Forzado a ello
Abría la boca una y otra vez. Bueno, se la abrían. Quisiera o no quisiera, se la abrían. Él solía
tenerla cerrada. De hecho, si no lo forzaban, nunca lo hacía por sí mismo. Tragaba objetos, forzado continuamente... Vivía ese drama, día tras día, por ser un buzón de correos.
Ay, qué miedito me ha entrado. En Zaragoza hay un buzón muy famoso que es la cabeza de un león y se le echan las cartas por la boca... Creo que voy a cambiar de buzón, no vaya a cerrar la boca forzado por el hastío.
ResponderEliminarMuy bueno, Salva.
No le queda más remedio al pobre que tragar y tragar. Y encima luego le abren las tripas y lo vacían, que vida la del pobre buzón.
ResponderEliminarBuen relato Salvador, me ha gustado.
Un abrazo.
Creo recordar que el propio Javier Puchades nos regaló un espléndido relato en que un buzón era el protagonista, el tuyo no se queda atrás, Salvador. Siempre me han intrigado estos objetos, testigos de amores, cobranzas, aficiones secretas y amenazas burocráticas. Ahora además los veré como esclavos de nuestras palabras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y... ¡felices fiestas!
Vicente
A los buzones les pasa lo contrario que a los trabajadores: mientras que los buzones cada vez tienen que tragar menos, los trabajadores cada vez tienen que tragar más.
ResponderEliminarLos buzones tienen una gran competencia con el correo electrónico, los SMS, el Whatsapp, etcétera, lo cual se ha traducido en que son muy pocos quienes escriben cartas –las que nos llegan suelen ser de los bancos, el gas, la luz, el agua, los seguros...-, mientras que los trabajadores, desde que se inició eso que llaman crisis económica, como perro flaco que son, les han caído todas las pulgas de las reformas y los recortes y, como dicen muchos de los próceres de la patria, o de las patrias, contentos tienen que estar con tener un trabajo.
En fin, pero no se trata de hablar de política sino de literatura, y ese buzón –no sé si con cabeza de león, como dice Patricia, en Burgos también tenemos un par de ellos- es un símbolo, o así lo veo yo, de todos los que tienen que tragar y tragar durante toda su vida, tragar sapos, como suele decirse, que muchos de ellos se habrán jalado de vez en cuando a algún príncipe que andaba de esa guisa por culpa de alguna malvada bruja.
Así que día tras día y forzados a ello, cuando menos se lo esperan, alguien les mete la mano en la boca y zasca, a tragar lo que sea que le hayan metido y sin rechistar, y si no que no hubiesen nacido buzones.
Un abrazo, Salvador y, aunque sea un tópico, felices fiestas y todo eso, aunque esto de la Navidad, con el tiempo, tiene visos de que va a durar un trimestre.
muy bueno Salvador
ResponderEliminarAl comenzar a leer pensé en las torturas y sentí alivio al final. Sé que no es justo, !pobre buzón!
ResponderEliminarHas logrado hacernos sentir y eso vale mucho. Muy bueno.
¡Pobre buzón! ¡La cantidad de correo basura que tiene que tragar!
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro, Salvador
Salvador, juegas con el lector haciendo que intente descubrir quién es el protagonista. Nos sorpendes al final desvelando que se trata de un buzón de correos.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos
Pocos tienen tantas tragaderas como un buzón. Al pobre no le queda más opción que aguantar lo que le echen, aunque en estas fechas, al menos, tiene el interior lleno de buenos deseos reflejados en tarjetas de felicitación. Yo también aprovecho y te deseo lo mejor estos días y en el nuevo año, y te aseguro que no me veo "forzado a ello", sino que lo hago motivado por el aprecio.
ResponderEliminarUn abrazo, artista.
Estoy con la interpretación que da Enrique del relato; visto así me recuerda una comedia reciente de mucho éxito que os recomiendo Cómo acabar con tu jefe, de Seth Gordon, que además de divertida, vemos en clave de humor las consecuencias de tragar, inmerecidamente, todo tipo de situaciones humillantes para no perder el trabajo.
ResponderEliminarUn micro interesante con doble lectura.Saludos, Salvador.