Retorno a la conciencia
Al despertar, en el espejo de su habitación vio que él todavía estaba allí. Vivito, coleando. Salió de casa y, al doblar la esquina en dirección a la parada del bus, una lagartija completaba su aseo matinal antes de ponerse a tomar el sol. No era un diminuto dinosaurio, pero...
Carmelo lo primero darte la bienvenida a 50palabras.
ResponderEliminarTu personaje retorna a la conciencia, pero tengo una duda, no sé si le gustaría ser como una lagartija o realmente ya lleva una vida de ese estilo. Aunque si te digo la verdad me gustaría saber que hay después de ese pero..., tal vez en otro 50.
Siento si no he acabado de entender tu relato.
Un abrazo.
Tiene ese no sé qué de ópera aperta que gusta. A mí me sugiere mastodónticas interpretaciones 😉
ResponderEliminarGracias por compartirlo, Carmelo.
Salut.
Ese estupendo guiño a augusto Monterrosso, continúa su recorrido por la calle y ya en el encuentro con la lagartija, se me antoja que entra en escena un aire kafkiano para poner los puntos suspensivos del final.
ResponderEliminarUna toma de conciencia reptiliana que tiene que ver con los orígenes y que se sugiere mucho más que lo que muestra.
Bienvenido, Carmelo. Saludos.
Aun a riesgo de estrellarme, me voy a lanzar a interpretar. El protagonista se ve a sí mismo como un dinosaurio al mirarse en el espejo, un ser incapaz de evolucionar, para quien todos los días parecen iguales, una realidad llena de monotonía e inercia que no desaparece cuando abre los ojos cada mañana. La lagartija que encuentra en la calle le confirma que no sólo es él quien permanece anquilosado, también su entorno. Su "retorno a la conciencia" consiste en que, al despertar, se da cuenta de que nada cambiará nunca.
ResponderEliminarUn saludo y bienvenido
¿Coleando por la mañana temprano?
ResponderEliminarLa verdad es que el micro da para muchas interpretaciones.
Saludos, Carmelo
Es un retorno a lo más primario, a lo reptiliano, con ecos de Augusto Monterroso.
ResponderEliminarBienvenido, Carmelo. Un abrazo.