Las aventuras de Katie Carter en la Isla Perdida
Hastiada de sus ambiguos pretendientes, Katie, la heredera de la fortuna Carter, decidió utilizar sus recursos en busca de aventuras.
Al amerizar su hidroavión, se adentró en la profunda selva hasta contemplar a varios hombres de torso desnudo cortando leña… ¡Finalmente había encontrado la isla perdida de los hombres machos!
Al amerizar su hidroavión, se adentró en la profunda selva hasta contemplar a varios hombres de torso desnudo cortando leña… ¡Finalmente había encontrado la isla perdida de los hombres machos!
Me parece que la inversión de la señorita Katie Carter ha merecido la pena, en la selva de esta isla perdida va a disfrutar plenamente de grandes aventuras...
ResponderEliminarBuen relato Jean, un abrazo.
Jajaja, pues si, visto así serán aventuras más picaras las que vendrán.
EliminarSaludos Javier y gracias por tu dedicatoria.
Un abrazo!
El problema de las personas con recursos y posibles es que nunca sabrán a ciencia cierta si son pretendidas por sí mismas o por su fortuna. Este borrón y cuenta nueva de tu protagonista puede que le ponga en el camino correcto, fuera de su entorno habitual donde es demasiado conocida. Ahora empieza la verdadera aventura, sin condicionantes previos. (Ya me dirás si me acerco con esta interpretación al personaje o he fracasado con estrépito).
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Jean
Pues da igual si te acercas o caes estrepitosamente, ya estas en un nivel en que aunque tus comentarios sean una gran burrada (que no es el caso), son un aporte que se recibe con mucho gusto.
EliminarMuchas gracias por comentar y por tu dedicatoria que en el libro. Un gran abrazo y felices fiestas.
Ay, Katie, Katie... ¿Nos has visto tú Brokeback Mountain? Las apariencias, a veces, no son lo que parecen. Mejor un pretendiente sensible que un leñador por desbrozar.
ResponderEliminarMe he reído mucho, Jean.
Abracicos.
Jajaja, pues no creo que la haya visto. Como bien dices las apariencias engañan y los extremos se tocan. Es una de las lecturas que quise darle al relato.
EliminarSaludos mi siempre querida Paty, un abrazo, felices fiestas y muy agradecido con tu bella dedicatoria.
Que no lo lea Paris Hilton, Jean, porque seguro se le antojará. Dicen que el dinero no compra la felicidad... pero calma los nervios.
ResponderEliminarLleno de ingenio y muy divertido, la aventura de leerte no tiene precio.
Un abrazo navideño adelantado.
Hola Vicente, no creo que Paris sea del tipo de millonario aventurero y dispuesto a buscar misterios. Los millonarios de antes (Bruce Wayne, Doc Savage, etc.) ya no son como los de ahora, que solo buscan ganar más dinero o gastarlo en lujos.
EliminarUn abrazo navideño atrasado y uno de año nuevo adelantado.
Jean, espero que las apariencias no engañen a Katie y no se deje deslumbrar. Estoy con Patricia, la sensibilidad no está reñida con la hombría. Eso si, espero que se divierta todo lo que pueda...
ResponderEliminarBuen micro con humor.
Besos con espíritu navideño.
¿No estará viajando Katie Carter en sueños? En caso contrario, la que va a acabar perdida será ella.
ResponderEliminarSaludos, Jean
Pero, ¿no era ya una certeza que lo que importa es el interior? Antítesis de la isla de las Amazonas, mujeres que se seccionaban un pecho para facilitar el manejo del arco. Y mi duda es: ¿qué se cortarán estos machos para ser más efectivos con el hacha?, jajaja. Muy original y divertido, Jean. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminar¿Así que hay que ir hasta allí para encontrar un auténtico macho? Ja, ja, ja... es broma, pero es que me lo has puesto a "huevo" Jean.
ResponderEliminarOriginal, divertido y excéntrico, no le des idea a estas niñas ricas que son capaces de ir a la selva y la destrozan...
Besos.
Malu.
¿Hombres machos? Muy sugerente tu relato, ha valido la pena el viaje y la búsqueda entonces... ¿Y por dónde decías que quedaba esa isla??
ResponderEliminarUn abrazo Jean,
jajaja... muy bueno, Jean. Voy a tener que dar una vueltecita por esa isla a ver qué me encuentro. Ahora solo nos faltan unas coordenadas de GPS o algo para llegar a la isla.
ResponderEliminarUn beso.
No sé yo quién está más perdida, si la isla o la tal Katie. Una mujer de gustos bien delimitados, nada preparada para la 'complejidad' de la ociosa vida de alto estanding.
ResponderEliminarMe ha gustado, Jean. Tiene su puntito de mala leche con cierto regusto a película de los 80.
Un abrazo.
Estas niñas ricas, tan ociosas ellas, son unas caprichosas. Mira que ir a la selva en busca de compañía masculina... Si Katie Carter tiene éxito, pronto llegarán las cámaras de televisión y pondrán la selva perdida.
ResponderEliminarUn micro muy divertido, Jean. Un abrazo.
Este es del tipo de relatos que condensa una posible novela, en este caso de aventuras... y algo más, en cincuenta palabras. Algo milagroso y al alcance de gente con tanto ingenio como tú, Jean.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo
Jean, creo que de tu microcuento saldría una divertida comedia hollywoodiense, por ahí Vicente ha mentado a Paris Hilton, pienso que sería una buena candidata para encarnar a tu protagonista, aunque como actriz debe de ser bastante mediocre.
ResponderEliminarPero igual se lleva una desagradable sorpresa con esos machos que cortan leña -supongo que con los mismos bríos que los aizkolaris vascos-, dada la cantidad de cosas extrañas, y mayormente salvajes en el peor sentido de la palabra, que suelen pasársenos por la mollera, vaya usted a saber cuáles son las costumbres y ritos de esos fornidos hombretones que viven en una isla perdida.
Así que igual la buena de Katie Carter se mete en la boca del lobo, y en vez de vivir una aventura erótica festiva con esos tarzanes, le puede ocurrir que le hagan mil perrerías como quien masca chicle, que, de sobrevivir, no olvidará en su vida.
Me vienen a la mente también algunas películas al respecto y no quiero mentar ninguna por no entrar en el terreno de lo gore.
Así que quedémonos en la comedia, quizá Katie regrese al mundo civilizado acompañada por uno de esos robustos machos y pueda pasearlo y lucirse entre la jet set.
Enhorabuena por el microcuento y un abrazo.
Katie Carter añora el estado primigenio, el estado salvaje donde las hormonas provienen directamente del instinto y no de los protoalimentos envasados con sus complementos vitamínicos. Está claro que pide a gritos un píllame aquí, hazme el favor, que no me escape.
ResponderEliminarEl personaje es genial. Increíble que unas pocas palabras te hayan dado para perfilar un personaje que, como dice Enrique, da juego, no ya para una saga, de las que eres experto, sino para un guion de comedia.
Festivo y total. Un abrazo, Jean.
Esta chica parece que ha encontrado lo que buscaba. Seguramente cuando lleve un tiempo en la isla empiece a echar de menos otras cosas, aunque no creo que tenga ningún problema en ir y venir cuando le parezca, o le apetezca.
ResponderEliminarMuy bueno, Jean.
Un abrazo
ja, ja, ja.
ResponderEliminarMuy bueno.
Creo que me apunto a que la historia puede dar para mucho, !menudo hallazgo el de Katie!
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