Incompatibles
Te amé desde la primera vez que te vi. Me cautivaron el brillo de tus ojos, tu esbeltez. Y esa manera tuya de moverte, sin hacer ruido, en la oscuridad.
Siempre sospeché que tenías algo de gata.
Hoy muero mientras escucho crujir entre tus mandíbulas mi pequeño esqueleto de roedor.
Siempre sospeché que tenías algo de gata.
Hoy muero mientras escucho crujir entre tus mandíbulas mi pequeño esqueleto de roedor.
Este ratón se enamoró de quien nunca debió hacerlo, y es que el amor es ciego, pero a esa gata le ha podido más el hambre y su instinto natural.
ResponderEliminarBuen relato María José, un abrazo.
Muchas gracias, Javier. Tienes razón, el amor es ciego y voraz. Un besito.
EliminarEnamorado sin remedio de una belleza felina, logró captar su atención, pero no en la forma en la que hubiera deseado. Al final, la naturaleza y el instinto siempre vencen.
ResponderEliminarUn saludo, María José
Mejor interpretado, imposible. Un besiti, Ángel.
Eliminar¡Vaya sorpresa final! ¿Quién sospecharía que sería mejor amar a una rata que a una gata? Un buen micro. Saludos, María José
ResponderEliminarEn este mundo las ratas están infravaloradas. O no. No sé. Gracias por tu genial reflexión, Plácido. Un besito.
EliminarM. José, hay amores que matan. A veces, a pesar de saber que la persona que elegimos no nos conviene, pero nadie puede elegir de quién se enamora el corazón.
ResponderEliminarBuen relato.
Besos
Con vuestros comentarios le dais a mi relato una dimensión filosófica insospechada. Muchas gracias, Pilar. Un besito.
ResponderEliminar¡Pobre ratocito!, se ha comportado cómo un humanito!. Ciego hasta las fauces demoledoras.
ResponderEliminarEl Universo es así...
Buena metáfora, María José, digna de las buenas letras
Gracias, María Jesús. Y yo añado: y de los buenos lectores.
EliminarUn besito.
Si es que hay amores que sabes que te pueden matar pero no hay manera de quitarlos de la cabeza y del corazón. Aunque sean amores incompatibles.
ResponderEliminarBuen relato, María José. Te felicito.
Un beso.
Muchas gracias, Alma. Un besito!
EliminarUna buena metáfora, María José.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias, Margarita. Un beso.
EliminarHay amores así, que son como el ratón y el gato. Buen relato.
ResponderEliminarUn saludo María José
Muchas gracias, Raquel. Un beso.
EliminarUna atracción vital e imparable que desemboca en el peor de los finales. Quizás entre las fauces del verdugo supo ver el error de su obcecación, pero ya era demasiado tarde. Así es el amor la mayoría de las veces, que elige por su cuenta sin pedir consejo a la razón.
ResponderEliminarUn abrazo, María José.
Muchas gracias por tu análisis, Mª Jesús. Un abrazo.
EliminarCreo que la gata también estaba enamorada del roedor, lo que ocurre es que su instinto animal interpretó el me muero por sus huesos de forma literal.
ResponderEliminarHas encontrado una manera original de llevar el amor a la fábula con agridulce final.
Saludos, Mª José.
Sin duda, la gata estaba hasta las trancas. Pero nobleza obliga. Besos, Manuel.
EliminarAmor ciego y pasional con la fatalidad escrita desde su comienzo. Original sorpresa cuando se descubre la identidad del enamorado.
ResponderEliminarUn micro muy bueno, María José. Besos.
Muchas gracias, Carmen. Hasta muy pronto, espero. Un beso!
EliminarEl amor es lo que tiene, no atiende a razones, ni siquiera a instintos. Muy buen micro, María José, felicidades. Un beso enorme.
ResponderEliminarLa curiosidad mató al gato, y a tu ratón, la certidumbre de la naturaleza.
ResponderEliminarSaludos, María José.