Competencia
Esta vida es una mierda. Ahora que Ernesto me empezaba a hacer caso, tras años intentando atraer su atención en vano, viene ella y se lo lleva. No es justo, con ella no puedo competir. Sólo me queda pedir que aparezca con su guadaña y me lleve a mí también.
Carme, la muerte es un rival imposible de vencer. Y tu protagonista en su desesperación por haber perdido al hombre de su vida quiere morir también.
ResponderEliminarBuen relato, Carme.
Besos.
Ya es bien cierto, imbatible. Y desesperación también.
EliminarGracias Javier por comentar.
Un petó.
Carme.
«Todo se arregla menos la muerte», dice el refrán.Y -que yo sepa- nadie ha podido escapar de ella, al menos hasta hoy. Mala competencia se ha buscado tu protagonista, esa batalla la tendrá siempre perdida. Me ha gustado mucho, felicidades.
ResponderEliminarPoco le podremos arreglar a la muerte, salvo recomponer en la medida de lo posible a los vivos que quedan.
EliminarGracias Fernando, celebro que te guste.
Un abrazo.
Carme.
Eso es competencia desleal, los rivales no están en igualdad de condiciones.
ResponderEliminarMe gustan mucho este tipo de relatos en los que no se pronuncia la palabra clave, en este caso, la muerte.
Felicidades Carme, un beso grande.
Malu.
Desleal del todo Malu, no tiene nada que hacer.
EliminarCierto que no pronuncio la palabra, pero es facilita, facilita, eh! (creo que "guadaña" es una gran pista ;-)
Otro beso de vuelta.
Carme.
A los caballeros les cuesta decir que no a una dama, pero hay una en concreto ante la que todos sucumben, no sabemos si tendrá algún encanto que no comprendemos, porque nadie vuelve para contarlo. Todo el mundo tiene su momento para encontrarse con ella, pero sea cual sea, siempre nos parece inoportuno, nunca nos viene bien, ni a nosotros ni a los demás, una competencia ante la que nada puede hacerse, que nos deja vacíos y perplejos.
ResponderEliminarBuen relato, Carme. Un abrazo
Pues no creemos que haya encanto alguno, ¿verdad? Pero es cierto que nadie puede resistirse a ella.
EliminarEsperemos que no se nos acerque en muuuuucho tiempo.
Un beso Ángel.
Carme.
Carme, salpimentas con irónica irreverencia una sufrida pasión y la conviertes, con todo tu arte, en una queja grotesca a modo de farsa romántica. Tanto la situación como el desarrollo ágil con que nos lleva la voz de su protagonista desde la frase inicial (toda una declaración de intenciones) hasta ese remate final incontestable, me parece absolutamente inspirado.
ResponderEliminarHumor mayúsculo con esencia sentimental. Un beso, Carmen, genial.
Caramba Manuel, qué bonito comentario! Me acabo de hinchar como un flotador veraniego. Encantada con tu valoración.
Eliminar¡Muchas gracias! y beso de vuelta.
Carme.
No se puede competir con ella.
ResponderEliminarDedidamente no. Rotundamente no. Irremediablemente no.
EliminarVaya, que no.
Gracias por comentar ¡¡Saludos!!
Seductora y mortal rival.
ResponderEliminarNo hay nada que hacer cuando ella se empeña en llevarse a quien desea.
Buen 50, sin nombrar dices tanto…
Un beso carme.
Seductora... de quien no quiere dejarse seducir.
EliminarNo nombro pero, como decía a Malu, está ahí su herramienta habitual, jeje.
Besitos guapa.
Carme.
Esta claro que con esa no hay competencia posible. No sé si desear que se cumplan los anhelos del o la protagonista y se lo lleve a él tambien. A ver si al otro lado tiene más oportunidades. Suerte, M. carme. Un saludo.
ResponderEliminarPues no había pensado que al otro lado tuviera oportunidades, pero.. por qué no? De hecho me parece una propuesta la mar de interesante.
EliminarGracias Jesús, un abrazo.
Carme.
Pues chica, la verdad, si te costó años que empezara a hacerte caso, es que no era pa ti. Así que mejor ponte tu mejor vestido y sal a la calle a esperar la primavera.
ResponderEliminarMuy bueno, M.Carme.
¡¡¡Ese es un buen consejo Patricia!!!
EliminarEso mismo, un poco de penita vale, pero irse también... quizá algo quede por aquí que le pueda ir bien, no?
Energía positiva para la protagonista, directa desde Zaragoza.
Un beso bien ganado.
Carme.
A Ernesto se lo ha arrebatado otra con más pericia en el arte de la seducción. Nadie se le puede negar. Pero yo le diría a tu protagonista que no tenga prisa por encararse con su rival.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esa mezcla de humor, amor y muerte, Carme. Besos.
Ese consejo, en la línea del anterior, me parece acertado: no tener prisa.
EliminarAhí están los ingredientes dando vueltas en la olla de las 50. Celebro que te guste.
Un beso, tocaya.
Carme.
Carme, buen micro, donde nos has escondido hasta el final quién es la rival de la protagonista.
ResponderEliminarCuando la competencia es imposible, mejor cambiar de dirección y vivir la vida.
Enhorabuena.
Besos apretados.
Otro mensaje positivo, bien!
EliminarY ya lo dice la canción: "Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible".
Si he escondido hasta el final sin sospechas, efecto conseguido :-)
Besitos.
Carme.
No sabemos a ciencia cierta si existe un Dios, ni si hay otra vida más allá de la terrenal. La única certeza es que la vida sigue. Quizás por ello, los Hombres -en genérico- estamos dotados de Esperanza, que nos permite soñar con una luz detrás de la oscuridad; y también disponemos de la capacidad de sufrimiento para sobrellevar el dolor durante esos tiempos oscuros.
ResponderEliminarMás allá de esta reflexión matutina, buen relato, Carme.
Suerte y un beso.
Esperemos que la protagonista vea esa luz y esté dispuesta a seguir adelante con su vida cambiando su discurso inicial.
EliminarDespués de la lluvia siempre sale el sol
(o si vuelve la lluvia, esperando un poco más...)
Petons.
Carme.
Amores eternos, así definiría tu historia. Claro que con esa Dama que todo lo puede, no hay quien se resista.
ResponderEliminarMucha suerte y un besito virtual
Ciertamente un amor eterno quería la protagonista, pero no va a poder ser...
EliminarGracias M.Jesús, por comentar. Un beso.
Carme.
Competencia desleal a la par que implacable. Implacable porque ya sabemos lo rigurosa que es en su forma de actuar. Desleal porque vendrá cuando a ella le parezca, aunque se lo pida tu desconsolada protagonista. Eso sí, puede ayudarla en algo...
ResponderEliminarComienzas el cincuenta de manera contundente y nos cuentas perfectamente el motivo de tal contundencia cuando nos presentas a la rival de la guadaña, a quien nadie gana.
¡Enhorabuena, Carme! Nos seguimos leyendo.
Besos.
Shhtt... Igual la protagonista no ha pensado en ayudar a la de la guadaña, no le demos ideas.
EliminarMe gusta que te guste esa contundencia.
Un beso José Antonio.
Carme.
Carme, tu gran micro me provoca la siguiente reflexión: ¿no perdemos demasiado tiempo, dando rodeos absurdos, para conseguir disfrutar de las personas cuyo cariño anhelamos? La muerte llega inesperadamente y arranca de cuajo la ilusión de que los acontecimientos fuesen de otro modo.
ResponderEliminarFelicidades. Besos.
Tienes razón, M.José, en vez de intentar atraer la atención mejor sería haber ido directa a decirle algo, quién sabe si entonces...
EliminarGracias por tu comentario. Un beso.
Carme.
Y eso que es mucho más vieja... y casi siempre, inoportuna.
ResponderEliminarBuen relato, Carme.
Suerte.
Pues sí, Rafa, vieja y revieja. Y salvo en contadísimas ocasiones, inoportuna, vaya, creo que es lo que más inoportuno puede ser.
EliminarGracias.
Un petó.
Carme.
Una competencia con la ventaja que le da la eternidad y contra la que nada podemos hacer. Muy bueno, Carme. Un abrazo.
ResponderEliminarLa eternidad juega a su favor, es cierto.
EliminarCelebro que te guste, Salvador. Otro abrazo de vuelta.
Carme.
Mal asunto cuando se mete por medio esta, siempre inoportuna, dama. Muy bueno, Carme. Un beso.
ResponderEliminarAy, que ni dama le diría yo, pues con lo aguafiestas que es...
EliminarGracias por tu comentario, Matrioska.
Un beso también para ti.
Carme.
La muerte tiene prioridad absoluta. Cuando irrumpe, nadie permanece en pie a su afilado paso. En un fulminante momento dejas de ser todo lo que fuiste, lo que hubieras sido. Y a pesar de que la vida lo sabe, juega con nuestro tiempo, nos enreda y nos ofrece una ilusión de eternidad.
ResponderEliminarA veces pienso que vida y muerte son la misma cosa.
Un gran relato M. Carme, ni con la frustración del robo, desaparece el amor de tu protagonista.
Enhorabuena.
Una abrazo.
Por desgracia ahí está esa prioridad... que ya podríamos pintarle a veces un ceda el paso, o un espérese-una-temporadita-más...
EliminarHay amores que dejan desesperada a la persona huérfana del otro. A ver si la protagonista encuentra algo que le ayude a seguir adelante.
Gracias Antonio, abrazos para el fin de semana.
Carme.
Un amor pleno, para que tu protagonista quiera formar un trío con la señora de la guadaña. muy bien contado, amiga mía, con un final muy bueno.
ResponderEliminarUn beso, Carme.
Pablo
Pues sí, algo desquiciada andaría la mujer.
EliminarGracias Pablo por pasarte a comentar.
Otro beso va de vuelta.
Carme.
Ahora que casi lo consigue viene la de la guadaña y se lo lleva. ¡Que mala suerte! Las moiras, después las parcas... ¿Porqué siempre una mujer? ¡Anda y cámbiala por Joe Black¡ Ja ja ja.
ResponderEliminarMuy bueno, Carme. Besos
Pues tienes razón Olga, tiene nombre femenino, no había caído en ello.
Eliminar(Si fuera masculino tendría que haber escrito el micro invirtiendo los papeler, jeje)
Gracias por comentar, un beso.
Carme.
Muy fuerte debe de ser ese amor, incluso sin haberse llegado a consumar, parece, para que ella desee correr la misma suerte que él. Más que a la muerte, como bien haces al principio, habría que culpar a la vida, pues podía haber facilitado las cosas para que la relación se produjera antas.
ResponderEliminarSimpático relato, dentro de la tragedia que guarda, muy bien narrado.
Enhorabuena, Carme, y un fuerte abrazo.
Gracias Enrique. Ya dices bien, ella tendría que haber movido ficha antes. Pero en la vida hay de todo, como en la muerte.
EliminarAbrazos de vuelta.
Carme.