Puesta de sol
Vuelve a levantar el teléfono para comprobar si funciona. Primero, un pitido continuo y, al cabo de un rato, la intermitencia rápida. Así pasa la tarde, como había pasado todas desde aquel día.
Tenía once años cuando, al despedirse, ella prometió llamarle para ir a contemplar otra puesta de sol.
Tenía once años cuando, al despedirse, ella prometió llamarle para ir a contemplar otra puesta de sol.
Permíteme que me presente, Elías. Soy una loca que se pasea por aquí, con un sombrero de plumas y una gallina ponedora que vive encima de su cabeza. Enriqueta, ahueca las plumas, que tenemos que hacer una reverencia de las nuestras a este chico nuevo que nos ha regalado un relato bellísimo, de los que se tiñen del color de la ternura, a la puesta de sol.
ResponderEliminarMe ha conmovido, de verdad.
Hola Patricia: Mil gracias por tus amables palabras. Me ha encantado conocerte...y a Enriqueta. Menuda presentación. Me he reido mucho.
EliminarElias lo primero darte la bienvenida a 50plabras, aunque mi amiga Patricia ya te ha dado un recibimiento como corresponde.
ResponderEliminarNos peesentas un relato lleno de ternura con un regusto amargo al final. Esa espera del protagonista conmueve, falta saber a quien espera a una madre, a un amor de infancia.
Buen relato Elias, me ha gustado, enhorabuena.
Un abrazo.
Hola Javier:
EliminarMuchas gracias. Aprecio mucho tus palabras, tu tiempo y tu positiva valoración.
Gracias de nuevo.
Un abrazo.
Un bello relato sobre la espera, sobre la ingenuidad de la que se alimenta el autoengaño, sobre el lado dañino de la esperanza, ese que corta y deja heridas.
ResponderEliminarGran estreno, Elías. Enhorabuena.
Un saludo
Qué bien que te haya gustado, Antonio. Y qué magnífico análisis compartes.
EliminarMuchas gracias por tu amabilidad.
Y un saludo cordial.
Sé lo amargo y angustioso que puede ser esperar a que el teléfono suene, aunque el protagonista de tu micro no va a recibir una llamada ofreciéndole trabajo, sino –supongo– la de su abuela.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Saludos, Elías
Hola Plácido: sí...me parece que el protagonista no es ajeno a lo que supone esperar cualquier llamada con algún regalo esencial para vivir -la del trabajo, la del amor...-.
EliminarGracias por comentarlo y por compartir tu reflexión.
Un saludo
Al principio había imaginado varios escenarios posibles, pero al ver que la obsesión del protagonista comenzó cuando tenía 11 años, he entendido que podría tratarse de un niño que perdió a alguien allegado, cuya ausencia desde entonces no ha sabido asimilar, aferrado a una esperanza vana.
ResponderEliminarBienvenido, Elías, un saludo y felices fiestas.
Muchas gracias por tus palabras, Ángel.
EliminarUn abrazo. Feliz Navidad.
Bienvenido, Elias
ResponderEliminarUn relato muy tierno, de esos que te dejan el corazón temblando.
Muchas gracias, Maite. Ahora mismo me anima recordar que hay corazones que tiemblan.
EliminarUn abrazo
Bienvenido Elías. Un relato tejido con delicadeza y pericia, que viste de gala tus palabras para tu presentación en cincuenta. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Manuel, eres realmente amable. Tus palabras están llenas de calidez.
ResponderEliminarUn saludo muy cordial.
Bienvenido, Elías. Has entrado en 50 pegando fuerte, con un micro hermosísimo sobre la nostalgia de quien parece que ya no volverá.
ResponderEliminarEspero que hayas venido para quedarte y regalarnos con tus letras.
Un abrazo y suerte en la votación.
Muchas gracias, Asun. Eres realmente amable. Me habéis dado una bienvenida inolvidable. Para mí esa es suerte suficiente.
EliminarUn abrazo