimaginable. Estamos inermes ante la vastedad de todo y nos defendemos inventándonos historias, la tuya no sé si causa más desasosiego que otra cosa, pero es muy buena.
Saludos.
He leído tu relato varias veces, Jukebox; la primera, llevado y sobrecogido por lo que cuenta, y las otras para saborear su maestría e intentar aprender de paso (te aseguro que no es un cumplido).
ResponderEliminarEnhorabuena y saludos
Me ha fascinado tu relato. Lo he leido varias veces.Es una aatmósfera densa e inquietante. Esos que acechan, sean quién sean, pero lo que más me ha impactado es que es la madre la que cuenta, la que cierra los ojos y puede enviar, concientemente, a uno de los retoños fuera de los límites. Excelente cincuenta. Un saludo.
ResponderEliminarHas logrado una tremenda inquietud y sentir miedo por todos los niños, ese miedo al futuro que les espera. Muy bueno.
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