Lavar y cortar
Hay que reconocerlo: el hombre le echó valor. Harto de llevar el pelo largo se afeitó la cabeza. Luego se acostó un rato; ya se sabe que toda liberación es agotadora. Lo que no es menos cierto es que después de la siesta Sansón ya no se sentía tan valiente.
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ResponderEliminarJosé Ramón este Sansón no ha necesitado a ninguna Dalila para cortarse el pelo, aunque aquí en lugar de perder fuerza ha perdido valentía.
EliminarBuen relato José Ramón, un abrazo.
Bueno, ahora sólo le queda esperar a que crezca. Y que no haya filisteos por los alrededores.
ResponderEliminarSaludos, José Ramón