Ver mundo
La vida tenía que ser algo más. Siempre en aquella estúpida cocina, cansada de dar vueltas sin sentido... Así que salí andando, literalmente. Aproveché el centrifugado. ¡Quería ver mundo! Estaba temblando de emoción... De repente, off. El enchufe se desconectó de la corriente: los trapos sucios se lavan en casa.
Esta lavadora que cobra vida y que quiere escapar, pero tal vez le hubiese hecho falta una alargadera para el enchufe.
ResponderEliminarBuen relato Raquel, hasta leer la palabra enchufe pensé que la protagonista era una mujer la que quería escapar y ver mundo.
Un abrazo.
Muchas gracias Javier. Si entendiste eso, entendiste bien. En realidad este micro es un homenaje a la liberación de la mujer, ya sabes: "la mujer en casa con la pata quebrada... ".
EliminarUn abrazo,
Muy sutil y con varias lecturas en mi opinión. Muy bueno
ResponderEliminarMuchas, muchas gracias Luisa.
EliminarUn abrazo
Pobre lavadora, encadenada a la cocina. Es como Sísifo.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro, Raquel
Bueno como ya he comentado es una oda al feminismo, supongo que tiene paralelismo con Sisifo. Afortunadamente las mujeres a lo largo del siglo anterior en la cultura occidental, ha conseguido emanciparse de su subordinación como ama de casa y esposa y ha podido acceder al trabajo y a su independencia económica. Y ahora la que quiere ser ama de casa es por elección y no por estar subyugada a su rol de mujer y devota esposa. A diferencia del pobre Sisifo.
EliminarBueno el tema es mucho más complejo... pero las mujeres hemos avanzado bastante, al menos hemos conseguido salir de la cocina. Parece mentira pero hasta hace unos años la mujer necesitaba la aprobación de su marido para viajar, o abrirse una cuenta en el banco.
Un saludo
Pues sí, la vida es algo más, pero se ve que no para todo el mundo, algunos/as parecen abocados a existir en un universo reducido, condenados a lidiar con interminables trapos sucios. Resulta curiosa esta lavadora con ganas de ver mundo, algo extrapolable, seguro, a no pocas personas, que quieren y no pueden.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel
Gracias por tu comentario Ángel.
EliminarUn abrazo
Lavadora cobrando vida, jajaja... al menos desea conocer el mundo y no conquistarlo (como esa horrible película de Stephen King llamada "La Rebelión de las Máquinas").
ResponderEliminarDivertido relato Raquel, un abrazo y un beso aspirado.
Muchas gracias Jean.
EliminarUn abrazo,
¡Hola!, hablando de Stephen King y máquinas «vivarachas», si alguno no ha leído su cuento «La trituradora», les dejo el link:
Eliminarhttp://www.letrasperdidas.galeon.com/consagrados/c_king29.htm
Y la lavadora se convirtió en humana, incluidos los trapos sucios.
ResponderEliminarBuena idea, Raquel
Besito virtual
Gracias María Jesús.
EliminarBesos virtuales para ti también.
Creemos vivir en una sociedad libre y nos olvidamos de la esclavitud del hogar, ésa a la que muchas personas (casi todas mujeres) son sometidas. Me ha gustado mucho la manera en que has utilizado a un electrodoméstico para retratar este fenómeno.
ResponderEliminarMención aparte y seguramente en otro tono, me ha recordado al genial corto animado «Runaway»:
https://www.youtube.com/watch?v=SXi7WQjcTNM
Felicidades, Raquel.
Un abrazo.
Gracias Vicente. He visto tu corto animado, y alguno más de paso. Me alegra que te haya gustado la elección de un electrodoméstico, parece que le quita dramatismo, y la metáfora de una lavadora que no para de dar vueltas, sin llegar a moverse del sitio me parecía que tenía su miga. Al igual que lo de "lavar los trapos sucios en casa", y es que uno nunca sabe lo que se esconde tras las puertas de un hogar ajeno. Esta inspirado en los principios de las denuncias de maltrato de género, en el que familiares, amigos y la propia policía creían que no debían meterse en el ecosistema de un matrimonio ajeno.
EliminarUn abrazo Vicente.
Raquel, espero que esa mujer-lavadora se atreva a salir de la cocina, a pesar de que se corte la corriente que la alimenta a la vez que la esclaviza.
ResponderEliminarBuen relato, dedicado a las mujeres.
Besos
Al final se atreve Pilar... y lo consigue. Solo que ser pionera es tarea casi casi kamikace.
EliminarSaludos guapa.
Originalísima metáfora del anhelo por un cambio en la vida y ese trabajo tan poco recompensado. Muy bueno, Raquel. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarGracias Salvador
EliminarOtro abrazo para ti.
Esta lavadora que desea ver mundo y salir del estrecho reducto doméstico es una buena metáfora de la trayectoria de la mujer desde el pasado siglo. Aún le queda mucho camino por recorrer. ¡Lástima de enchufe!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Raquel. Besos.
Gracias Carmen. Si, una lástima, habrá que conseguir entre todas una alargadera.
EliminarBesos,
La liberación es un viaje largo que comienza quien da el primer paso, pero que se culmina - si se culmina alguna vez - cuando una población determinada - las mujeres en este caso - toman conciencia de sí, se rebelan contra el estatus social y cultural que lastra su libertad y acceden a una nueva consideración en la estructura del sistema, una nueva dimensión también en su propia concepción del rol y la función que les corresponden como seres humanos.
ResponderEliminarEl final de tu relato, creo entender que hace referencia a ese escalón aún no conseguido. Incluso dentro de las sociedades "avanzadas" donde hemos dado algunos pasos al frente para dignificar el rol femenino, salta el enchufe y la liberación queda en un centrifugado interruptus.
Estupendo, Raquel, un abrazo.
No lo podría haber explicado mejor, es un centrifugado interruptus en toda regla. Jajaja
EliminarUn saludo Bocanegra (me encanta tu apellido).
Claro que sí, todos tenemos derecho a salir de las cuatro paredes en las que nos tienen encerrados.
ResponderEliminarGenial, Raquel.
Un beso.
Malu.
Gracias Malu. :)
ResponderEliminarBesos.
Bien contado el paralelismo entre la monotonía de quien ha elegido vivir el tedio de una vida tradicional y la limitación de espacio y funciones de una simple lavadora.
ResponderEliminarEnhorabuena, Raquel.
Un saludo.
Gracias Antonio por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Me encanta que no pongas trabas a tu desbordante imaginación. Salimos ganando con un relato tan ingenioso y con un mensaje de liberación para esas mujeres que no conocen mundo, tan solo por eso, por haber nacido mujeres.
ResponderEliminarUn beso.
Pablo
Que piropos me dices Pablo "desbordante imaginación". Me sonrojo y me pongo muy contenta.
EliminarBesos,
Un relato tan redondo como la escotilla de ese aparato.
ResponderEliminarMe ha encantado, Raquel. Enhorabuena.
Un abrazo.
Cómo me alegro de que te haya gustado Enrique Mochón.
EliminarUn abrazo,
Desde luego, la vida de una lavadora tiene que ser muy monótona, pero, por parafrasear un poco el famoso título de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, que le sirvió a Ridley Scott para hacer esa película de culto –y hasta de ignorante diría yo- que es Blade Runner, podría preguntarse uno: ¿Sueñan las lavadoras con taquillones de caoba?
ResponderEliminarPero, desgraciadamente, el plan no resulta, los sueños de la lavadora de ver mundo se ven truncados por algo tan trivial como un enchufe que se desconecta -¿no habría por ahí una mano negra?-, y esa frase hecha, de los trapos sucios se lavan en casa, cierra el microcuento como una maldición bíblica.
Las lecturas, desde luego, son varias, y desde el desenfado inicial hasta el mensaje subliminal y sublime que esconde, es decir, la falta de reconocimiento –aun hoy en día- de esa labor abnegada del hogar reservada mayormente a las mujeres –proponga usted que se les pague un sueldo a todas esas personas y verá lo que le dicen quienes manejan el cotarro, cuando sin su labor sacrificada y cansina las sociedades se vendrían abajo- hay mucho espacio para la reflexión, algo a lo que no somos muy dados, sobre todo cuando va en contra de nuestros privilegios, la mayoría de los cuales no tienen justificación alguna, pero ahí ya entraríamos en una larguísima disquisición .
Mis felicitaciones Raquel por tan buen y necesario microcuento. Un abrazo.
Normal que quiera escapar de la cocina. A todas las mujeres nos han relegado a ese lugar, y como a la lavadora, si a alguna se le ocurre volar, !zas, las dejan mudas y sin ganas de volar! Parece mentira que todavía, como siempre se nos dijo, tengamos que lavar la ropa sucia en casa. Me ha encantado por esa llamada a cada una de nosotras. Si nos desenchufan, ahora hay energía solar.
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