Las interrogaciones perdidas
Entretenido en copiar y reemplazar, no dejaba descansar la mente. No me gustaba mucho la historia siempre recordada que trataba de restituir, después de haber pagado una costosa factura que me fracturó.
Aunque me sumergí en el teclado inalámbrico, no encontré las malditas teclas de las interrogaciones para poderme preguntar.
Aunque me sumergí en el teclado inalámbrico, no encontré las malditas teclas de las interrogaciones para poderme preguntar.
Tu protagonista está metido o metida en un hervidero mental que creo yo que necesita una pausa y centrarse, necesita como muy bien titulas encontrarse a si mismo y preguntarse.
ResponderEliminarBuen relato Lyon, un abrazo.
Me parece que el protagonista, en vez de intentar arreglar la historia, debería empezar otra desde el inicio. Es lo que yo hago cuando me sucede lo mismo. Saludos, Lyon
ResponderEliminarTenemos necesidad de pararnos a reflexionar y preguntarnos por los hechos y los actos. Aprender o, al menos, comprender para entendernos. Pero andamos metidos siempre en un continuo que nos impide encontrar ese tiempo fértil del que se engendra el ser. Huimos de nosotros mismos en los teclados infinitos de una red que nos multiplica, pero que no nos ayuda a encontrarnos casi nunca; seguramente, porque los teclados no disponen del precioso tiempo de la reflexión.
ResponderEliminarNo sé si me fui por las ramas Lyon, pero es lo sugirió el relato. Saludos.
Pues creo que debe comenzar de nuevo, está el protagonista muy liado.
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