Esperanza
Cada día, desde hacía algún tiempo, cruzaba los dedos al salir a la calle. "Buenos días, Dios, ¡protégenos!".
Camina triste, sin ánimo, dirige sus pasos al ascensor que la llevará a la planta de oncología del materno infantil para visitar a su amiga, en tanto espera que ocurra el milagro...
Camina triste, sin ánimo, dirige sus pasos al ascensor que la llevará a la planta de oncología del materno infantil para visitar a su amiga, en tanto espera que ocurra el milagro...
MariE ya sabes que la esperanza es lo último que se pierde, y en ocasiones ocurre el milagro. Aunque también te digo que en estos asuntos del cáncer soy la persona menos indicada para hablar de esperanza y milagros, dicen que hay pero yo no los he visto.
ResponderEliminarUn relato creo que escrito con mucho sentimiento y vivencia, y que hace pensar o en mi caso recordar.
Besos.
Esperanza, preciosa palabra, que nunca hay que olvidar. Yo la llevo en mi corazón y con cada latido abro una puerta que nunca voy a cerrar.
ResponderEliminar¡Feliz Navidad!
Hay que aferrarse a la esperanza, a veces, a los enfermos sólo les queda eso, además de la compañía de los suyos, que no han de olvidar que algún día serán ellos los enfermos.
ResponderEliminarUn saludo y felices fiestas
MariE, si la enfermedad es cruel, lo es más cuando la sufre un niño. Estamos en Navidad y siempre hemos de mantener la esperanza viva y desear que ocurra el milagro...
ResponderEliminarPrecioso y triste pero esperanzador relato, escrito desde el dolor y con el alma al aire.
Mis mejores deseos para esta Navidad.
Besos muy apretados, amiga.
Desde luego, esperanza es lo que necesitan. La palabra 'oncología' da miedo.
ResponderEliminarSaludos, MariE